Cultura
Eustaquio Jiménez Girón “El porta lira zapoteca”
Juchitán de Zaragoza.- “Con el altruismo no hay pueblo indigente, un tributo al hombre de tal cualidad, simple o ciudadano de investidura, debe ser ejemplo de integridad. Cuna de vida Juchitán tierra querida, donde el zapoteco es melodía de amor, por eso tus hijos inspirados te cantan,/ con música dialecto, sones selectos del corazón”.
Pensamiento escrito por Eustaquio Jiménez Girón y convertido en canción, como muestra de su filosofía y amor a la tierra que lo vio nacer y que a la fecha sigue siendo un himno a la cultura zapoteca.
El poeta, músico y lingüista Eustaquio Jiménez Girón, conocido como Taquiu Nigui, y que tiempo después fue bautizado con el seudónimo, “El porta lira zapoteca”, nació en Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, el 20 de septiembre de 1904.
Sus padres fueron el campesino Teodoro Jiménez López y Arunlfa Girón de Jiménez, de raza indígena zapoteca. De niño Taqui Nigui ayudaba a su padre en las labores del campo hasta la edad de los 11 años.
A la edad de 16 años, estuvo bajo el cuidado de su tío Timoteo Blas Pineda, quien le enseño el oficio de la sastrería; en esta misma época alternamente a estas labores, el inquieto Eustaquio aprendió a tocar la guitarra valiéndose de un vecino que le enseño y le prestaba su instrumento para sus prácticas.
Posteriormente aprendió de manera autodidacta el solfeo, lo que le permitió tener un desarrollo como compositor, interprete y director de conjuntos musicales a lo largo de su trayectoria musical.
A partir de este tiempo inicio con una serie de composiciones, arreglos para bandas musicales, canciones escolares, y temas costumbristas de la región, de los que se recuerda,“Gugu Huini”, “Sollozando”, “Son huinni”, “Teresa”, Pe´pe rini”, “Paulina Xadaneña”, “Badu dxaapa huiini sicaru”, entre otros.
En sus canciones se destaca la vida cotidiana, las costumbres y tradiciones del istmo, donde además se destacan las canciones en bilingüe zapoteco y español, con el mérito de haber logrado una traducción textual, que le permitió conservar su significado en ambas lenguas.
Este destacado compositor creo temas en diferentes géneros, como el bolero, bambuco, el tango, y su aporte a la música regional istmeña lo pone en un lugar muy importante, ya que con sus canciones quedó demostrado su conocimiento en la estructura musical de este género.
Eustaquio como muchos personajes de la vida mundial, también padeció una serie de obstáculos y carencias que lo motivaron a desarrollar su gran capacidad creativa; este personaje fue promotor incansable de la cultura zapoteca y prueba de ello es el legado que nos dejó.
1980 el autor publicó la guía gráfica fonética para la escritura y lectura del zapoteco que reunió 4 mil 720 vocablos y siete anexos, teniendo como único colaborador su amigo el profesor Ezequiel López Vázquez.
En su labor educativa, como maestro de enseñanza musical, inicia el 15 de abril de 1948, con el apoyo del Profesor Germán López Trujillo, quien entonces era el Supervisor de la Zona numero 32, permitiéndole recorrer varias escuelas donde dejo sus enseñanzas a muchas generaciones.
Por su trayectoria ejemplar, el maestro Eustaquio Jiménez Girón, recibió en vida innumerables reconocimientos, y en julio de 1977, las autoridades municipales, civiles, educativas y culturales lo declararon, “Hijo Predilecto de Juchitán”.
Eustaquio como muchos personajes de la vida mundial, también padeció una serie de obstáculos y carencias que lo motivaron a desarrollar su gran capacidad creativa; este personaje fue promotor incansable de la cultura zapoteca y prueba de ello es el legado que nos dejó.
Falleció el 10 de mayo de 1981, y en su memoria fue creada una escuela bilingüe que lleva su nombre. En el año 2011. En el panteón municipal donde descansan sus restos, los integrantes de la Asociación Civil Neza Nabaini, colocaron una placa conmemorativa en el 2007 y en el año 2011 se develó una placa en su memoria al cumplirse 30 años de su muerte.
Información tomada de la autobiografía del compositor y de la semblanza redactada por David Ruiz integrante de la Fundación Histórico Cultural.
Cultura
Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024
Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.
Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.
En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.
El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.
Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.
Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.
Cultura
Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño
Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet
El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo, se torna, interesante para la mente infantil.
En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual, José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.
En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.
Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.
El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.
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