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Cultura

Influencia de los ríos en los pueblos

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Los pueblos originarios de la Tierra se establecieron en la desembocadura de los ríos, a lo largo de su curso medio, en su recorrido por las planicies. Es así como surgieron las grandes civilizaciones en la antigüedad, un ejemplo clásico es la Mesopotamia, palabra de origen Griego que significa (en medio de ríos); el Tigris y el Éufrates, cuyas aguas confluyen en un punto llamado UR en el Golfo Pérsico, en este lugar surgió la civilización occidental hace más de veinte siglos, es tan antigua que actualmente la Ciudad de UR se localiza a treinta kilómetros tierra adentro de la costa, la llanura aluvial se ha extendido por el acarreo permanente de materiales erosionados a través del tiempo. La Mesopotamia, hoy dia, es el territorio del país llamado ( IRAQ ) donde se libra una lucha armada, su localización está en el Medio Oriente, suroeste de Asia.

En la Región Ístmica de México se localizan tres ríos importantes: el Tehuantepec, el de las Nutrias o Perros de Agua y el Ostuta; en este artículo me referiré al Río Los Perros. El Rio de las Nutrias (Bícu Niza), se forma de un conjunto de arroyos, pequeñas corrientes que bajan de las faldas sur del Zempoaltépetl o Nudo Mixteco, serranía localizada en la Región Mixe, el primer pueblo que pasa es Guevea de Humboldt, Santa María Guienagati, San Jerónimo Ixtepec, Asunción Ixtaltepec, El Espinal, Shavizende Juchitán y Santa María Xadani terminando en la Laguna Superior, litoral del Océano Pacífico.

Nuestros contemporáneos y coterráneos, que nacimos, crecimos, y vivimos en ambas orillas del rio en la década de los cuarenta-cincuenta del siglo pasado, disfrutamos de las aguas limpias, transparentes, cristalinas, frescas y cantarinas, del rio de referencia, tenemos las vivencias más hermosas y encantadoras de nuestra existencia. ¿Quiénes de los niños y niñas de nuestra generación de cheguigo no recuerdan las mañanas, el medio día y los atardeceres calurosos que nos pasábamos bañándonos y pescando en las aguas de esta corriente; y nos quedábamos hasta el anochecer, contando cuentos de bultos y de espantos, después ya nadie quería ir solo a su casa, porque se imaginaban encontrarse con unas siluetas fantasmagóricas en el trayecto a su casa.

Los niños y las niñas de esta época, fuimos los más pulcros y felices, asistentes a la primaria, otrora, era de dos turnos, mañana y tarde. 

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Del lado de cheguigo, no había problemas de ninguna índole, ya que hasta la edad de ocho años, andábamos desnudos y semidesnudos, nos secábamos con el calor del sol, tanto mujeres como hombres; es por ello, que la gente del centro nos calificaban como bárbaros, silvestres y salvajes, pero además, éramos monolingües, solamente nos comunicábamos en Zapoteco.

En aquel tiempo, el rio era limpio, se mantenía con poca agua durante el estiaje. En temporada lluviosa subía el caudal y en algunas ocasiones se salía de su cauce, inundando el patio de las casas, los jardines, algunas veces el agua se metía a las casas, este suceso se presentaba en el mes de septiembre y finales de agosto, cuando más se intensifican las lluvias, los pobladores de la octava sección estaban prevenidos para buscar refugio en los lugares más altos de la localidad, donde se ubicaban las casas de familias conocidas, que servían de albergues; estaban tan acostumbrados a este fenómeno natural que cuando ocurrían los desbordamientos, en lugar de preocuparse o angustiarse, veían con naturalidad este acontecimiento.

Este escenario catastrófico, lo vivían los habitantes de la séptima Sección (Riri), y octava, (cheguigo), barrios periféricos y alejados del centro del pueblo. En aquellos tiempos, el medio ambiente ejercía mucha influencia sobre los pueblos tropicales del Istmo de Tehuantepec.

En los albores del siglo XX, según información recabada de los abuelos, hubo perros de agua o nutrias, así como acamayas o langostinos de agua dulce y pececitos, éstos últimos, todavía los llegamos a pescar en los años cincuenta., este escenario de bosque tropical, con sus ríos, se encontraba todavía sin perturbación.

Durante las inundaciones y los días posteriores a la misma y mientras se mantenía bastante hondo el río, era cuando la gente de la octava sección, utilizaba el único puente peatonal para ir al mercado y también los estudiantes lo utilizaban para asistir al Centro Escolar Federal Juchitán.

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El primer puente que se construyó en los años cuarenta, era de madera, rústico, frágil y bastante endeble; por ello, en la gran inundación de 1944, se lo llevó el agua y en su lugar se erigió, con mayor tecnología el actual, en el primer periodo del Presidente Municipal: el señor. Rafael Saavedra Rey, hijo de españoles avecindados en el pueblo.

En 1999 volvió a inundarse la Ciudad en su parte central y sur, desbordándose el agua hasta niveles altos, cubriendo en algunas partes, muchas casas. El puente resistió exitosamente dicha inundación.

Durante la mayor parte del año, la gente de la octava sección, cruzaba a pie el río, para ir al centro, donde se ubica el Mercado Municipal, utilizando los caminos o pasos, que se transitan a lo largo del río.

Para cruzar el río, era práctico y fácil, las mujeres se quitaban los huaraches y recogían sus enaguas hasta los muslos; y los hombres recogían sus pantalones, arriba de la rodilla.

Fueron muy conocidos y utilizados los pasos, entre otros: Paso del Caballo, (pasu mani), que comunica el callejón del Caballero con callejón de Los Cocos, (cheguigo); Paso Señora Heraclia, (pasu Na Heraclia) une el callejón cercados floridos (lade lee) con la calle Belisario Domínguez; Paso señor Emigdio (pasu Ta Midiu), Primera Sección en el que actualmente se ha construido un vado; muchos de aquellos pasos desaparecieron con la construcción del gran bordo de cheguigo.

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El puente peatonal une el centro con la octava sección, mediante la calle “Saúl Martínez”, en recuerdo del artista de la guitarra y compositor inolvidable y del lado del centro con la calle “Efraín R. Gómez”, político conservador del Partido Rojo en el Istmo.

En la época moderna existen dos puentes para vehículos de motor: El Puente Internacional, que forma parte de la carretera Panamericana, en el norte de la Ciudad; y el Puente Burro, en el sur, por donde se transita todo tipo de vehículo, desde carretones, automóviles, moto-taxis, bicicletas y también peatones.

Fue un juchiteco llamado Hildo Gómez Castillo, abogado, escritor, poeta, quien vivió en Villahermosa, Tabasco, quien puso por primera vez, el nombre de “Río de Las Nutrias” (Bicu Niza) al rio de Juchitán.

Los pueblos originarios de la Tierra se establecieron en la desembocadura de los ríos, a lo largo de su curso medio, en su recorrido por las planicies. Es así como surgieron las grandes civilizaciones en la antigüedad, un ejemplo clásico es la Mesopotamia, palabra de origen Griego que significa (en medio de ríos); el Tigris y el Éufrates, cuyas aguas confluyen en un punto llamado UR en el Golfo Pérsico, en este lugar surgió la civilización occidental hace más de veinte siglos, es tan antigua que actualmente la Ciudad de UR se localiza a treinta kilómetros tierra adentro de la costa, la llanura aluvial se ha extendido por el acarreo permanente de materiales erosionados a través del tiempo. La Mesopotamia, hoy día, es el territorio del país llamado ( IRAQ ) donde se libra una lucha armada, su localización está en el Medio Oriente, suroeste de Asia. En la Región Ístmica de México se localizan tres ríos importantes: el Tehuantepec, el de las Nutrias o Perros de Agua y el Ostuta; en este artículo me referiré al Río Los Perros. El Rio de las Nutrias (Bícu Niza), se forma de un conjunto de arroyos, pequeñas corrientes que bajan de las faldas sur del Zempoaltépetl o Nudo Mixteco, serranía localizada en la Región Mixe, el primer pueblo que pasa es Guevea de Humboldt, Santa María Guienagati, San Jerónimo Ixtepec, Asunción Ixtaltepec, El Espinal, Shavizende Juchitán y Santa María Xadani terminando en la Laguna Superior, litoral del Océano Pacífico. Nuestros contemporáneos y coterráneos, que nacimos, crecimos, y vivimos en ambas orillas del rio en la década de los cuarenta-cincuenta del siglo pasado, disfrutamos de las aguas limpias, transparentes, cristalinas, frescas y cantarinas, del rio de referencia, tenemos las vivencias más hermosas y encantadoras de nuestra existencia. ¿Quiénes de los niños y niñas de nuestra generación de cheguigo no recuerdan las mañanas, el medio día y los atardeceres calurosos que nos pasábamos bañándonos y pescando en las aguas de esta corriente; y nos quedábamos hasta el anochecer, contando cuentos de bultos y de espantos, después ya nadie quería ir solo a su casa, porque se imaginaban encontrarse con unas siluetas fantasmagóricas en el trayecto a su casa. Los niños y las niñas de esta época, fuimos los más pulcros y felices, asistentes a la primaria, otrora, era de dos turnos, mañana y tarde. Del lado de cheguigo, no había problemas de ninguna índole, ya que hasta la edad de ocho años, andábamos desnudos y semidesnudos, nos secábamos con el calor del sol, tanto mujeres como hombres; es por ello, que la gente del centro nos calificaban como bárbaros, silvestres y salvajes, pero además, éramos monolingües, solamente nos comunicábamos en Zapoteco. En aquel tiempo, el rio era limpio, se mantenía con poca agua durante el estiaje. En temporada lluviosa subía el caudal y en algunas ocasiones se salía de su cauce, inundando el patio de las casas, los jardines, algunas veces el agua se metía a las casas, este suceso se presentaba en el mes de septiembre y finales de agosto, cuando más se intensifican las lluvias, los pobladores de la octava sección estaban prevenidos para buscar refugio en los lugares más altos de la localidad, donde se ubicaban las casas de familias conocidas, que servían de albergues; estaban tan acostumbrados a este fenómeno natural que cuando ocurrían los desbordamientos, en lugar de preocuparse o angustiarse, veían con naturalidad este acontecimiento. Este escenario catastrófico, lo vivían los habitantes de la séptima Sección (Riri), y octava, (cheguigo), barrios periféricos y alejados del centro del pueblo. En aquellos tiempos, el medio ambiente ejercía mucha influencia sobre los pueblos tropicales del Istmo de Tehuantepec. En los albores del siglo XX, según información recabada de los abuelos, hubo perros de agua o nutrias, así como acamayas o langostinos de agua dulce y pececitos, éstos últimos, todavía los llegamos a pescar en los años cincuenta., este escenario de bosque tropical, con sus ríos, se encontraba todavía sin perturbación. Durante las inundaciones y los días posteriores a la misma y mientras se mantenía bastante hondo el río, era cuando la gente de la octava sección, utilizaba el único puente peatonal para ir al mercado y también los estudiantes lo utilizaban para asistir al Centro Escolar Federal Juchitán. El primer puente que se construyó en los años cuarenta, era de madera, rústico, frágil y bastante endeble; por ello, en la gran inundación de 1944, se lo llevó el agua y en su lugar se erigió, con mayor tecnología el actual, en el primer periodo del Presidente Municipal: el señor. Rafael Saavedra Rey, hijo de españoles avecindados en el pueblo. En 1999 volvió a inundarse la Ciudad en su parte central y sur, desbordándose el agua hasta niveles altos, cubriendo en algunas partes, muchas casas. El puente resistió exitosamente dicha inundación. Durante la mayor parte del año, la gente de la octava sección, cruzaba a pie el río, para ir al centro, donde se ubica el Mercado Municipal, utilizando los caminos o pasos, que se transitan a lo largo del río. Para cruzar el río, era práctico y fácil, las mujeres se quitaban los huaraches y recogían sus enaguas hasta los muslos; y los hombres recogían sus pantalones, arriba de la rodilla. Fueron muy conocidos y utilizados los pasos, entre otros: Paso del Caballo, (pasu mani), que comunica el callejón del Caballero con callejón de Los Cocos, (cheguigo); Paso Señora Heraclia, (pasu Na Heraclia) une el callejón cercados floridos (lade lee) con la calle Belisario Domínguez; Paso señor Emigdio (pasu Ta Midiu), Primera Sección en el que actualmente se ha construido un vado; muchos de aquellos pasos desaparecieron con la construcción del gran bordo de cheguigo. El puente peatonal une el centro con la octava sección, mediante la calle “Saúl Martínez”, en recuerdo del artista de la guitarra y compositor inolvidable y del lado del centro con la calle “Efraín R. Gómez”, político conservador del Partido Rojo en el Istmo. En la época moderna existen dos puentes para vehículos de motor: El Puente Internacional, que forma parte de la carretera Panamericana, en el norte de la Ciudad; y el Puente Burro, en el sur, por donde se transita todo tipo de vehículo, desde carretones, automóviles, moto-taxis, bicicletas y también peatones. Fue un juchiteco llamado Hildo Gómez Castillo, abogado, escritor, poeta, quien vivió en Villahermosa, Tabasco, quien puso por primera vez, el nombre de “Río de Las Nutrias” (Bicu Niza) al rio de Juchitán.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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