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Cultura

Hechos que retrasaron la visita de Juárez al Istmo

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A fines de enero del mismo año de 1851, el arribo a Tehuantepec de una Comisión Científica de los Estados Unidos, alarmó al gobierno de Juárez que, prevenido por la política imperialista pérfida de nuestros vecinos, creyó que se trataba de iniciar la fundación de una colonia norteamericana en el Istmo, con los siniestros planes de apoderarse después, de esta importante región, como en 1836 lo habían hecho con Texas sus colonos.

El 26 de ese mismo mes, el director de la Comisión, Mr. Peter Stuar Tratour, dirigió al gobernador del departamento de Tehuantepec una nota, manifestándole haber fijado en La Ventosa el puerto de sus costas meridionales de este Istmo y anunciándole que, en consecuencia, no tardaría en llegar de california el barco Gold Hunter (Buscador de oro). El 6 de abril se presentó en La Ventosa el “Buscador de oro” al mando del capitán norteamericano Mott.

Juárez había girado instrucciones expresas al gobernador de Tehuantepec, coronel Muñoz y al jefe de la sección hidráulica, don Guillermo Temple, para impedir el desembarco de sus tripulantes, por no estar La Ventosa habilitada como puerto para el comercio extranjero y ser ésta una facultad exclusivamente reservada al Congreso General. La resolución también fue comunicada al cónsul norteamericano en Tehuantepec, Mr. Charles Webster, quien corrió el traslado de la misma al capitán del Gold Hunter, pero sin antes ponerse de acuerdo con éste para eludir su cumplimiento.

Hubo algunas contestaciones entre el cónsul yanqui y el gobernador de Tehuantepec, porque el primero alegaba que estando pendiente de ratificación por el Congreso mexicano el tratado celebrado el 20 de julio de 1850 entre los plenipotenciarios de México y los Estados Unidos, General don Manuel Gómez Pedraza y R. P. Letchr, respectivamente, y conduciendo el barco operarios y herramientas para emprender la comunicación interoceánica motivo del cual tratado, conforme al mismo no tenían derecho las autoridades de Oaxaca para impedirlo.

Juárez destruyó oportunamente los argumentos pérfidos del cónsul Webter, respondiéndole que era inútil el tratado Gómez Pedraza-Letcher mientras éste no fuera ratificado por el Congreso Nacional. Al mismo tiempo reiteró al gobernador de Tehuantepec sus órdenes autorizándolo para que, si los extranjeros que pisaban territorio del estado se negaban a reembarcarse, hiciera uso de la fuerza. Pero mientras esto ocurría, el capitán Mott zarpó de La Ventosa, dejando ahí su cargamento humano y burlando las leyes mexicanas. Después se supo que el Gol Hunter conducía pasajeros contratados en California para ser trasladados a Nueva Orleáns, que el barco no llevaba ningún propósito avieso en contra de la integridad nacional y que se había recurrido a la mentira para poder dejar en el Istmo a los pasajeros y recogerlos en Veracruz por otra embarcación, hasta ponerlos en el lugar de su destino.

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El artículo 2º del Tratado Gómez Pedraza-Letcher, estipulaba esta obligación indecorosa para México: <>.

La desconfianza de Juárez estaba justificada de sobra después de la dolorosa experiencia del 47; su conducta fue decorosa y patriótica, porque aún cuando al aclararse el verdadero objeto del desembarco se desvaneció el temor que se abrigaba, pudo haber sido uno de tantos ardides de que se había venido valiendo el imperialismo yanqui para apoderarse del Istmo.

Entre las instrucciones secretas que el Gobierno de los Estados Unidos dio a Mr. Trist, su representante diplomático en México puede leerse los siguiente:

“En lugar de quince millones, cuyo paso se estipula en el artículo 5º por extender nuestros límites sobre Nuevo México, la Alta y Baja California puede usted aumentar la suma hasta cualquiera cantidad que no pase de treinta millones, pagaderos en entrega de tres millones anuales, siempre que forme parte del tratado el derecho de pasar y atravesar el Istmo de Tehuantepec, asegurado a los Estados Unidos en el artículo 8º del proyecto.”

El incidente concluyó con la expedición de pasaportes a favor de los cincuenta pasajeros, para que abandonaran nuestras costas y pudieran trasladarse a Veracruz.

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*Extracto tomado del libro “Biniguenda” Pensador zapoteca/Autor German López Trujillo/Compilación y selección de Textos Germán López San Mrtín-Gonzalo López San Martín/Editado por el Fondo editorial Identidades de la Unidad de Proyectos estratégicos del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca/año 2009.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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