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Cultura

Trajes impresos: la cultura de los bárbaros por un proyecto político más justo

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Desde la Cd. de México no pierdo de vista cómo se propaga el rechazo hacia la innovación del traje de tehuana. Desde los corsé bordados hasta las enaguas impresas, se extiende el dominio de objetos sobre los que juzgamos, y entre las cosas por las que merece la pena luchar está nuestra libertad de expresión. He observado con tristeza también que el ejercicio de la libertad de expresión tiende a validar un tipo de discurso que legitima prácticas excluyentes, como lo es negar la entrada a las fiestas populares a quienes no portan trajes hechos a la manera tradicional, cuyo fundamento es la preservación de la cultura.

La tristeza que me acongoja surge al notar que en mi Istmo de Tehuantepec el juicio de unos cuantos impone prioridades sociales que, en realidad, son muy controversiales; al menos a mí no me queda claro cuál es la justificación de dar continuidad a prácticas sociales que agudizan la desigualdad y estratificación social. ¿En verdad queremos preservar la cultura a costa de lo que sea? ¿Es la vestimenta lo que nos hace ricos en cultura? ¿No nos parece más racional, moral y políticamente responsable, tolerar las innovaciones que parecen “degradar” ciertos valores tradicionales, pero nos ofrecen otras posibilidades de realización humana y comunitaria? ¿No era el sentido de comunidad lo que nos hacía sentir genuinamente cultos? Déjenme desarrollar esto.
No cualquiera puede comprar o rentar un traje bordado o tejido; esto, hasta hace algunos años, significaba que el traje de tehuana era el distintivo de los cultos frente a los bárbaros. Sí, es un escenario exagerado pero ilustrativo; tener trajes bellos era sinónimo de ser alguien que sabe y, claro, que tiene dinero. Quien diga que mantener tal estado de cosas es una tarea primordial para seguir siendo un pueblo rico en cultura, ha de esconder perversas intenciones definidas por un afán de conservar su estatus social elevado o por un miedo de perder los privilegios que obtiene al traficar “cultura” con particulares, empresas turísticas, las secretarías estatales y los comités de “autenticidad”.
Qué maravilla que la reproductibilidad técnica del arte (la impresión) ofrezca a los que antes no podían adquirir un traje, un medio para participar activamente en la producción de cultura y experiencias estéticas. Quien defienda, como yo, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, que comprende la libertad de escoger la apariencia personal, ha de tener por estandarte la convicción de que no hay pueblo culturalmente rico que se estanque y se encierre en el sí mismo que fue hace tantas décadas, sino que lo más auténtico del ser una comunidad culta es la apertura, adaptación y aprovechamiento de los cambios. ¿Qué de provecho podemos sacar de los trajes impresos?
Ahora que prácticamente cualquiera puede tener un traje, es decir, ser una bella tehuana (incluso hombres, trans, muxes, etc. ¡Tiemblen los puritanos y defensores de las “buenas costumbres”!), al menos es concebible que somos capaces de preparar mejor las condiciones para construir un proyecto político más justo, democrático, en el que todos tengamos libre acceso a los servicios públicos, privados, a la cultura y a la interacción social. La masificación de lo bello es una praxis política, y no es gratuito que muchos pensadores y luchadores que sembraron en nuestras conciencias el deseo de una sociedad justa, como Walter Benjamin, vieran en el ámbito estético -y técnico- un campo de batalla para consolidar dicho proyecto.

*Biani Paola Sánchez López Espinaleña que radica en la Cd. de México. Estudiante de la Lic. en Filosofía y estudiante asociado en el Instituto de Investigaciones Filosóficas, de la UNAM. Miembro del consejo de la revista estudiantil Laberintos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Correo: bianipaola@filosoficas.unam.mx

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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