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Cultura

Henestrosa el memorioso

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Juchitán, Oax.- Alguna vez me preguntaron si llegué a conocer a Henestrosa, siempre respondo que lo conocí en la ciudad de México, en una exposición de pintores juchitecos en el Hospital siglo XXI que organizó Alfredito Cardona Chacón, el viejo Henestrosa andaba buscando a una joven pintora y me preguntó por ella y yo le indiqué con el índice por donde estaba. Eso fue todo el diálogo que llegamos a tener.
Llegué a verlo en varios eventos en la capital siempre erguido, presto a bailar los sones que bailaba a brinquitos, con sus manitas al frente a la altura del ombligo parecía un conejito en medio de la pista, las personas que trataban de hablar con él tenían que gritarle al oído porque estaba medio sordo y no escuchaba incluso cuando llevaba un aparato en la oreja: na cuata dxe’ diaga be decían los chistosos.


Generación de chistosos se le llamó a su generación, y Henestrosa era un rey en las sobremesas, presto para la anécdota, tenía una sapiencia y memoria infinitas, en una exposición se encontraron él y Macario Matus, ambos con una copa de mezcal en la mano, el autor de Los hombres que dispersó la danza retó al poeta juchiteco y le preguntó cómo se decía en zapoteco salud, a lo que Macario dijo “no sé, hue”, a lo que Henestrosa con rostro de reprobación dijo es “bicá rua”. Aunque a mi me gusta más como dicen salud los zapotecos de la sierra que según el novelista Javier Castellanos es “ti xpiou” o “ti xpiaalu’” como se diría en nuestro zapoteco.
En una charla que dio en la Casa de la Cultura un personaje que es famoso por su necedad le cuestionó sobre la ruindad de su vida política, nuestro personaje fue dos veces diputado y senador de la república y al contrario de otros escritores y funcionarios como Enrique Liekens, que realizó obras para su pueblo y donó terrenos para construir escuelas y centros de cultura, Henestrosa nada dejó ni siquiera para Ixhuatán. Vicente López que trabajó en la casa de Herón Ríos, suegro de Henestrosa, me contó que siendo Henestrosa diputado cuando los paisanos iban a buscarlo para pedirle ayuda siempre mandaba decir que no estaba.
Sin embargo habría que distinguir siempre la vida de la obra de un escritor, en lo referente a Henestrosa replico lo que dijo su paisano Manuel Matus en su primer homenaje póstumo en el palacio de Gobierno de Oaxaca: “se puede cuestionar al príncipe pero jamás al poeta”. En cuanto a su legado literario nos deja su valiosísima obra, en mi caso empecé a escribir después de leer “Entonces vivía yo en Ixhuatán y me llamaba Andrés Morales” un librito que me regaló el escritor Carlos López director de la editorial Praxis, maravillado por su prosa entrañable me animé a inscribirme en un taller literario y me aventé a la aventura de escribir y tratar de comunicar la emoción que me inundó cuando leí al escritor de Ixhuatán.
En mi estadía en la ciudad de México acostumbraba levantarme temprano para comprar el periódico Uno más uno cuando venía el suplemento Sábado que dirigió Humberto Batis, en donde Andrés Henestrosa y Macario Matus tenían sus columnas del primero era “La flor en el erial” y del segundo “Erotomanías”. Aunque su obra literaria fue breve su obra periodística es abundante, escribía diariamente una columna desde que tenía 44 años, empezando en El Nacional y después en colaboró a lo largo de su vida en los periódicos nacionales: Excélsior, Novedades, El Popular, El Universal y El Día. Parte de esta se encuentra en la Biblioteca Gabriel López Chiñas en el libro Alacena de Minucias, ahí aficioné a su necrología y lloré cuando leí sus palabras de despedida ante la tumba de Alfa Ríos.
Era un columnista excelente difícil resistirse a leer sus columnas, sus entradas eran magníficas, impecables en Canto a Martina Henestrosa escribe: “Todo envejece en este mundo, menos el corazón. Todo pasa menos lo que estuvo alguna vez en nuestro corazón, que no olvida, que recuerda siempre.”

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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