Conecta con nosotros

Cultura

Noticias del temblor 2 (Los fieles difuntos)

Publicado hace

el

FielesDifuntos2

Francisca y Argelia tienen la misma edad, poco más de cuarenta años. En el centro de Juchitán, se afanan por vender lo que la vida les ha destinado.

Sonriente, desde su rostro claro que se ilumina ante los “panes de muerto”, Francisca de Díaz muestra su oferta: cruces, panes alargados con una carita incrustada, pan de yema –con o sin carita. Pero sobre todo enseña un buen ánimo, unas ganas enormes por “salir adelante”, para sacar al hijo que estudia allá en Xalapa un diplomado que algo tiene qué ver con prótesis y artículos para gente que ha perdido alguna extremidad, un brazo, una pierna.
No hay tiempo para quejarse –explica- la necesidad empuja, tenemos obligaciones. Aunque con miedo, nos metemos a la cocina, encendemos el horno y a trabajar.
Frente al palacio municipal que muestra el coletazo brutal del siete de septiembre, un vacío donde antes había tres o cuatro de los treinta y un arcos del edificio diseñado por el italiano Esteban Ciotti, a fines del siglo diecinueve, la joven repostera platica:
-No, no es igual que antes del temblor, pero nos vamos recuperando, ya estamos de nuevo haciendo el bulto con cuarenta y cuatro kilos de harina, aunque se vende un poco lento. Nosotros empezamos a hacer pan apenas tres días después del terremoto, lo bueno es que tenemos horno industrial, porque casi todas las amigas que tenían horno artesanal, se les cayó, la mayoría todavía no se recupera. No es fácil. Comenzamos con poquito, pero ya trabajamos otra vez el bulto completo.
Se le pregunta si está vendiendo la cantidad usual de años anteriores. La contestación es una sílaba larga, larga, “noooo”. Agita las manos, más para ahuyentar recuerdos que para dispersar inexistentes moscas. Llama a una posible compradora con un prístino zapoteco que le brinca sobre la lengua, hace eco en el paladar y sale:
-Qué vas a llevar, mamá. Tengo pan de yema sabroso, ven vas a probar, cuál quieres.
Y sigue explicando.
-Poca gente vino a vender ahora, poca flor, poca fruta. Para qué, si saben que no va salir el producto. No hay dinero, además, no hay casa para hacer el altar, la ofrenda para los muertitos. Van a poner unas pocas cosas sobre una mesa, sin los escalones de antes, con toda esa flor, esa fruta, los panes, los tallos de plátano. ¿Caña? creo que ni siquiera lo trajeron ahora. Está triste todo, por el temblor. Por la novena sección, allá detrás del río, ni se escucha de velorio o que van a poner altar, si acaso un rezo nomás. Qué le vamos a hacer, pero tenemos que seguir luchando, lo bueno es que tenemos vida.
FielesDifuntos2
“Ven, pues, qué vas a llevar”, recomienza Francisca el llamado. Alrededor, el movimiento en este parque central habilitado para el comercio de las locatarias, luego de que el mercado sufriera daños por el sismo, el movimiento –digo- no es mayor que en los días previos, no hay el barullo, las prisas por alcanzar lo mejor de la fresca mercancía, o las veladoras, los sencillos candelabros de hojalata, las calaveritas de azúcar. No, no hay el entusiasmo de las juchitecas por vender, por comprar, por conversar en torno al precio o la calidad de lo ofertado. No hay.
Al sur del palacio, al fondo de la zona llamada Pista de la vela agosto, Argelia apenas sonríe cuando se le pregunta por el precio del manojo de refulgente cempasúchil. Pero afable, platica de sus andares por estos años de comerciar con la untuosa flor amarilla.
-El año pasado se llegó a vender a cuatrocientos o cuatrocientos cincuenta el bulto, ahora apenas y a ciento cincuenta; del bueno, porque salieron unas cosechas con flores chiquitas, mira ja’a –comenta y muestra un racimo con pequeñas inflorescencias – Pobre mi hijo, no tuvo suficiente agua y no se dio bien su flor; a otros, que sembraron como por el veinte o veintiuno de agosto, se les pasó la flor y vinieron ya secándose, por eso se dio más barato.
-¿Y están vendiendo como la mitad de lo que vendieron el año pasado?
-Ay, no, señor. Como menos de la mitad. Poco está comprando la gente. No hay dinero. Yo ahorita estoy aquí todavía, porque quiero vender lo de mi hijo, si no, ya me hubiera ido a mi pueblo San Blas, ya se fue el poquito que traje. Ni modo, qué vamos hacer, si eso es lo que Dios dice, si eso es lo que nos dejó el temblor, pues aguantamos.
Dos cuadras al norte, un maratón musical ideado por filarmónicos que vieron cómo el sismo y sus nueve mil réplicas los dejó damnificados, se deja escuchar. Los grupos suben al escenario para reclamar la atención de los gobiernos, para recordar que el dolor ha llevado a suspender pachangas de todo tipo, y con ello se fueron los contratos, el ingreso para la casa. A mediados de septiembre, Pepe Morales, director de una banda regional, señaló que le habían cancelado trece tocadas.
Y reclaman con lo que ellos saben hacer, con música. Son las cuatro de la tarde, y los incontenibles Wilmar’s, a través de su vocalista comienza a pedir “un pedazo de cielo”.

Santa María Xadani. En el inicio del día 30 de octubre.

Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

Publicado hace

el

Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

Anuncio

Continuar leyendo

Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

Publicado hace

el

Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

Anuncio

El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

Continuar leyendo

Tendencia