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Cultura

Ndaaya’, la bendición

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Solemne, con una mirada apacible que da el paso de sus más de setenta años, Victoriano López deshila un sermón por donde asoman resquicios de viejas palabras, oraciones enhebradas con antiguas sentencias teñidas por su sangre zapoteca y por citas hilvanadas en el libro que dejara Casiodoro de Reina allá por el siglo dieciséis.

Ante la mesa del santo, que preside un Cristo crucificado al interior de un nicho encristalado, el xhuaana’ Victoriano, hombre respetable encargado de conducir la ceremonia de bendición para Manuel y Cecilia, quienes mañana se casarán por la iglesia católica, se dirige a novios, padrinos, madrinas y la madre de Manuel (Josué, con ajustada guayabera, hermano de ella, lleva el papel del padre).

En zapoteco señala Victoriano las bondades del matrimonio, los deberes, las obligaciones. Ella va a ser tu madre, le dice a Manuel; él va a ser tu padre, le dice a Cecilia. Luego recuerda el terremoto del año pasado y pasea su mirada por los asistentes al ritual, sentados en yoo bido’, la casa del santo, la tejavana habitada por la madre del novio, Margarita, a quien conocen en este pueblo dolorido como Ita Pau, mujer luchona, golpeada por la adversidad una y otra vez, pero no se quiebra, sigue remando a contracorriente para continuar como jefa de familia.

“Dios nos guarda, nos cuida, nos lleva con su mano generosa por este mundo, por eso nos salvó ese día que tembló en la tierra; si hubiera querido, nos hubiera abandonado en la desgracia, pero aquí estamos para ver a estos muchachos, para acompañarlos. Ustedes deben amarse siempre, esta unión es para siempre, no para unos días, unos años, en los tiempos buenos y en los tiempos malos”. Así dice el viejo Victoriano, que sabe también darle un ligero toque de humor a la seria ocasión.

Enseguida pregunta si están listos los panes y chocolates; entrega la sabrosa cortesía a los novios y padrinos de velación, apenas un par de minutos después una señora recoge las viandas simbólicas, que luego le serán dadas a la madrina. Tiende un petate ante la mesa del santo, llama a Manuel, los padrinos se aproximan y le ayudan a ponerse de rodillas; luego se repite la acción con Cecilia, y comienza la ceremonia de la bendición.

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El xhuaana’ se persigna ante el cristo, cuyo nicho se halla rodeado de flores, y llama al padrino de velación, quien también se persigna, toma con la mano izquierda la cabeza del novio y con la diestra señala una cruz sobre la frente de éste. El padrino da un paso y hace lo mismo con la novia. Así desfilan luego: la madrina, los padres de Manuel, los padrinos de cantarillas y los familiares del novio. Los padrinos de Velación regresan y ayudan a ponerse de pie a quienes mañana se casarán en la iglesia de la Santa Cruz, allá al pie del cerro.

Termina la ceremonia, desposantes, Ita Pau, Josué y los padrinos de velación, encabezados por Victoriano, encaminan sus pasos a la casa de Cecilia, donde se desarrollará este mismo ritual. Se despiden todos en medio de sonrisas y buenos deseos. Aunque los personajes principales no dejan de sostener el gesto serio.

A un lado de la tejavana, en tinas y cazuelas, reposan gallinas desplumadas y la carne fresca de una vaca sacrificada esta tarde. Hierve en la caldereta el aromático café, la comadre Carmen ofrece bollos y marquesotes. Al fondo se oye la carcajada de Lupe Xhen; acá cerca, junto a la mesa donde brilla un pescado recién sacado de las brasas, la vecina Antonia Cu Muuna’ se regocija con sus léperas palabras.

Por la calle, sobre la noche oscura, el nortazo anuncia un nuevo casamiento con su ulular de ciento veinte kilómetros por hora. El tronido de los cohetes, reventados a la hora de la bendición –ndaaya’- comunica al pueblo lo sucedido.

Señoras, alisten el holán para la enagua. Señores, preparen la garganta para los amargos fermentos y la espléndida botana. Hay fiesta al pie del cerro, mañana sábado. ¡A despellejar el dolor, que la alegría vuelve!

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Santa María Xadani, enero de 2018.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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