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Cultura

La Gardenia

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Qué jazmín tan bello es la gardenia, me acuerdo de una boda que asistí en un año dado en Julio, el ramo que la novia lanzó a sus amigas solteras era de olorosa gardenia. Según supe así lo pidió al novio, su futuro esposo.

Y la chica que el azar le deparó cogerlo, fue la primera en casarse en ese grupo que en esa noche acompañaban a la novia al baile de la cola. La verdad es que la gardenia es una belleza en fragancia. Dicen que es una flor asiática, crece silvestre en Vietnam, al Sur de China, Taiwán, Japón. Ahora, la gardenia es también canción: Dos gardenias; no olvidaré el conjunto musical de mi inolvidable amigo don Carlos Robles por los años 65, cuando salimos de la secundaria. Entonces las bodas eran los domingos y decíamos: tengo un domingo este fin de semana. Era una boda y era de día con una enramada de palma verde traído en carreta del palmar de Unión Hidalgo, adornado con flores de papel de China, racimos de cocos colgados, y hojas de bananos tiernos y a veces hasta con su racimo verde de plátanos. La música, la banda de Ta Saúl Barrá’ku o de Ta Joel Velázquez iniciaba a tocar al medio día bajo la enramada. Los novios sentados en un estrado preparado en forma especial para ellos. Y para limitar la entrada a la fiesta de un sólo lado se ponía carrizos tejidos en los otros lados de la calle; no había Salón para fiestas; era en medio de la calle donde se realizaba la fiesta. Es así que un día en Cheguigo Sur – entre Moctezuma y el callejón Mina -, Ismael Matus siendo niño mientras jugaba con otros detrás de la cortina de carrizo; abrió con sus manitas el carrizo para ver dentro de la enramada; y va viendo a la novia que le pareció muy bella, con un rostro ovalado, su velo blanco, su huipil blanco con tiras de plata adornada sobre su pecho como si fuera una virgen. Quedó el niño Ismael prendido de la imagen de la novia; nunca la olvidé me dijo. Y nunca pensé que al paso de los años al hacerme joven un día, cuya noche era la Vela Biaáxi- ciruelo-; mi madre Epifanía me mandara por Coca Cola en el Centro, frente al cine Lux, en la casa de la familia Haz; ella esa tarde al pasar frente a su casa bajando el puente me llamó y me preguntó que adónde iba. Le respondí que a comprar una reja de refresco y fue cuando me dijo- si no encuentras yo tengo casi una reja y te la doy. Así iniciamos una relación borrascosa que duraría muchos años y que terminó en aquel sueño que tuve: era que dormía sólo en una recámara con cortinas altas que el viento mecía. En mi sueño ella entra vestida de huipil y de enagua bien elegante de holán y con sus ajuares de mujer bella istmeña. Al verla en el sueño desperté sobresaltado y sudoroso. Esa noche ella había fallecido. Qué cosas! Amigos. Sólo que me vuelvo a ubicar en una boda donde Chicu Juanito, cantante de la orquesta de Carlos Robles interpreta Dos Gardenias, de la compositora cubana Isolina Carrillo, que ella dedica a su esposo, músico de la Sonora Matancera. Para mí en el transcurso del tiempo que llegué a ver la película cubana Buenavista Social Club; oigo ahí a los cantantes olvidados de Cuba como Ibrahim Ferrer, Compay Segundo, Omara Portuondo…Y grandes músicos que está película rescató – Ray Cooder-, fue el norteamericano que con esta película los proyectó al mundo; pues ellos hicieron presentaciones en EU, Europa, Asia. Está película llevé al maestro Andrés Henestrosa a verla en la Cineteca Nacional; al salir de la función me dijo emocionado : – iremos a Cuba, ya te diré cuándo. Fuimos. Ahora, en mi caso en el Auditorio Nacional oí a Compay y a Eladie Ochoa. Compay al despedirse del público esa noche en el Auditorio se retiró llorando. Dos gardenias es mi canción favorita, en la voz de Chicu Juanito y en la voz de Ibrahim Ferrer. El maestro Carlos Robles vestido con su guayabera y su pantalón con pinzas y valenciana, Co esa raya que deja la plancha y sus zapatos bien boleados: Dos gardenias es para ti, con ellas quiero decir: te quiero te adoro mi vida.Pónles toda tu atención porque son tu corazón y el mío….Amigos buen día. Cuídense!

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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