Cuando la ‘sociedad política’ (tradúzcase Estado) ha desatado una persistente ilegitimidad a lo largo de muchos regímenes (tradúzcase Gobierno), la ‘sociedad civil’ empieza a buscar componentes que suavicen en la opinión pública un destino paralelo a aquél, desde la información, desde la noticia, que permite a quien la tiene, venderla, mercenarizarla, a quien deje provecho personal; utilidades, en la porción de sociedad que las reclama. La inquietud, por decir lo primero que viene a cuento, resultó un polvorín para quien en la ingenuidad dio su postura con lo que tenía a la mano. Esta crisis se veía venir, y llegó para quedarse.

De parte de la sociedad civil rebelada, la información ha sido exhaustiva, ellos gobernaron el instituto de educación local, saben cuánto pasa y cómo pasa por los canales apropiados, saben cómo pasar la prueba de fiscalización que las finanzas propician en un contubernio exquisito que Oaxaca ha brindado en su máxima expresión. ¿Nos duele que Oaxaca haya llegado a esos excesos? La ingenuidad probablemente diga que sí. Contesta como se pierde la conciencia en el acto amatorio o como publica el ‘filtro’ #PrayForOaxaca. Contesta a la primera, sin consultar al raciocinio. La respuesta cuajada, probablemente es no, no nos lastima, no nos duele. En un trabajo anterior que publiqué en otro lugar (La corrupción nunca fuimos todos), enfaticé que no todos participamos en esa versión pragmática de evidenciarnos ante el mínimo asomo de altanería o asombro. Ya nada nos asombra a un mínimo de atrevidos en lo que sí hemos comprendido de ‘trato igualitario ilegítimo’. Cansados de lidiar con la burocracia local y federal, hemos convenido en ponernos a esperar que los sinsentidos se propicien como en un cuento ‘kafkiano’, entre el sabor a tierra (a Chía, diría Octavio Paz), hierbas, ocultismo, gente que pichicatea todo y gente que rapiña todo. Corresponder a la aventura, corresponder al reto, no ‘ponerse a modo’. ‘Ponerse a modo’ es la actitud de los mediocres. En ese estadio de mediocridad uno vive, y vive porque aquí quiere estar entre los nuestros, con todo y esos asegunes.

La información, decíamos, era una numerología que vende. Muchos signaron una iniciativa de ley anticorrupción, soldados que nunca previeron que detrás de eso siempre estuvo un empresariado que esperaba detentar los números, para vaciarlos en sus ‘saldos disolutos’. Un Estado sobre otro Estado. ¿Minimizar los riesgos de la corrupción?, ese fue el cuento hechizo que se nos compartió. Ni Jeremy Bentham con su Panóptico ni Norberto Bobbio con su Teoría de la Publicidad del Poder, previeron que el custodio que iba a vigilar al vigilante (el Estado), era el mismo empresariado. De saber que la fórmula a la mexicana era esa traducción, harían un estudio comparado primero. Por cierto, el empresariado es el mismo que ahora repite a los cuatro vientos que nadie que no viva en Oaxaca opine sobre lo que pasa en este estado. Y que se declare el desastre económico, ¿cuál desastre —pregunta el curioso-–?, pues el ‘mío’, ¿de quién más? —responde-–. El oaxaqueño no deja de ser ese sujeto con quien el demónico Freud no pudo lidiar. El Alter Ego a su máxima potencia.

Los cierres carreteros son cosa común en el Istmo de Tehuantepec. Aquí la sociedad es comprensiva, sobre todo por la influencia de Juchitán. La resistencia es Juchitán. Eso lo dejamos claro en un trabajo anterior publicado aquí mismo (El Istmo de Tehuantepec, ¿debería escalar a convertirse en una región autónoma?). Aunque a cierto sector de la resistencia magisterial ahora se le agregue el fetichismo doloso de comerciar con la necesidad ajena. Lo permite, hace que ciertos transportes tomen el control de imponerle el precio que se estime pertinente dado el desabasto de transportes con fines ejecutivos (ir a enfrentar una responsabilidad laboral en los perímetros de la región o fuera de sus confines). El incremento al costo por travesía extraordinaria ha llegado a alcanzar mínimamente, en este momento, el 50% de su precio regulado. La ‘justicia selectiva’ o si se prefiere el nombre de ‘secuestro de los conflictos’ (Nils Christie), dejó de ser exclusivo de las fuerzas oficiales, ahora la insurgencia lo aplica al incendiar camiones de una marca pero no de otra (ya de por sí, servicios de transportes carentes de calidad y de pésimo traslado tanto por el trato inadecuado dado a los usuarios como por la molestia que se comparte en sus azarosos destinos debido a un lastimoso sistema de combustión y de una carrocería ausente de mantenimiento, lo que no obsta para comprometer los respectivos patrimonios de una manera parcial).

Fuera de la forma, también el fondo es escaso en argumentos para cierto sector de la resistencia magisterial. En la tan sonada reunión con Gobernación, que es más un artilugio mediático que una resolución precisa, técnica, el pliego de peticiones de la sociedad civil rebelada ha sido ‘poquitera’. En su momento, no se quiso pasar a la Acción de Inconstitucionalidad por parte de los abogados que arengan la dicharachería en el plano de los ‘amparos’ dada la magnitud de lo que representaba el volumen de afiliados que no deberían vivir esta incertidumbre laboral. Eso pudo parar de manera efectiva la Reforma Educativa. Los costos se hubieran ahorrado sin pagar el precio de la postergación. El abogado istmeño vive en consonancia con lo que le construye la perniciosidad tribunalicia de impugnar por defecto, cuando en realidad la impugnación debería ser una excepción a la regla. El recurso de Amparo vive sus últimos días, si empatamos las reformas estructurales de 2008 y de 2011, y la correspondiente al artículo 73 constitucional conocida como la reforma de 2013, en donde el control convencional y el control constitucional obligarían a hacer oficiosa la presunción de inocencia.

En el Istmo de Tehuantepec, algunas cadenas comerciales intentan espantarnos con la ‘caja del muerto’ su salida de la región con carácter de irrevocable. Como si no supiéramos que los ‘capitales’ no tienen carácter irrevocable, siempre son revocables en cuanto a permanecer vigentes en una plaza. El saqueo y vandalismo en por lo menos tres poblaciones de la región, si bien se presumen ajenos a la disidencia magisterial, también reflejan una ‘justicia selectiva’ o ‘secuestro de los conflictos’ que se torna caprichosa en cuanto a permitir medidas licenciosas de amedrentamiento a quien no apoye al movimiento en resistencia. Preocupa que la cosa sea ‘chipotuda’, incomprensible para todos, dada su perspectiva de legitimidad que el movimiento en resistencia persiste en ver.

Y los regímenes federal y local, se siguen rascando la cabeza de qué parte hicieron mal. La respuesta es, mucho está mal hecho. Pudieron como sociedad política componer el rumbo, aumentar las instancias de supervisión, darle continuidad a causas justas. Los regímenes han sido insensibles al tema, indolentes, no otorgan la garantía de que la mayoría del personal de base ingrese sobre estándares paulatinos de negociación en el tamiz por donde quieren pasar los resolutivos normativos vigentes, pero sin la positivización necesaria para declararlos eficaces.

En Oaxaca, los perdedores electorales ahora como ‘oportunistas’ profesionales hablan mal del régimen que los amamantó durante un sexenio. Los dos funcionarios del gobierno estatal que renunciaron hace unos días por solidarizarse con el movimiento en resistencia, dijera una amigo istmeño, fueron ‘grises’ en el cumplimiento de sus responsabilidades, además que sus instancias atribuidas pasaron sin pena ni gloria a lo largo de su ministerio. Concuerdo. Ellos y aquellos contribuyeron a que esa riqueza cultural de la entidad no sea expuesta con legitimidad, con orgullo, dijeran los ideólogos de los ‘programas de cumplimiento’: con ‘prestigio’. Dejar como saldo un ‘encarnizamiento’ desmedido que de manera indirecta ha tocado al Istmo de Tehuantepec, es una idea de nación que no concuerda con la defensa de los símbolos patrios. El nacionalismo nunca debió ser el medio. A menos que el ‘círculo vicioso’ sea más remunerativo que el ‘círculo virtuoso’. Solo así se explica esta realidad que ya nos está permeando en el Istmo de Tehuantepec.