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Cultura

Juchiteco cumple sueño de volar y llega a Europa

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El joven juchiteco Jesús Ramírez ganó un concurso de baile en Costa Rica para presentar su espectáculo dancístico en una gala en el viejo continente.

«Nuestros brazos comienzan en la espalda porque una vez fueron alas»: Martha Graham. Esta frase de la coreógrafa estadunidense parece haber inspirado al bailarín Jesús Ramírez, quien desde pequeño siempre quiso volar. Fue la danza el medio a través del cual cumplió ese deseo, pues el joven oaxaqueño ya emprendió el vuelo que lo llevó primero a Costa Rica y luego hasta Europa.
Tras tener una infancia difícil, en la que incluso debió trabajar para poder estudiar, Jesús jamás imaginó que gracias al arduo trabajo y esfuerzo en su expresión dancística, mezcla de raíces oaxaqueñas con toques modernos, podría llegar a ganar un premio para ir a Costa Rica y después llegar hasta el viejo continente.
Chuchín, como le dicen familiares y amigos, se dedica a bailar desde hace siete años, aunque opina que «desafortunadamente, la danza en México implica aceptar condiciones laborales desfavorables por falta de apoyo gubernamental.
El presupuesto nacional aprobado por la Cámara de Diputados para el sector cultural este año es de 12 mil 428 millones de pesos, es decir, casi 3 mil millones menos que en 2016, lo que afecta a disciplinas como el teatro corporal, el performance dancístico, la danza contemporánea y todas las manifestaciones artísticas en general.
Para Jesús, perseguir sus sueños implicó dificultades desde que tenía un año de edad, cuando su madre lo dejó con sus abuelos Celestina Suárez y Leopoldo Ramírez, en un humilde hogar de Juchitán.
«Tuvimos muchas carencias, ellos no tenían recursos para enviarme a la primaria; pero cuando crecí, sentí el afán de buscar cómo sustentarme, recuerdo que no me preocupaba por ir a jugar, sino por obtener dinero para llevar algo a la escuela», comenta.
El apoyo que Jesús recibió de familiares y extraños fue fundamental para su desarrollo. «Una de las personas que me ayudó en ese tiempo, y que ahora recuerdo con mucho cariño, fue mi madrina Rosa Silvia, ella me decía: ‘Chuchín aunque sea saca la primaria, hijo’. Esa frase me alentó a seguir estudiando y a creer que sí podía lograrlo».
La pobreza obliga a niños y jóvenes a abandonar sus estudios; sin embargo, en el caso de este joven oaxaqueño de 25 años, esto no resultó así. «En la secundaria limpié casas, cuidé niños e hice mandados para obtener ingresos y, cuando tenía dudas en la escuela, podía ir con quienes me empleaban para que me ayudaran», dice ahora con una sonrisa que enmarca su rostro moreno.

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Desde la Casa de la Cultura de Juchitán, recuerda que desde muy joven le gustaba el baile, por lo que entró al taller de danza, donde conoció al maestro Miguel, que tiene un grupo de chambelanes y quien estuvo como cuchillito de palo, diciéndole «dedícate a la danza, eres bueno», y con quien además encontró una forma de seguir estudiando y ganar dinero haciendo lo que le gustaba.
Sus abuelos, de 80 y 83 años de edad, nunca dejaron de apoyarlo y recuerda que cuando egresó del bachillerato fue una alegría enorme para todos, todavía puede oír a su madrina diciendo «aunque sea la primaria, Chuchín», comenta el joven, mientras una lágrima se desliza por su mejilla derecha para disolverse de a poco en su afilada barbilla.
«Me llevé la idea de mi madrina y terminé la prepa; luego me encontré con una maestra que me dijo: ‘¿Por qué no estudias danza?’. Ella me recomendó un escuela en Xalapa; me puse a investigar en la página de la Universidad Veracruzana y en el último año de la prepa ahorré para ir a estudiar la licenciatura, tan solo con 10 mil pesos, dos cajas de huevo y una bolsa en el hombro», recuerda.
La universidad cambió mi vida
«Estar lejos fue difícil porque era un lugar completamente diferente al que estaba acostumbrado, al principio no supe qué hacer. El primer día dormí en la calle, luego encontré dónde vivir y pagué por seis meses, me quedaron como 500 pesos con los que compré una despensa», dice.
En ese lapso conoció mucha gente que lo apoyó, pero antes de terminar el primer semestre quiso regresar porque extrañaba mucho su tierra, pero ya cuando iba a darle la noticia su familia se arrepintió, porque recordó todo lo que había hecho por él y se dijo: tú querías regresar con un título y no te vas a ir si no lo tienes.
«Terminé mi primer semestre y regresé a Juchitán a trabajar de chambelán para juntar más dinero y pagar mi siguiente semestre y mi renta. Al volver a Xalapa conocí a Mónica, una amiga que me dio hospedaje por un año; en su casa me trataron como un hijo. Esas personas fueron unos ángeles, porque sin conocerme me apoyaron, y yo hasta vendía dulces en la escuela, en ese tiempo me conocían como La Chuchitiendita», cuenta.
Jesús cree firmemente que tiene ángeles que siempre lo cuidan, «cuando era niño soñaba con volar, por eso me gusta mucho que me tomen fotos cuando salto en alguna coreografía, porque parece que me voy al cielo como un ángel».
La discriminación también se hizo presente cuando sus compañeros lo molestaban acusándolo de robar, «pero yo nunca agarro lo que no es mío, mis abuelos me enseñaron a ser honrado», asegura.
La directora de la escuela con quien gracias a su carisma estrechó lazos, no tardó en ofrecerle trabajo como asistente y le tenía tanta confianza que le pedía se quedara en su casa mientras ella se iba de viaje, «manejé tarjetas de crédito y cambié cheques de 50 mil pesos, pero siempre los entregué completos, porque te voy a decir una cosa -los ojos de Jesús reflejan una profundidad magnética- no es cierto que la humildad te abre puertas, te abre portones».
Jesús cuenta que la universidad lo convirtió en lo que es hoy, porque «ahora soy como los que me ayudaron y si alguien necesita algo se lo ofrezco con el corazón».
Además ahí conoció a César Espejo, con quien armó el proyecto BicuYuba, con el cual lograron ir al extranjero. «Nos presentamos en la plataforma Xalapa Capital Escénica, en noviembre de 2015, para obtener pases a festivales. Así ganamos el pase para ir a Costa Rica, al certamen del festival Solo dos en Danza, al que llegan bailarines de diferentes países de Latinoamérica y Europa para obtener entradas a otros festivales del mundo».
Oaxaca, Costa Rica y…Europa
En Costa Rica concursaron muchas parejas y cuando anunciaron a los ganadores, Chuchín no lo podía creer, para él «fue una gran experiencia conocer la danza de otros países, además tomar clases con coreógrafos de todo el mundo y compartir con ellos fue una gran oportunidad».
La primera vez que se subió a un avión fue una aventura, recuerda que cuando despegó gritó tan fuerte que se puso colorado, «nunca había sentido mi estómago revolverse y al mismo tiempo quedarse atrás. Fue sorprendente, pero lo mejor vino después, cuando me di cuenta de que al fin ¡estaba volando!».
Respecto al trato en el extranjero, Jesús dice que «siempre fue amable» y que conoció la casa de Picasso. «Fue una experiencia completa, el conocimiento que adquirimos nos hizo volver con una visión nueva, dispuestos a implementarla en las escuelas para que los jóvenes no se vayan por caminos falsos como las drogas o la delincuencia; personalmente noté lo importante que es compartir con mi gente lo que viví afuera.
«Me interesa mucho generar público joven para acercarlo a las artes, es por eso que junto con compañeros de varias otras disciplinas, como música, teatro, pintura y fotografía, organizo un festival en la Casa de la Cultura que pretendemos despierte en los demás el gusto artístico. Por lo pronto en estos meses he visitado escuelas primarias en varios pueblos aledaños para difundir la danza contemporánea y me he percatado de que los niños, a partir de lo que ven, pueden decidir qué quieren ser».
Para este joven, las artes son esenciales porque los niños son susceptibles a muchas cosas y hay que desacostumbrarlos a la violencia, «porque si no les inculcas desde chicos la lectura, por ejemplo, puede que nunca agarren un libro, pero si se lo haces, puede que lleguen a ser grandes escritores», dice.
Nacimiento, vida y muerte
Jesús también cuenta que en Europa presentó Nacimiento, vida y muerte, un solo que normalmente monta acompañado de la banda filarmónica San Vicente, de Juchitán.
En ese homenaje, como le gusta llamarlo, usa la vestimenta de la mujer istmeña y la música folclórica regional, para llevarlas a lo contemporáneo, a una fusión entre el movimiento y la música que relata el nacimiento de los seres humanos, ese segundo en el que vemos la luz; es la representación de una mujer juchiteca que va con una partera, mientras de fondo muestra el poema «El huésped», de Irma Pineda.
«Esta danza representa la fuerza de las mujeres que son trabajadoras; el poder de sus manos, de sus pisadas firmes, con porte. Busco realzar a la mujer desde la perspectiva del hombre, quiero decir que no las vemos como menos, sino como nuestras compañeras, nuestro apoyo fuerte y firme», comenta.
Y lo que más le gusta de ella es que «uno en la vida puede estar feliz o infeliz, pero aquí en el Istmo todos ríen pase lo que pase; somos felices, y cuando una mujer se pone sus enaguas parecen pavorreales deslumbrantes y hermosas, eso quiero transmitir, incluso la muerte para nosotros es alegre porque nos vamos satisfechos, en paz y con celebración porque ya disfrutamos el nacimiento y la vida».

Jeus Ramirez
Es importante decir que en esa danza todo tiene significado, para interpretarla, el coreógrafo lee libros, investiga y en este caso fue con una partera.
La obra ha tenido críticas buenas porque Jesús exalta la tradición, aunque también hay quienes ven mal que se ponga enaguas, a lo que él dice: «Soy artista y hago una representación, eso no quiere decir que las usaré todos los días, pero igual analizo las críticas y mejoro lo que se puede, pero eso sí, ¡no me quito la falda!», ríe.
El futuro
«No viviría en Europa, pero si volvería para aprender y traer cosas a mi tierra y para los demás estados del país, por ahora quiero estar en mi pueblo y compartir; hacer una escuela de artes y una compañía de danza que participe en certámenes», dice con ilusión Chuchín.
«Ahora que miro todo lo que ha pasado y lo que, gracias a Dios, he logrado me siento muy satisfecho y amado por mi familia, que son todos los que me ayudaron en el camino, y si tengo algo más que decir es que todos los jóvenes debemos irnos pero regresar y devolverle a México y su gente un poco de lo mucho que nos da», concluye orgulloso.

Con información de Milenio

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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