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Cultura

Una Tarde de Mayo

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Era fiesta de Mayo, los carros alegóricos, las carretas adornadas con ramas de sauce-guee’za- y hojas de banano en retoño, dispersando sobre ellas cadenas de Papel de China de color blanco y solferino. La capitana del desfile portando un estandarte con la imagen de Sn. Vicente Ferrer–Santo Patrón de Juchitán–mujeres vestidas de enagua y de huipil bordado lanzan frutas, juguetes de palma y jícaras de morro pintadas. La banda toca; hombres y niños a caballo azuzan a sus animales y terminan por lanzar al aire los últimos juguetes que llevan para la ocasión. Regalarlo todo, dispersarlo todo sobre la multitud.

El desfile después de haber recorrido la calle 5 de Mayo hasta dar vuelta a la derecha en la calle de Morelos, regresar hacia el sur sobre la Av. 16 de Septiembre, pasando frente al Palacio Municipal — hermosa construcción de dos niveles erigido por iniciativa del temible Coronel Francisco León, siendo Jefe Político (1876-1888); dirigiendo la obra el arquitecto italiano Esteban Cioti, inaugurado en 1883 –, para dar vuelta a la derecha sobre Belisario Domínguez hasta llegar a la iglesia.
Aquí termina el desfile; algunos hombres a caballo se ponen de acuerdo para jugar a las carreras en la calle Adolfo C. Gurrión — destacando en esta competencia el gran jinete Carlos Sheme, de Cheguigo, es decir detrás del río –; madres juchitecas con niños en brazos, de la mano, regresan felices con gran algarabía a sus casas. La fiesta d Mayo después de varios días irá tocando su ocaso.
Recuerdo muy bien que una vez que terminó La Regada — que así también le llaman a este desfile — me encaminé hacia la calle de la casa del General Charis — calle Roque Robles — di alcance a una carreta, me subí a ella sosteniéndome con las dos manos en las dos últimas varas de atrás. El hombre que conducía los bueyes no pareció advertir mi presencia, él sólo decía : «Chiu buey…Chiu buey…» y suavemente azotaba sobre los animales las dos cuerdas de sus nariceras, sin necesidad, porque los animales iban a buen paso.
Entraba ya la tarde; al levantar la vista al cielo y verlo nublado, anunciando una tempestad como es común en aquellos pueblos – lluvia por varios días hasta hinchar el río, si no inundar la ciudad –, este paisaje de la tarde me fue llenando el alma de temor, de tristeza y de soledad. Una vez que atravesamos el río me bajé y me fui corriendo, subiendo una pequeña lomita que en sí es el paredón del río de Juchitán, por el caminito que permitía la vegetación exuberante como los floripondios — cuya flor blanca parecida a la bocina del fonógrafo del Perrito de la RCA que escucha la voz del amo –, enredaderas con flores color violeta que por allá le llaman bejuco de sombrero — magnífico alimento para conejos –, tupido también de quelite y huizache de flores amarillas y de frutos aún tiernos, como pétalos sin abrir. Un pulular de menudas mariposas blancas, negras, amarillas se arremolinaban sobre el copete de las plantas que la lluvia enciende en esta época. Entré en la huerta de limas de mi abuelo Amado Sánchez–aquel que fue gran bailador de sones, buen tocador de guitarra, enamorado de las mujeres, convertidor de toros salvajes a bueyes al diluir con sus manos poderosas sus testículos previamente untados de cebo, y después amarrarlos con un trapo. Pasé bajo las limas, llegué a casa, una ceiba gigante teníamos en el patio. Encontré a mi madre sentada en la hamaca con un paliacate ceñido en la cabeza, la abracé, me apreté a ella y le dije lo mucho que la quería preguntándole:–¿Verdad que no estás enferma? ¡Dímelo! ¿Verdad que nunca te vas a morir?
Enterré mi rostro de niño en la cuna de su cuello y me entregué al llanto.
Remembranzas al Amanecer[ Cuatro relatos], Armando Jiménez; editado por IPN, en 2004, primera reimpresión 2009.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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