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Cultura

Desorden o sobrevivencia

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Cualquier ciudad, aunque sea pequeña, está dividida en dos; una es la ciudad del pobre, la otra es la ciudad del rico; y una con otra están en guerra. Platón, LA REPÚBLICA

Para algunos es desorden, anarquía o caos, pero para la mayoría, los protagonistas, es simple sobrevivencia.
El crecimiento poblacional, es decir la explosión demográfica, aunada a la incapacidad del Estado mexicano para garantizar trabajos permanentes y vivienda digna, han dado origen a la movilización social que toma características de comercio ambulante, en el lenguaje de los economistas y de la Secretaría de Hacienda denominada como comercio informal, y la falta de vivienda trasformada en invasiones o recuperaciones de las tierras originarias del pueblo.
Sin embargo, la clase media y la clase media alta, cuyos individuos, no todos, alguna vez pertenecieron a estas categorías sociales, y la clase alta venida a menos, ven con desprecio e incluso como una amenaza a la clase baja en el crecimiento de su movilidad, en la expansión de su territorio y en su multiplicación numérica.
Nadie es pobre por placer, sino por la inequidad e injusticia sociales, por la falta de oportunidades para adquirir los satisfactores a que todo individuo o ser humano tiene derecho desde su nacimiento.
Es paradójico que quienes presumen o proponen o ponderan el darwinismo social, es decir el principio de la selección natural para la sobrevivencia del más fuerte en la sociedad, o como eufemísticamente también se le llama la cultura del esfuerzo, se rasguen las vestiduras aduciendo anarquía, desorden o caos, cuando ante lo que estamos es la histórica lucha de clases.
Es cierto, el rico le teme al pobre porque éste es mayoría a causa de que el rico lo ha marginado; sin embargo, el rico enquistado en el gobierno y en los aparatos de la burocracia gubernamental, legislativa y policiaca, tiene la gran ventaja de contar con el escudo y la bayoneta represiva del Estado como ente orgánico de sometimiento.
Y entonces surgen las voces fascistas que invitan al gobierno a actuar con mano dura, a reprimir, a golpear, a encarcelar, a desaparecer, a asesinar, porque para ellos se debe aplicar la ley a toda costa.
Olvidan, o mejor dicho lo saben pero actúan con cinismo, que los pueblos latinoamericanos son víctimas del voraz sistema capitalista global, del neoliberalismo económico para el cual no existen patrias que sean respetadas ni estados que no puedan ser sometidos económicamente.
Juchitán y el Istmo oaxaqueño han estado en la mira del imperialismo norteamericano prácticamente desde la fundación de esa nación yanqui.
Hoy, la presencia de las empresas eólicas españolas es motivo de conflictos por la tierra, por los lugares sagrados de los zapotecos y los huaves o ikoots.
Pescadores y campesinos se han organizado para la defensa del territorio contra los abusos de las empresas eólicas; pero hay un sector que es secundario, y es el de los constructores y sindicatos, que sin ser pescadores ni campesinos se han aliado a las empresas transnacionales para defender los intereses de los extranjeros con el argumento malinchista de que les traen fuentes de trabajo, sin importarles el daño permanente que los extranjeros causen en nuestras tierras y la vida de las comunidades donde pretenden imponer el proyecto eólico.
Malos analistas creen, porque no pueden comprobarlo, que las movilizaciones sociales ahuyentan el capital privado que presumiblemente trae empleo para nuestros paisanos. Solamente hay que recordarles que la pequeña y mediana empresas nacionales generan más del 90 por ciento del Producto Interno Bruto de México, que es la que paga mayores cuotas al Seguro Social y la que contrata la mayor mano de obra del país.
Hay que observar que en las empresas mexicanas medianas, pequeñas y micros no existe al outsourcing, es decir la subcontratación, el trato es directo con los patrones y no se evade la responsabilidad patronal como ocurre con las empresas transnacionales.
Para los ricos es anarquía, para los pobres es sobrevivencia.
El pensamiento pequeño burgués ve anomalías donde no las hay y acusa, señala de manera repulsiva que los pobres estorban, son feos, apestan y ocupan un lugar indebido en el proceso de escalar y mejorar sus condiciones económicas y sociales.
Desde luego que los pobres sudan, porque son gente que trabaja jornadas extenuantes de más de 12 horas diarias, y por lo tanto es natural que el sudor generado por la actividad física se descomponga y huela mal, porque no hay tiempo para asearse mientras se trabaja, como sí puede hacerlo la gente de clase acomodada que tiene los recursos, el tiempo y las instalaciones para asearse y acicalarse incluso en exceso.
De esto deriva que el rico desprecie al pobre porque dice que se ve sucio, mal vestido o que de plano da mal aspecto porque no cubre los estándares de presentación, de vestir a la moda. Es
cierto, la gente que trabaja de sol a sol apesta porque su sudor se descompone, no tiene tiempo para hacer una pausa en su trabajo para asearse, no viste elegantemente porque su salario raquítico no le permite comprarse ropas finas ni perfumes caros de marcas originales. Así es el asalariado, o el que trabaja por cuenta propia, genera la riqueza de este país plagado de injusticias y es despreciado, discriminado; es víctima del círculo vicioso de la explotación. Es el rey Midas que todo lo convierte en plusvalía con la fuerza de su trabajo pero no puede disfrutarlo con su familia. Y los pequeños burgueses y sus comparsas y sus voceros se escandalizan cuando el pobre, el explotado, el discriminado se mueve y tiembla el mundo; entonces invocan a la fuerza de la ley, porque para ellos qué importan los derechos de los pobres, los desprotegidos, los muertos de hambre, los olvidados de Dios, para los que la justicia no existe. Porque para los ricos, como dice Jean Anouilh: “Dios está al lado de todos. . . y en último término está del lado de los que tienen mucho dinero y grandes ejércitos”.
Esa es la paradoja. Ya Carlos Marx ha plasmado en el Manifiesto Comunista:
“La historia de todas las sociedades existentes hasta ahora es la historia de las luchas de clases.
“El hombre libre y el esclavo, el patricio y el plebeyo, el señor y el siervo, el maestro artesano y el obrero, en una palabra, el opresor y el oprimido, estaban en constante oposición el uno contra el otro, libraban una batalla ininterrumpida, a veces oculta, a veces abierta, una lucha que cada vez terminaba en una reconstrucción revolucionaria de la sociedad en general, o en la ruina común de las clases contendientes.
“En las primeras épocas de la historia, encontramos en casi todas partes una organización compleja de la sociedad en diferentes categorías, una notoria gradación de la jerarquía social. En la antigua Roma tenemos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros artesanos, obreros, aprendices y siervos; y en casi todas estas clases, nuevamente, gradaciones subordinadas”.
El dios del rico, del millonario es el dinero, y con el dinero se compran las leyes y las autoridades, se violan derechos y se cometen injusticias contra los apestados como los propios ricos llaman a los pobres. El rico llama al orden cuando sus comodidades se ven alteradas por movimientos sociales; pero para el pobre esos movimientos son simples y naturales acciones de sobrevivencia.
La clase media, que a lo largo de la historia moderna y contemporánea

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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