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Cultura

Aventuras de una bruja

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Bruja Juchitan2

CAPITULO VII

En una hermosa noche de luna, cenábamos en el patio de la casa, después de la cena empezamos a platicar sobre las versiones circulantes de que ciertas gentes se metamorfoseaban en animales brujos. Me cayó en gracia el giro de esta conversación. Para conocer más de cerca de lo que ya sabía sobre brujos y brujas, que según dicen todavía existen en el Istmo, rogué a mi abuelita que nos contara algo de su extenso repertorio. Con la curiosidad natural escuché lo que sigue:

 

Pablo Móóhósa llamaban a Don Pablo Orozco, un viejecito bueno que, por haber heredado el valor de sus mayores, en su corazón no podía albergarse el miedo. Su casa se alza en la Primera Sección, en la ribera oriente del arenoso rio.
En una noche silenciosa salió de ella y, de pronto, vio que una mujer se acercaba, muy de prisa, al pasillo que baja al río por detrás de la misma. Se iba cuidando de no tropezar con las raíces de la abundante arboleda de la ribera. El se escondió bajo la sombra de otro árbol de tupido ramaje, quedando un poco al sur. No obstante la clara luz de la hermosa luna, ella no se dio cuenta de que la estaban espiando. Pablo la conoció, pero, como sagaz investigador, no se acercó a ella sino que esperó con calma el drama que, a su entender iba a desarrollarse. Desde luego sospechó algo, porque ya había oído decir que aquella fulana era bruja y se mantuvo seguro de que en esta vez iba a confirmarlo o desmentir lo dicho.

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Antes de poner los pies sobre la arena, ella habló algo que no pudo Pablo oír bien. Se desvistió, guardó la ropa entre los parales del cerco inmediato y muy grande fue el asombro del viejecito cuando la vio convertirse en una hermosa figura blanca y joven, como Eva antes de cometer su pecado, caminar con pasos resueltos hasta la mitad del río en donde dio el frente a la luna para pronunciar unas palabras cabalísticas y revolcarse después sobre la arena.

Bruja Juchitan2

Creció aún más la sorpresa del viejito cuando, después de diez minutos de un agitado revolcarse, aquella figura se levantó convertida en horrorosa changa que lanzando agudos gritos, propios de changos, salió disparada por el norte, coleando y retozando con alegría.

Disgustado el viejito por lo que había visto, salió de su escondite y se fue a la cerca donde estaba oculta la ropa de la bruja; la recogió y entró a su casa, cerrando bien la puerta y muy preocupado por el daño que aquel ser extraño iba a cometer.

Habían transcurrido cinco horas desde el principio de sus observaciones pues eran ya las cuatro de la mañana. Sin quererlo, dormitó, pero durante aquel ligero sueño, propio de su edad, oyó fuertes golpes en la puerta que había cerrado y la desesperada súplica de que devolviese la ropa que había recogido. “Tienes el sueño pesado, Pablo, despierta – le decía la voz. El permanecía callado. La infeliz bruja, que ya había recobrado su forma natural, no llevaba más vestido que el velo de la noche y era como un inmenso copo de nieve. Con tristes palabras y hondos suspiros le seguía rogando, porque ya estaba muy cerca el día. El continuaba silencioso fingiéndose dormido, para afligir más a la bruja de tan tremendas hazañas, y así castigarla.

En su desesperación, la bruja rompió a llorar amargamente, y, entre sollozos, ofreció obsequiar al viejito una torta con chocolate tan luego amaneciese. Este, compadecido, abrió la puerta y encontró sentada en el umbral a una Venus de alabastro, cabizbaja y esperando a ser vestida. Al principio, siguió negándole la ropa, pero terminó por dársela después de duros reproches. Ella le juró ya no transformarse más ni andar en brujerías.

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Satisfecho, me fui a dormir, saboreando todavía aquel relato de la abuelita. Poco tiempo después soñaba con brujas como blancas Evas, que andaban por arenales finos durante la noche para convertirse después en rosas blancas de bellos jardines.

*Tomado del libro: TRADICIONES Y LEYENDAS DEL ISTMO DE TEHUANTEPEC
Autor: GILBERTO OROZCO
REVISTA MUSICAL MEXICANA 1946

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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