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LA VIRGEN DEL PUEBLO

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Virgen Pueblo 02

En el pueblo de Juchitán desde la antigüedad más remota hasta nuestros días, ha habido curanderos, hechiceros, yerberos, brujos, hueseros, sobadores (masajistas) y consejeros de salud, amor y litigios; en su mayoría eran personas adultas o ancianas las que desempeñaban estos papeles, debido a que no había profesionales de la salud ni de otros menesteres y en la actualidad, aunque subsisten de manera simultanea con los médicos, enfermeras y licenciados, y sus servicios son requeridos en menor proporción, aún siguen teniendo demanda sus curaciones y sus consejos.

 

En el pasado fueron famosos: Sabinu Guisu o Sabino Olla, (huesero), Poula Bidxa o Paula Bruja (curandera de espantos), Ta Cha o señor Isaías (consejero matrimonial), formidables por los sermones tan conmovedores e inauditos que dirigía a los recién casados, antes de ser bendecidos por sus padres, frente al altar, Na Flor o señora Flor(sacadora de basura de los ojos), Tilu Mangoa o Rutilo Bronco(asesor en litigios de tierra), Ta Pa o señor Gaspar (mentor de mentiras: tenia una gran imaginación que empleaba para enseñar a mentir a los niños).

En la época presente se puede mencionar a Yom Mushe o Hilarión Afeminado, Virge Me´diu o Virgen Médium, Toña Caldu o Antonia Caldo y otros mas, pero en general, como se puede constatar, hay predominio de la s mujeres en estos quehaceres. Sobre sale de este grupo Virgen Médium, una verdadera señora de la hechicería y la curandería, con aptitudes innatas, gran sensibilidad y visión pre cognitiva, todo lo cual aprovecha para dedicarse con singular habilidad a curar de espantos a niños y adultos con cierto éxito lo que permitió que su fama transcendiera mas allá de los limites regionales.

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Conforme transcurría el tiempo aumentaba el número de sus pacientes, a tal grado que llegó a quitar clientela a los médicos alópatas quienes, ante el peligro de perder clientela e ingreso, se pusieron celosos y amenazaron con acusarla ante las autoridades sanitarias. Todavía, hoy en día, existen algunas personas que practican el oficio, pero ya no son tan efectivas ni convincentes como las de antes.

Virgen Médium era su apodo porque se ponía en trance para comunicarse con los espíritus del mas allá, los de ultratumba, para llevar a cabo sus curaciones esotéricas, artes que practicaba en un ambiente donde predominan la ignorancia, la brujería y la magia y donde la mayoría de los adultos no saben leer ni escribir y debido a la estructura fonológica de la lengua zapoteca, la gente del pueblo no podía pronunciar la palabra médium porque le es ajena a su esquema mental; por lo tanto, se le hizo más fácil y, aunado a su ingenio, llamarle medio Virgen. Esta señora curaba de espantos y de sustos, particularmente a niños, jóvenes y, en menor proporción, a adultos.
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Su procedimiento consistía en tomar el pulso del paciente, el cual oprimía durante un lapso breve(dos minutos), al tiempo que cerraba los ojos para concentrarse y empezaba a invocar el nombre de los santos y vírgenes de su predilección, mencionando en primer lugar a San Vicente ( patrón del pueblo) y seguía con San Lucas, San Jerónimo Doctor y demás bienaventurados; después de este ritual, le describía a la paciente una relación de sucesos trágicos, dramáticos y conmovedores, de manera cronológica: dentro de este abanico de hechos –decía al paciente- recuerde cuales son los que mas le impresionaron o le causaron fuertes sustos que se le quedaron grabados en la sangre ya que esos son la causa de que siente enfermo, desganado y triste, su aspecto decaído, su tez pálida y la falta de apetito y fuerzas en el cuerpo.

Realmente la curandera no precisaba los hechos que habían causado la enfermedad, sino lo que hacía era un cuadro descriptivo- a grandes rasgos- de los sucedido al paciente. En ese momento el enfermo tenía que recordar cual de los sucesos descritos lo había espantado o dejado huella, al recordarlos y creer en el procedimiento curativo, en la misma medida podría sentirse curado, con ganas de comer, caminar y volver a su vida normal. Siguiendo con el proceso, la señora le rociaba un cuarto de anisado, bebida hecha de la fermentación del maíz, y con un manojo de flor de albahaca se lo pasaba por el cuerpo al enfermo, le proporcionaba un brebaje de hiervas silvestres de color azul que ella misma preparaba y le envolvía con un cobertor grueso, de manera que con el calor tan elevado del trópico, la hora de la consulta -12 del día, cuando el sol está en el cenit- el enfermo sudaba a chorros hasta que le salían todos los sustos a través del sudor, así como también las toxinas; luego de esta sesión, el enfermo quedaba completamente relajado, laxo y dormía interrumpidamente por varias horas, como un lirón, después de tres sesiones de consultas y masaje quedaba completamente sano.

Por lo general el paciente acudía primero con la curandera y, cuando no daba con el remedio adecuado, entonces recurría médico. En otras ocasiones el proceso era al revés: va primero con el médico y, si en cierto tiempo no encuentra alivio, entonces acude al hechicero.

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Otra parte de la población concurre simultáneamente a ambos entes curativos, porque según su creencia una medicina no se contrapone con la otra, ya que la primera es de hiervas y masajes y la segunda de patente.

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Se cuenta una anécdota de un medico, egresado de la UNAM y nativo de la región: una señora le llevó un niño que estaba enfermo de recargo intestinal, el médico le receto medicinas con el resultado de que, después de dos semanas, el niño seguía enfermo, no sanaba y su madre desesperada lloraba de la angustia. Entonces el doctor, cuando la vio con esa actitud suplicante, le dijo: miré señora, llévelo con doña Virgen Médium, porque con una sobada que le aplique ella lo dejará completamente sano. Y el niño se curó y como cada vez que se volvía a enfermar su mamá lo llevaba con la hechicera, desde aquel momento este tipo de enfermedades lo atienden las curanderas, dejando sin pacientes a los médicos.

*Tomado del libro: Reminiscencias de la tierra nativa
Autor: Aurelio Gallegos Bartolo
Primera Edición FUNDACIÓN todos por el istmo
México, septiembre de 2003

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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