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Cultura

Andrés Henestrosa. Parte 4

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«Un hombre por muy oscuro que sea, un día en un instante brilla»: Andrés Henestrosa.

 

La vida es bella, fueron las palabras que cruzaron por mi mente al salir aquella tarde de la casa de don Andrés Henestrosa, sobre la calle Perugino, a unos pasos de la calle de Millet, de ahí a Insurgentes Sur, al lado del Parque Hundido. Al terminar éste en la parte norte, el hotel Diplomático, donde años más tarde llegábamos a desayunar los sábados casi imprescindible: don Javier Meneses Degyves, don Felipe Martínez Ríos y presidiendo la mesa el maestro Andrés Henestrosa. Los jugos de fruta aquí eran típico al de mandarinas; claro, había de toronja, naranja, zanahoria o mezclas de ellos con nopal y papaya. Bien, antes de continuar y buscar en el aire mis recuerdos y vivencias a lo largo de los años que duró el trato tan privilegiado para mí con el maestro Andrés Henestrosa; debo decirles mis amables lectores que ayer 10 de enero de este 2021, al salir de desayunar del restaurante Cristal del Hotel de la Mansión. Veo el celular y miro un mensaje de doña Cibeles Henestrosa, que textual: Hoy 13 años de su deceso QDEP; y una imagen de don Andrés.-de inmediato le marco a mi prima Cibeles para oírla, saludarla, no le había hablado desde días después del terremoto de aquí del Istmo oaxaqueño. Ella al instante me responde. La saludo, le comento lo pronto que el tiempo pasa, y le platico que cuando leí “Las Mil y una noches”, fui hallando frases, palabras del maestro Andrés Henestrosa, de su sabio padre. Le conté que un día comimos con una amiga mía Elsa Ortiz Segura, que tenía vivo interés de conocer al maestro; es así que comimos en un restaurante en la calle de Hamburgo de la zona rosa, que por cierto años atrás caminando sobre esta misma calle con él, yendo al mismo restaurante, nos encontramos con una pareja, él blanco que venía de brazo con una señora elegante. Don Andrés se detiene de pronto para saludarlos:- él le dice, hombre de la iniciativa privada dirigiéndose a don Andrés – éste le responde: – Alejandro qué gusto! De verte y le da un beso a la mejilla a la señora-. Se despiden e ipso facto él me comenta: es Alejandro Gómez Arias, qué gran orador, el mejor de todos los tiempos. Bien, es así que ya en el restaurante Osteril creo que se llamaba; esta vez, a la hora de brindar con la copa de vino tinto, don Andrés dirige su copa a Elsa, y roza el borde superior de su copa con la de ella, diciendo:- no por encima de ti-, y luego al instante baja su copa, con suavidad la roza de su base con la de ella agregando:- no por debajo de ti-; continúa terminando leve chocando el centro de sus copas al mismo tiempo diciendo:- si no, junto a ti-. Entonces le digo a Cibeles que en “Las Mil y una noches”, para mi sorpresa fui hallando estas palabras.
Amigos, don Alejandro Gómez Arias sus padres oaxaqueños, en 1929 participa con otros jóvenes brillantes en la campaña de José Vasconcelos para la presidencia de la República. El Partido Nacional, es decir el partido del gobierno de Calles tuvo como candidato al michoacano Pascual Ortiz Rubio. La derrota de Vasconcelos y sus jóvenes seguidores como Mauricio Magdaleno, autor de “María Candelaria”, y guiones de películas como el “Salón México”; así como entonces joven Adolfo López Mateos; y el mismo Andrés Henestrosa, que en una página del libro de “Memorias de José Vasconcelos”, éste pregunta:- ya llegó Andresito?-. Ahora, es Alejandro Gómez Arias quien pronuncia el discurso cuando el gobierno federal presidido por Emilio Portes Gil, entrega la Autonomía universitaria, por el año de 1930 aproximado. Es Alejandro Gómez Arias quien viajaba con su novia Frida Khalo en el tranvía aquella desafortunada tarde-noche, cuando los arrolló un camión, fracturando la columna de Frida. Ellos acaban de salir de la Escuela Nacional Preparatoria donde estudiaban, acababan de atravesar el Zócalo abrazados para dirigirse a Coyoacán donde vivía Frida, quien amó profundamente a su novio Alejandro Gómez Arias, el poseedor del don de la palabra, el gran orador universitario… Continúa. Buen día

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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