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Cultura

Sacerdote de Brazos Cruzados

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Cuando visité el Instituto Nacional de Antropología e Historia, además de que a la entrada estaba sobre una fuente el dios de la lluvia de los aztecas, Tláloc. Una bella construcción » a un costado de la avenida Paseo de la Reforma. Al recorrer el museo voy topando con El Sacerdote de Brazos Cruzados que un 14 de Junio de1960 hallara Cándido Toledo López. Él había ido a la escuela en la mañana, a su regreso del primer turno, su madre María Dolores le pide ir a dejar pozole para su padre que entonces estaba cultivando maíz. Esto es en los terrenos detrás del río nuestro: río de las nutrias.

Cándido atraviesa el río, saliendo de su casa ubicado en el callejón Excélsior y calle Sn. Vicente. Entonces no habían construido el puente Chaparro que comunica La Novena. Atraviesa el río en aquel medio día, al llegar donde hoy está La Comandancia, toma el ramal del lado izquierdo que hoy más adelante lleva a la escuela primaria Centenario de Juárez. Más al sur gira casi en escuadra, entre los dos cercados que de continuar lo llevaría al Paso Labor. Sólo que llega a una loma de tierra, donde las personas sacaban tierra para hacer lodo y construir sus casas. Ahí en esa loma Cándido ve que se asoma el camotito- que es raíz de un bejuco que produce flores blancas y rosadas-, esta raíz es dulce y se come. Arranca la raíz y en eso ve que una piedra se asoma, la piedra propia para afilar machete. Entonces intenta arrancar la piedra, sólo que ésta se prolonga a lo largo. Una buena capa de tierra cubría la piedra, entonces él se da cuenta que la piedra es larga que podía servir para proteger la base de su casa atrás ya que era de lodo y los cerdos que por ahí había muchos escarbaban con su trompa la base de la casa. Esta piedra podía servir como protección.

Llega con su padre, le entrega su pozol y mientras don Romualdo Toledo bebía su pozole, Cándido le contó lo de la piedra. Y su padre indicó a su hijo Luis, mayor que Cándido que llevara la carreta y llevara pico y pala para sacar la piedra. Esto es al día siguiente. A Luis Taraá’la que así le llamaban, le toca alzar al Sacerdote de Brazos Cruzados, y ponerlo en la carreta. Ayudado por 4 hombres; ya que este ídolo de los zapotecas mide de largo 2.30 m y de ancho 30 cm. Es así que lo transportan a la casa, y durante el camino la gente fue preguntando ¿qué era? Es así que la carreta fue seguida de una multitud de gente que querían ver al ídolo hallado.
Pues… Fui a ver al Sacerdote zapoteca en el callejón de Excélsior, y pagué para verlo 20 Ctvs. Aquel 20 de bronce que valía tanto! Con un Sol por un lado y águila por el otro. Al llegar a la casa era una romería de gente que después de pasar a ver al Sacerdote de Brazos Cruzados, se quedaban a comentar en el patio sus impresiones. Y Na María Shií’di al instante puso debajo de los árboles un puesto de » raspado».
Cándido cuenta que al llegar de la escuela al día siguiente, no pudo entrar a su casa, estaba llena de visitantes curiosos. Y ya corría la voz: » Luis Taraá’la encontró una Piedra…». Y me dice Cándido, sólo que fui yo quien halló La Piedra. Los niños que esa vez éramos, en la escuela Centro Escolar Juchitán, de lejos cuando casual me topaba con Cándido, sabía que él había encontrado La Piedra. En ese 14 de junio de 1960, Cándido cursaba Quinto Año, con el Profesor López Félix. Entonces la primaria se estudiaba en 2 turnos, mañana y tarde.
El presidente Municipal de entonces era el Sr. Jaime Ferra, era la época del PRI, donde nada se movía sin la influencia de los señores como Honorato Morales, Norberto Cortés, Vidal Candelaria- que era Secretario Municipal…
El lugar del hallazgo del Sacerdote zapoteca, la loma casi no existe. Cándido me cuenta que regresó al lugar para seguir buscando algún otro vestigio, halló 12 dedos de piedra y con anillos en cada dedo. En los anillos grabado un rostro de persona con unas piedritas en cada uno de sus ojos. Hallaron también unas piedras de 40 cm de largo de forma ovalada y en el centro un círculo rojo.
Si hoy te paras en el puente «Chaparro» de La Novena, verás que el río dobla hacia el sureste, y si sigues de frente pasando al lado de la iglesia Lunes Santo, luego La Comandancia y mucho más adelante la escuela Secundaria Rufino Tamayo. Antes de este lugar, al doblar hacia el río es donde se considera el «Asentamiento prehispánico de los zapotecas». Ahí hoy no permiten construir, alguien hace años se atrevió edificar su casa en ese lugar. Sólo que los vecinos murmuran que ahí espantan, que algunas noches un gallo canta a la media noche. De modo que aquella casa fue abandonada por sus dueños.
Cándido Toledo López nació el 5 de junio de 1946. Y él me comenta que le dieron de regalo 500 pesos, sólo que me dice si tuviera más clara la visión de la vida, hubiera pedido a las personas que vinieron a recoger al Sacerdote, una plaza de conserje en alguna escuela. Su oficio es la carpintería.
Los años de vivencia en Juchitán, se han vuelto recuerdos. Y en ese año de 1960, a fines de marzo un pescador atrapó un cocodrilo enorme que también todo mundo lo fue a ver en La Séptima Sección. No olvido la cola casi negra, larga y quebrada que daba vuelta pegada a la pared de la casa en el piso. Amarrada del travesaño mayor de la casa de tejas de una Plancha.
Termino diciendo que este Juchitán nuestro es singular, es el mejor lugar para vivir. Cuando hay un viaje que hacer, cuesta trabajo dejar Juchitán, será por la iguana, el armadillo, el conejo? O por esa murmuración de voces de mujeres nuestras que llaman a sus clientes para venderles tortilla, queso, pescado, gueta biin’gui, flores, hamacas… Ha saber a cuál voz me arrulla y me cautiva al oído: «Ha saber si existen esos lugares…» Ha saber. Gracias amable lector, lectora.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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