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Cultura

Albino Jiménez (Bino Gada)

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Albino Jiménez fue un notable conductor de hombres en los poblados de Juchitán, Oax.; y figura entre las eminencias de la región, sin haber sabido nunca leer ni escribir y sin haber hablado una palabra de español.

Fue de humilde cuna; pero desde joven se distinguió por sus magníficas costumbres. Por su valor intrínseco sus valientes compañeros significaron que él valía por nueve hombres y por eso le apellidaron GADA, de GA (nueve); y DA (tiene en sí); como la frase zapoteca: Da nísá guígú, que quiere decir: tiene agua el río. Nueve hombres componía en sí Albino Jiménez y por eso los héroes, sus compañeros, le llamaron Bino Gada.

Fue muchacho de labranza; siempre honesto, servicial, y acomedido. Sabía imponer fidelidad en ala gamella; era de pie al suelo y garrasí y cuando más para la sementera se calzaba sus abarcas. Enemigo de carantoñas, evitaba barahúndas con imposición. Haciendo gala de que en sus gandumbas residía su poder. Fue un rebullón de su época: un escatologista de su tiempo, y él mismo se catalogaba en las filas de los que usaban terliz verde y botones del mismo color.
Empezó a distinguirse en enero de 1866. Por cuestiones de política que ignoraba, pero que sentía, iba a ocasionarse fuerte ruptura entre Tehuantepec y Juchitán. Masas de juchitecos se movieron hacia Tehuantepec y entre los adultos gallardos, allá fue Bino Gada, como un idólatra adorador del Presidente Juárez. Su presencia sirvió para establecer una armonía completa y evitar de un choque la conflagración.

El 5 de Septiembre de 1866, los franceses imperialistas invadieron el istmo y quisieron apoderarse de Juchitán. Entonces Mariano Sáynez, Los López Lena, Evaristo Matus, Nicolás y Cristóbal Martínez, y muchos otros juchitecos de valer, conociendo las cualidades de Bino Gada, bajo su conducción se unieron al Batallón de Zapadores de Oaxaca, comandado por el Coronel Crisóforo Canseco; y sin conocimientos militares, y con muy escasos elementos pueblerinos, infligieron, sin embargo, seria derrota al invasor francés y dejaron indemne y triunfante la República, representada por el integérrimo Benito Juárez.

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Con esto creció en prestigio Bino Gada y a fines de 1866, el Chato Díaz, Gobernador de Oaxaca, mandó como Jefe Político Juchitán, — Tierra indómita de Bino Gada—, a un sujeto nada idóneo cuyo nombre en español se me escapa, pero que en zapoteco era llamado Dchu Yúdchú (Forastero Podrido). El apodo lo retrataba: se cebó en maltratar al invicto juchiteco; al yaruro invencible de aquella región; se ensaño en raterías; se impuso la innoble tarea de enriquecerse y de provocar al pueblo, no recordando que el juchiteco había sido siempre el más firme y ostensible sostén de la República en el Istmo de Tehuantepec. Fue, entonces, cuando Juchitán en masa acudió a Bino Gada. Este, agotados sus intentos pacíficos para que de aquella Jefatura se expulsara oficialmente al oprobioso mandatario; puesto en comunicación con Juárez sobre la justa demanda del pueblo viril y desoído por el Gobierno de Oaxaca, representado por Félix Díaz, sólo Bino Gada fue capaz de desafiar a este gobernante y se levantó en armas con todo el pueblo para deshacerse con vías de hecho de aquel Jefe Político mendaz. Una vez consumada la expulsión, Bino Gada fue el Dios del pueblo de Juchitán. Félix Díaz, en persona, con fuerza militar bastante, se trasladó al Istmo, a fines del año de 1869, con la pretensión de humillar a Juchitán, batiendo a Bino Gada para someterlo y castigarlo. No fue bastante Félix Díaz con sus fuerzas poderosas. El pueblo entero consideró de más valer a Bino Gada, a quien miraba como a Aquiles de Peleo y Félix Díaz no pudo sino lograr la mezquina humillación de quemar a San Vicente, el Patrón Religioso del pueblo Juchiteco, sacándolo furtivamente de la Parroquia principal, hecho que dos años después pagó con su vida en las candentes arenas de Pochutla, cuando pretendía embarcarse por aquel lugar, donde iban a recibirlo Fenochio, Jiménez y Banuet.

La huida de Félix Díaz fue muy celebrada y Juárez premió siempre el patriotismo de Bino Gada, con más razón, porque luego con el Plan de la Noria se descubrió que los intentos de Félix Díaz era derrocar el gobierno de Juárez. Bino Gaga siempre permaneció leal y adicto a aquel Mantenedor de la República.
Con el plan de la Noria, tuvo que huir también de Oaxaca Félix Díaz. Llegado a Pochutla, ya sólo tres correligionarios estuvieron con él. Fenochio, Jiménez y Banuet debían sacarlo del país en un pailebot. No se sabe el motivo; pero levaron anclas antes de que Félix Díaz llegara a la embarcación. Abandonado, entonces, aquel Chato Feroz, aquel sanguinario león, se convirtió en un tímido cordero, recordando la incineración que hizo de San Vicente Ferrer, Patrón de Juchitán, porque recordaba igualmente que juchitecos y tehuanos eran los encargados de perseguirlo por órdenes de Juárez, representativo del Gobierno Federal.

El Lic. Benigno Cartas, tehuantepecano leal al Gobierno de Juárez, recibió aquellas órdenes y a mediados de 1870 se trasladó con gente istmeña a terrenos de Pochutla. Su gente fue quién logró capturar a Félix Díaz, precisamente al quedar abandonado por su embarcación. Lo martirizaron horriblemente: no había istmeño, mujer u hombre, que se le acercara, que no le infiriera un piquete o una herida, a machete, piedra o puñal. Cuentan que cuando ya estaba vencido y agobiado, le rebanaron la planta de los pies; y sobre la arena candente del mediodía, lo hicieron caminar a los gritos de Viva San Vicente, Patrón de Juchitán. Cuentan que entre tantos alaridos sucumbió el ínclito Félix Díaz, probablemente por el mes de febrero de 1871, según de memoria mi anciano padre me lo refería.
Bino Gada murió de enfermedad natural en Juchitán, meses antes, rodeado siempre del amor y cariño juchitecos, sin dejar de ser considerado como uno de los más patriotas conductores de elemento valioso y fuerte de la raza zapoteca, que sigue residiendo actualmente en Juchitán, en el Istmo de Tehuantepec.

Tomado del Periódico “Neza”/Órgano Mensual de la Sociedad Nueva de estudiantes Juchitecos/Mayo 1936

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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