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Cultura

El Maestro

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En un evento que asistí como profesor del Politécnico con motivo de mis 25 años de servicio, al iniciar el acto la representante del Srio de Educación Pública dijo al iniciar su discurso: El maestro es el sembrador de auroras, y añadió: Andrés Henestrosa.

La verdad es que el maestro siembra en el cerebro del niño, joven, una semilla que habrá de germinar en él y si persiste en su lectura y su aprendizaje, verá los buenos resultados de dicha luz que un día por un gesto, detalle, palabras…Le sembró su maestro para la edificación de su vida. A Tetis madre de Aquiles, llevó a su hijo para que lo educara para la guerra el centauro Quirón; Andrés Henestrosa fue a vivir a la residencia de doña Antonieta Rivas Mercado- hija del arquitecto constructor del Ángel de la Independencia-, que en ese año a fines del 24, vivía en una situación de pobreza sin tener donde dormir, y fue así que el pintor Manuel Rodríguez Lozano; le dijo a doña Antonieta Rivas, heredera de su padre don Antonio, aristócrata culta que hablaba varios idiomas, y para entonces vivía enamorada del pintor Rodríguez Lozano y éste le preguntó en una de sus visitas a su taller: tienes en tu casa un lugar para alojar a un niño pobre oaxaqueño que quiere estudiar?. La respuesta al instante fue: claro! Adorado Manuel que tengo ese lugar para ese niño.– y es así que al día siguiente–, con las propias palabras que el maestro Andrés me dijo: Temprano vestido de traje con chaleco y leontina, yo, al lado del chófer salimos de la residencia de Antonieta ha cobrar sus rentas. Un giro en su vida, su fortuna, de no tener donde vivir; dormir en los cines por el rumbo de la Lagunilla: – mientras la gente salía de la última función…Yo entraba-, era mejor dormir bajo techo y no en la calle. Pasa el tiempo; doña Antonieta Rivas divorciada del gringo Blair, con su único hijo Donald Blair,- y ella casi 29 años de edad-. Su personalidad, su estatura de gran mexicana como promotora de la cultura, del arte, fundadora de la orquesta sinfónica de la CDMX, y mecenas de Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, y promotora de obras en escena en el teatro Ulises que ella fundó. Esta semblanza de doña Antonieta la escribe el maestro José Vasconcelos en sus memorias, natural que bien escrito, porque Vasconcelos es el gran escritor y educador con quien ella tuvo relaciones amorosas por 1929. Volviendo al asunto de residencia del niño Andrés en la casa de doña Antonieta, donde él vivía, y era tratado como hijo a sus 19 años. Y él me contó que por las noches la señora le leía libros en francés, en inglés y en alemán, desde la fuente de la literatura. Qué fortuna! La de don Andrés; y un día en uno de los desayunos que tuve el honor de ser invitado por Donald Blair- hijo de doña Antonieta-, se lo mencioné. Y él dijo : mi madre fue muy dura,! Conmigo. Bien amigos, fue en el transcurso de su vivencia del maestro Andrés en la casa de doña Antonieta, que ella al oírle sus cuentos, leyendas, mitología en zapoteco, fue que ella le sugirió escribir. Que él los escribiera, y estuvo ella puntual en la realización de estos escritos y ya en volumen para un libro, fue que ella pagó al editor para su impresión y fue un regalo para el maestro Andrés en su cumpleaños, el 30 de noviembre de 1929. Estando ellos de gira en Monterrey acompañando a Vasconcelos en su campaña para la presidencia de México en 1929. En ese lugar se presentó el editor con el libro ya editado: Los hombres que dispersó la danza. Este libro lo compré en Porrúa y le pedí al maestro Andrés que me lo dedicara mientras íbamos en carro a comer con don Tomás López Lena, padre de mi bella prima Arabela. La dedicatoria decía así: Para don Armando Jiménez, amigo, pariente y paisano, este libro que escribí en mi juventud, ahora que inicia la juventud de mi vejez…Ciudad de México, 1976.. Hoy que es el día del maestro mi recuerdo y admiración a mis maestros Andrés Henestrosa, Arrigo Coen, y a mis maestros de primaria, secundaria, profesional; aquel que se llamaba Marco Polo que fue mi maestro en fisicoquímica en el IPN, que todas las mañanas se presentaba bien vestido, con corbata, y zapatos bien boleados e iniciaba su cátedra sin una hoja en la mano, deduciendo ecuaciones, fórmulas, con paréntesis de comentario chusco, de humor y llendo a lavanda con una amabilidad y sonrisa siempre. Amigos, felicidades! A los maestros y maestras en este día por su gran labor de siembra en la conciencia para la formación y germinación del buen ciudadano del mañana de nuestro querido México y querido Juchitán. Viva la educación!

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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