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Cultura

El zapoteca que transformó a una villa y a un país

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Los destinos del presidente de México Benito Pablo Juárez García –de quien hoy se celebra su natalicio– y la antigua villa Paso del Norte, se cruzaron la mañana del 14 de agosto de 1865.

Ese día, encabezando la resistencia en contra de la invasión francesa a México, el prócer arribó a la entonces pequeña población fundada en 1659 por fray García de San Francisco.

Tras recorrer cientos de kilómetros, cruzar sierras, planicies y el desierto, así como rancherías, pueblos y ciudades en un carruaje de manufactura francesa, de dos puertas de madera con manijas de bronce y vidrios biselados abatibles, en las que se apreciaba un escudo republicano y en la parte inferior una cabeza de león, hizo su entrada por el antiguo Camino Real de Tierra Adentro.

Su estancia se daría entre el 14 de agosto y el 20 de noviembre de 1865, y de nuevo entre el 18 de diciembre de ese año y el 10 de junio de 1866. En este último periodo celebraría su cumpleaños número 60 arropado por los habitantes de esta región.

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Los integrantes de esta comunidad, le brindarían un refugio, ayuda y confianza para encabezar y reorganizar la resistencia contra los franceses, a grado tal que en una de sus cartas Juárez escribiría afirmando: “Aquí no hay traidores”.

El origen de su sobrenombre

Apenas dos meses antes, el 2 de mayo, el Congreso y Gobierno de Colombia lo habían nombrado Benemérito de las Américas por su perseverancia en la defensa de la independencia y libertad de México y con ello, también de los países latinos del continente.

Su llegada a esta región marcaría el fin de su Gobierno itinerante arropado de triunfos y cambiaría para siempre el destino de la antigua Paso del Norte, que tiempo después, el 15 de septiembre de 1888, adoptaría en su honor el nombre de Ciudad Juárez.

Durante su estancia en la frontera, Don Benito instala su gobierno en una finca de adobe ubicada sobre la entonces calle Del Comercio —hoy 16 de Septiembre—, ubicada al norte de la misión de Guadalupe, desde donde tomó las decisiones que marcaron lo mismo el rumbo del país que de los habitantes de esta comunidad.

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Transforma la región

Desde ese lugar —hoy desaparecido— reorganiza la resistencia contra el invasor, emite decretos de gobierno para terminar con disputas de tierras, reorganiza el territorio de la Villa Paso del Norte creando los llamados “Partidos” que fueron una especie de colonias agrícolas a las que denominó: Iglesias, Senecú, Escobedo, Mejía, Doblado, Días, Romero, La Fuente, Lerdo, La Playa y Chamizal, además de Zabálcar.

También resolvió el manejo de las acequias y su Gobierno inició la disputa internacional por el pedazo de tierra que México perdió por el movimiento del cauce del Río Bravo, y que después de 100 años, Estados Unidos devolvería al país para convertirse en el parque El Chamizal.

De Oaxaca a Paso del Norte

El 21 de marzo de 1806, en San Pablo Guelatao, en un pueblo pequeño de Oaxaca con sólo 20 familias, el 21 de marzo, nace quien guiaba en 1865 desde Paso del Norte a los mexicanos en contra de los franceses.

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Hijo de Marcelino Juárez y Brígida García, ambos zapotecas monolingües, dedicados a la agricultura, habría de quedar huérfano a los tres años y bajo el cuidado de su tío Bernardino Juárez, hombre de carácter duro, pero con quien aprendería a leer.

Durante su infancia y hasta los 12 años, trabajó pastoreando las ovejas del tío en las inmediaciones de la Laguna Encantada.

A esa edad, partió para la ciudad de Oaxaca atraído por noticias e historias que alguna vez escucha, en particular de sus amplias calles, casas grandes y escuelas, y donde se encontraba su hermana trabajando en la casa de la familia Maza.

En Oaxaca conoce a Antonio Salanueva, un hombre que vestía los hábitos de la orden tercera de San Francisco, de oficio encuadernador, que se convirtió en su tutor y le abre camino en la vida.

Su tutor lo hizo ingresar al Seminario de Santa Cruz, donde estudió el bachillerato; luego, en 1828, al Instituto de Ciencias y Artes, en el que se gradúa de abogado en 1834.

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En Oaxaca ejerce su profesión de litigante en un despacho y es también profesor de física y secretario del Instituto donde él mismo estudia.

Es también ahí donde inicia su carrera política desempeñando la regencia del Ayuntamiento de Oaxaca. Después ocupa una diputación local y en 1834 asume el cargo de magistrado del Tribunal Superior de Justicia. La trayectoria continúa en 1841 cuando fue nombrado juez de lo civil.

En 1843 contrae matrimonio con Margarita Maza y años después alcanza la gubernatura de su estado y ejerce un mandato que va de octubre de 1847 a agosto de 1852 cuando fue destituido por Antonio López de Santa Anna en represalia por sus ideas liberales y su oposición a la dictadura que encabezaba.

Según Santa Anna, en alguna ocasión Juárez tuvo el atrevimiento de prohibirle la entrada a Oaxaca, por lo que, en mayo de 1853, fue aprehendido y expulsado del país para ser enviado directo a Cuba.

De ahí, Juárez se traslada a Nueva Orleans, Estados Unidos donde se vincula con otros liberales mexicanos que se encontraban en la misma terrible situación de destierro que él, entre los que destacan Melchor Ocampo, José María Mata y Ponciano Arriaga.

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Desde el destierro apoya el movimiento de Juan Álvarez, quien proclama el Plan de Ayutla y encabeza una rebelión que derroca al presidente Santa Anna, lo que le permite al oaxaqueño regresar a México y ser designado ministro de Justicia e Instrucción Pública.

Las leyes provenientes de un hombre ilustrado

En esa época se expide la ley sobre Administración de Justicia, mejor conocida como Ley Juárez, que ordenaba suprimir los fueros eclesiástico y militar.

La historiadora Elsa Aguilar Casas en su artículo difundido por el INEHRM, “Benito Juárez, visionario de un nuevo México”, señala que el contexto en el que surgió esa ley marca el inicio de una nueva etapa en la historia de México, en que por la vía legal se buscaba modernizar a la sociedad en todos los sentidos: político, económico, educativo y cultural.

Pero antes, le habría de costar al país una sangrienta guerra de liberales contra conservadores, estos últimos luchando por preservar su poder.

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En ese conflicto, Juárez al lado de compañeros como Melchor Ocampo, Sebastián Lerdo de Tejada, Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Payno, Matías Romero, y grandes militares como Ignacio Zaragoza, Jesús González Ortega, Mariano Escobedo y Porfirio Díaz, logra el triunfo para los liberales.

Durante la presidencia de Ignacio Comonfort, al frente del Ministerio de Gobernación y al mismo tiempo de la Suprema Corte de Justicia, impulsa al Congreso Constituyente, en cumplimiento al Plan de Ayutla y en febrero de 1857 promulga la nueva Constitución que también desencadena un conflicto armado entre liberales y conservadores, conocido como la “Guerra de Reforma” o la “Guerra de los Tres Años”

El mismo Comonfort cambiaría de bando para desconocer el nuevo orden legal, lo que permitiría a Juárez, ya en su calidad de presidente de la Suprema Corte de Justicia, asumir la primera magistratura de la República, acatando de esta manera lo dispuesto en el artículo 79 de la Carta Magna.

En medio de la guerra, entre julio y agosto de 1859 promulga las leyes de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos, la de Secularización de Cementerios, la del Registro Civil, las cuales, nacionalizan los bienes del clero, separan a la Iglesia del Estado, ordenan la exclaustración de monjas y frailes, prevén la extinción de las corporaciones eclesiásticas, e implantaban el registro civil y secularizaban los cementerios y las fiestas públicas.

En esa época, el mismo Juárez ante la mirada atenta de la gente, lleva a su hija Manuela a contraer matrimonio al Registro Civil, en apego a la nueva Ley. Sin embargo los conservadores apoyados originalmente por Gran Bretaña, España y Francia pronto habrían de conspirar para instaurar en el país una monarquía europea. El camino que lo llevaría hasta Paso del Norte, apenas comenzaba…

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Con información de: Diario.mx

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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