Cultura
El burro Sabio. Época de Pandemia
Contar una anécdota, narrar un cuento a los niños al dormir; algunos inclusive piden al padre o la madre: cuéntame un cuento.
Es así que ella o él se sienta al borde de su cama e inicia: Érase una vez…Es la palabra hablada o escrita la que obra el milagro de iluminar los recovecos del cerebro de imágenes, de ideas, de sembrar en la imaginación de quien lo escucha idea, conceptos, visión, perspectiva de un mundo que se concibe y hacer posible que lo que se platica o se narra sea bello, hermoso. Es así que se cultiva en el cerebro lo que estuvo en boga hace años en la vida, como actitud en el quehacer común la estética.
Lo que hoy en esta época de Pandemia se ha perdido: no hay mínimo de belleza en lo que se hace: hablar, comer, conducirse, vestirse – vemos hombres sucios con camiseta sucia sin manga cortada a tijerazo, gordo -; o tirar con fuerza el envase del agua bebida por dónde camina; ¡un lenguaje disminuido en monosílabos y con sorpresa tipos así tienen pegue! Con chicas bonitas. No hay pues belleza o estética.
Hubo una época en que la madre al momento de comer daba un conjunto de instrucciones: no hablar con la boca llena, no iniciar la comida antes de una Oración, no poner el codo sobre la mesa, si se pide acercar algo, iniciar la petición con la palabra por favor. Agradecer a Dios por los alimentos en ese día antes y después de la comida. Llegué a oír a niños, jóvenes terminar de comer sus alimentos con la palabra: gracias mamá. ¡La mala educación que surgió desde la casa misma de permitir al niño, joven escuchar la conversación de los mayores y lo peor! Permitirles opinar. ¡La verdad! ¿Qué de bueno puede decir alguien que se levanta tarde, preguntando sin caridad qué hiciste de desayuno?
Alguien sin ningún interés por la lectura, porque este virtuoso hábito no lo ve en casa, padre, madre no tienen el más mínimo interés por la lectura. ¡Es más! No hay libros en casa; nunca se ha ido a una exposición de libros. No tienen la menor idea del libro de moda, menos de los libros clásicos. ¿Así en estas circunstancias qué tema hay para platicar? ¿Qué tiene el joven en la cabeza para opinar? Aún así él o ella opinan, hablan, dicen, cuentan. El cerebro está diseñado para las relaciones lógicas, ciertas, para cosas situadas sobre la verdad. De ahí que en la Tele vemos lo inaudito, lo no real del comportamiento humano como de alguien que brinca de un alto edificio a otro o lo peor con un arma que escupe fuego, arrasa con todos. Así lo vimos en películas o series de televisión: trailers asesinos o pipas por la carretera incendiándose.
Fue por las palabras de baja ralea oída a veces en la casa misma, dicha por mamá o papá o lo peor por el abuelo; así todos terminaron expresándose en ese tenor. ¡Imagínense qué familia! No hay estética, no hay belleza. La buena educación se perdió, y nos invadieron los bárbaros lo que don Jesús Reyes Heroles llegó a llamar El México bárbaro; o lo que aquel gran escritor escribió en los años 40 La rebelión de las masas; se vino abajo el buen modo de vivir, de hablar, de comer. ¡Es una verdad! El proverbio: habla y te conoceré; dime con quién andas y te conoceré, quien entre lobo anda, aullar se enseña. Amigos tiempo es Ahora de hacer un cambio, un giro en nuestras vidas. Son momentos difíciles los que vivimos, seamos amables, digamos de buen modo lo que hay que decir; la cortesía no está de más, lo caballeroso es bueno serlo con las damas, ayudar alguien con su carga para que descanse; servir en casa, plantar un árbol y cuidarlo. Ser respetuoso con todos, vivimos en una comunidad, hay que servirla no tirando basura ni tirarla al río.
Me viene a mi mente las palabras sabias de un campesino: mi padre me dio 2 consejos: ¡levántate! Temprano hijo, cuando todavía en el cielo tiritan los luceros; párate ahí donde Dios va pasar viniendo del Sur repartiendo a esa hora su misericordia; el segundo, no te juntes con malhechores, porque si un día los sorprende La Ley, o los matan, a ti también te tocará. Amigos, no permitamos que el hijo traiga una bicicleta o un celular robado; ganemos el pan con el sudor de la frente; que es la fuente de la salud física y mental.
Érase una vez un pueblo alejado donde unos japoneses llegaron con lentes, aparatos para estudiar el clima; buscaron una casa donde instalarse; es así ya instalados parten muy de mañana para ir a la montaña. Entonces el hombre que les prestó la casa les advirtió que no se alejaran tanto porque vendría la lluvia. Se miraron unos a otros incrédulos ante la advertencia de su anfitrión. Y se fueron cargados de aparatos hacer sus estudios del clima, habían avanzado en lo alto de la montaña cuando los nubarrones, relámpagos anunciaban la próxima lluvia. Incrédulos ante tal chaparrón; volvieron a casa bien empapados y preguntaron al hombre que les dio cobijo: ¿Cómo supo usted que llovería? Entonces él les respondió: ¡cuando mi burro viene a casa, de seguro! Va llover. Amigos disfruten su día. ¡Cuídense!
Cultura
Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024
Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.
Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.
En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.
El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.
Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.
Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.
Cultura
Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño
Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet
El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo, se torna, interesante para la mente infantil.
En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual, José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.
En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.
Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.
El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.
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