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Cultura

Recuerdo de líderes

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Justo Pineda*

Recopilación y transcripción de Víctor de la Cruz

…Derrotaron a los paisanos aquí después de cuatro días de combate, porque se les estaba agotando el parque, estaban muy mal armados; luego vino un batallón de auxilio, el 15 batallón. Ellos tenían cercado al 30 batallón ahí donde está la Escuela Juchitán, era el cuartel. Los cercaron. Estaban combatiendo ya cerquita cuando llegó el pinche batallón con un Coronel Manzano. Y ese trajo un buen artillero; desde ahí donde está la terminal cruzaba un camino para Espinal, en un rastrojo que había ahí donde está la terminal, desde ahí estuvo disparando los cañones. Salvó la torre de la parroquia y el cuartel, todo lo demás lo derribó a cañonazos. ¡Qué puntería de canijo! Y los paisanos huyeron. Jueves a las dos de la tarde empezó, toda la tarde, toda la noche; el viernes tres de noviembre todo el día, toda la noche; el sábado todo el día, toda la noche; el domingo llego el cañón y se pelaron. De hambre estaban matando a los soldados esos. Tuvieron necesidad de alimentarse con las acémilas del batallón, las mulas las mataron para comerlas, sin sal. Estaban cercados completamente cuando llego el (batallón). Por acá andaba el licenciado Che Gómez. Yo tenía doce años entonces y un primo mío, hijo de una hermana de mi madre, era verde porque su papá fue verde, de Cheguigo. Y mi tía que era de la familia Saynes, pero como su esposo era Orozco, verde, de Cheguigo, pues se volvió verde mi tía. No se volvió, sino que jaló del lado de su marido, era verde, por eso mi primo Ismael era de Che Gómez. Y muy cercano de Che Gómez. Cuando momentos antes de empezar el combate me regañó, porque estaba ahí curioseando en el parque, viendo a uno que fue mozo y que estaba afilando un otate verde, cuando le dije para qué iba a servirle el otate, me dijo en zapoteco: Para gudua’ xlomo ca dxu’ ri. Mira qué pensamiento tenía, qué bárbaro. ¡Cómo iba a ponerse contra un batallón de muy buenos tiradores, todos los soldados salían diario a tiro al blanco! ¿Qué ofuscado estaba? Esteban se llamaba –Para qué quieres ese otate, Esteban. – Para gudua’ xlomo ca dxu’ ri’. El me regaño para que me fuera a la casa. En el trayecto me sorprendió el combate; pero ellos empezaron, los de Che Gómez. Después de esos cuatro días de combates se retiró Che Gómez; anda por el panteón y la estación. Yo fui a esperar a mi abuelo, mi abuelo era rojo, también era abuelo de Ismael, papá de su mamá, por esos Saynes.

El pueblo eligió el color verde, se puso ramas y andaba en el campo. Los otros se pusieron para distinguirse un bando de otro bando. A mí me platicaban en Oaxaca, alcance a conocer al Coronel Pancho León, el que hizo el palacio; lo ví toda vía. Me dijo que las que la familia de Che Gómez era roja, roja. Ya había habido aquí antes en el 82. Y hubo esa división entre verdes y rojos. Y la familia de Che Gómez –me dijo don Pancho en Oaxaca- que hasta las gallinas blancas las pintaba la mamá de Che Gómez con Brasil. Hubo aquí Brasil, el palo Brasil. Con eso me dijo Pancho León que pintaba doña Rosalía, la mamá de Che Gómez.

Las gentes que anduvieron en el monte andaban con ramas verdes y como Che Gómez fue el líder del pueblo, el verde fue el símbolo de la oposición al gobierno. Así que no quiso el gobernador hablar con él. Al contrario, quería consignarlo para que respondiera de los delitos, de un delito del fuero federal: rebelión; del fuero común, pues robo, robo, saqueo, homicidios. Solicitó el gobernador el auxilio de las fuerzas federales para capturar a Che Gómez, porque andaba armando. Se lo negó el comandante de la zona. No recuerdo si era el general Cejudo, Roberto F. Cejudo, o todavía era Merodio, porque después de Cejudo fue el general Luis G. Gamboa. No me acuerdo quien era el comandante, pero le negó a Juárez Maza el auxilio que le solicitó, por instrucciones de la Secretaría de Guerra.

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Santibáñez se llamaba Antonio, explotaba como explotó el general Charis después, siguiendo su línea: Era la de no dar escrituras a los campesinos que ocupaban lotes, la mayor parte de Xadani. De hecho eran los dueños de los lotes, pero de derecho no. Puesto que Santibáñez era el dueño; pues Charis, delante de mí, le dio ocho mil pesos a uno de los Santibáñez, que era un superviviente de los Santibáñez. Andaba arrancando en México y Charis estaba bien, era general. Ahí en el hotel Buen Tono de 16 de septiembre, estaba yo jugando barajas con Charis, cuando llegó un güerito él, creo que había sido cónsul, a proponerle. Pedía veinte mil pesos. – No – le dijo Charis – si quieres ocho mil pesos te doy. Hazme un recibo y nada de notario ni nada. Ocho mil pesos como éstos. Dio un recibo: “Recibí del general Charis…” Con eso vino y se posicionó ahí y ningún guapo lo pudo quitar de Monte Grande. Se lo compró a uno de los supervivientes en ocho mil pesos; pero un recibo cualquiera, nada de escrituras, ni justificó el otro ser dueño ni nada. Él sabía que era uno de los hijos del terrateniente español aquel, Antonio Santibáñez. La otra propiedad anexa ahí, Gui’ xhi’ guendadxiña que se llama El Zapotal, ésa sí la compró en escritura a la viuda del general Maycott, Esperanza Ureta viuda de Maycott. Esa le costó dieciocho mil pesos, ante un notario. El llevó a Chagoya para que viera. Así en esta forma adquirió Charis eso, nada de que ante un juez, ante un notario. No más sabia que eran güeritos de ojos verdes, se sabía que eran hijos de Santibáñez. Y dijo Charis: -si quieres ocho mil, ahí está. Y vino Charis y nunca surgió un guapo que dijera eso no es tuyo. Ahí se posicionó y siguió la misma trayectoria de Santibáñez viejo. Es decir que todos los usuarios campesinos de Xadani le dieran cada año un dinero, se cotizaran para ir a pagar el impuesto. El arregló borrar a Santibáñez y que pusieran a Charis ahí. Y le dio el nombre de Obregón a la colonia que fundó ahí, Álvaro Obregón. Él fue el que le dio el nombre de Obregón.

En la época de Chico López Cortés mandó a un ingeniero, Guillermo Luna, para medir las tierras y que los campesinos de Xadani tuvieran su título. Le dio veinticuatro horas para desalojar ahí, Charis. Que no respondería a su vida si se quedaba. Recogió sus aparatos, se peló Luna, enviado por el gobernador Chico López Cortés para consolidar la posesión de los xadanis. Como lo querían. No más les exigía que vendieran que prevalecía toda la cosecha de ajonjolí. El no escatimo ni los explotó. Llegaban los acaparadores: -A cómo están pagando, a ese precio les pago. Entonces él acaparaba en lugar de que llegaran extraños, él liquidaba religiosamente a los campesinos. Se emborrachaba con ellos y estaba muy bien. Lo cual no hizo Chico Dxiña ni ninguno. Siempre eso distinguió a Charis, se juntaba y se revolvía con la gente. Mucho lo quisieron. Yo tuve mucha amistad con él, aunque fuera un pillo, éramos contrarios aquí. Pero en México y después aquí también, pues como yo no me metí después en nada, nos juntábamos aquí. Nunca me dijo “quiero que seas mi partidario”, ni yo tampoco. Yo cantaba una canción. A mí cuando estoy borracho me da por cantar, por abrazar, por besar; no por andar pleitando. Y ahí una canción: Camilo Flores: Yo le agregué:

Gubaaba’ ridxi’ Camilo Flores
Gubaana’ rigueela’ Leodoro Charis

-Biinda’ dxa ngue- me decía Charis cuando andábamos. Andaba pretendiendo a esa Tina Peeque’, que estaba muy guapa, la sobrina de Min Peeque’. Y traíamos la banda de Sau. Un abogado tehuano, que era magistrado en Oaxaca, acomodó a uno de los sones, Juanita creo a Petenera, una letra en zapoteco. Tenía una parte que decía:

Pa xa hora cayaca’ bixidxu’
ngueca la ñaca ti gugu huiini’
para ñedaguunda’ ndani’ li’dxu’

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Pa gabiá chi gacu’ guugu huiini’ ya’, todavía ti bia’qui’ tiso’pe nga ñacalu’. Se molestó mucho.

Ha sido el líder máximo de Juchitán. El primer, el mayor fue el, licenciado Che Gómez. Ese en la época del porfiriarto no le permitieron vivir en Juchitán. Lo conocían muy bien. Don Rosendo Pineda, era el llamado “eje diamante del partido científico”, fue condiscípulo de Che Gómez en el Instituto de Ciencias y Artes. Él lo trato mucho y lo conocí mucho. Nunca permitió que viniera Che Gómez a Juchitán. Lo tenía allá en Baja California, entonces la Baja California era un país extraño por la falta de comunicaciones. Ahí siempre tenían a Che Gómez como Juez de distrito o jefe de oficina principal de timbre, en fin; pero lejos, lejos. Apenas triunfó Madero se dejó venir, se dejó venir Che Gómez aquí, enemistado con Madero. Él y Carranza y los Vázquez Gómez, los hermanos Francisco y Emilio Vázquez Gómez que estaban en el gabinete de Madero, estaban inconformes en que Madero hubiera licenciado a los elementos que lo acompañaron en la revolución. Se entregó, fue un craso error. ¿Cómo iba a mandar usando los mismos soldados de Porfirio Díaz? Lo tildaban de loco. Así decían de Madero, que era un loco. Era una locura enfrentarse a Porfirio Díaz, y él lo hizo y le ganó, lo obligó a salirse del país.

*Tomado de la “Revista Guchachi Reza (Iguana rajada) /Número 26/ Marzo de 1986/p.p. 21, 22,23/Juchitán de Zaragoza, Oaxaca.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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