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Cultura

VICTOR DE LA CRUZ, Una breve mirada a su vida creativa

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Hca. Cd. Juchitán de Zaragoza, Oax. “Cuando niño, pocos creyeron que alcanzaría el sexto grado de educación primaria; pero gracias a que después seguí el consejo del dicho popular mexicano que reza: “El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”, miren ahora en dónde estoy y en qué compañía”…1

Víctor de la Cruz Pérez nació en la Heroica ciudad de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca el 26 de octubre de 1948. Obtuvo el título de licenciado en Derecho y los grados de Maestro y Doctor en estudios Mesoamericanos, por las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras de la UNAM. Profesor de Filosofía, Historia y Redacción en el Instituto Tecnológico del Istmo, de 1974 a 1979, profesor en el programa de formación profesional de Etnolinguistas del Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), entre 1979 y 1980, impartió catedra en el programa de Licenciatura en Antropología, en el sistema abierto de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en Oaxaca, al igual que en el programa de Maestría en Literatura Mexicana del Instituto de Investigaciones en Humanidades de la UABJO.

Se desempeñó como asesor del Centro de Investigación y Desarrollo Binnizá, A.C. (zapoteco del Istmo) y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) en Oaxaca, entre otras actividades realizadas en Oaxaca y el país. Su vida prolifera de investigador lo condujo a la tribuna más alta del país para cualquier intelectual, Víctor de la Cruz, fue electo integrante de la Academia Mexicana de la Lengua correspondiente a Oaxaca, el 25 de agosto del año 2011, su estancia breve no fue obstáculo para ser reconocido como uno de los grandes hombres que amó y produjo la mayoría de sus obras en su lengua materna.

Merecedor de numerosos premios y reconocimientos entre los que destacan el Premio Nacional de Ensayo para el Magisterio (1986), Premio Casa Chata (1992), Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Indígenas (1993), Reconocimiento al Mérito en Investigación Científica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (1995), Premio Casa Chata (1997) y Premio Francisco Javier Clavijero (2003).

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La enorme producción literaria y de investigación de este juchiteco motivo que Miguel León-Portilla lo definiera como un “mexicano universal que dedico su vida al servicio de la cultura y a escribir a través de su obra la riqueza de todo aquello que representa México, precisamente desde sus lenguas ancestrales”, sus obras fueron conocidos en revistas especializadas y libros, traducidos al inglés, francés, italiano y alemán Entre sus trabajos destacan Primera Voz (1968), El Problema de la Validez del Derecho (1973), Diidxa’ sti’ Pancho Nacra (1973 y 1982), Los Niños Juegan a la Ronda, ilustrado por el pintor Francisco Toledo, (1974), Cuatro Elegías (1979), Dos que Tres Poemas (1979), Canciones Zapotecas de Tehuantepec (1980 y 1983), Corridos del Istmo (1980 y 1983), Las Guerras entre Aztecas y Zapotecas (1981), La rebelión de Che Gorio Melendre (1983), Genealogía de los gobernantes de Zaachila (1983), En Torno a las Islas del Mar Océano (1983), Dxi yegapa Geu’ saa Bixhahui-Coyote va a la Fiesta de Chihuitán (versión Bilingüe zapoteco español, ilustrado por el pintor Francisco Toledo (1983), Cuando te hayas ido (1985), La Flor de la Palabra (antología bilingüe de la Literatura Zapoteca, 1999), Aspectos históricos de la Educación en Oaxaca (1989), Jardín de Cactus (1991), Antología Literaria de Oaxaca (1993), El General Charis y la Pacificación del México posrevolucionario (1993), Diidxa Guie’ (2006), El Pensamiento de los Binigula’sa: Cosmovisión, Religión y calendario (2007), Mapas genealógicos del Istmo Oaxaqueño (2008).

Una vasta producción que sería interminable mencionar. Víctor de la Cruz fue Director de la Casa de la Cultura de Juchitán, lugar desde donde provoco que generaciones de jóvenes encontraran su vocación literaria, y fue junto con el destacado pintor Francisco Toledo uno de los creadores de la revista “Guchachi Reza”. La muerte lo arrebató de lo cosmovisión zapoteca el pasado 9 de septiembre de este año 2015, con él se fue uno de los pilares más importantes de la investigación y la literatura que Juchitán ha dado al mundo. Fragmento del Discurso de Ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua. Las Literaturas Indígenas Mexicanas.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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