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Cultura

Colonización contra colonización. Otra historia caníbal

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Hay cosas del imperio tolerables hay cosas que no lo son. ¿Cómo se establece lo que no puede ser tolerable y lo que es tolerado? ¿Se puede tener suficiencia (como condiciones necesarias) local para contestar al opresor? ¿Cómo encontrase (en el sentido de oponerse) con lo que no es tolerable, si lo local no es suficiente?

Me parece que existe la posibilidad de contestar (en el sentido de confrontar, criticar) al stau quo del conocimiento y práctica (occidental) con los instrumentos y herramientas originadas en el seno propio del opresor, refuncionalizando la herramienta a la par de algunos elementos de la cultura local como: la aceptación de los extraños por su rechazo; los conceptos de honor y heroísmo o como Gruzinki dice “Los indios instalaron en medio de sus ídolos las cruces y las vírgenes que les habían dado los españoles, jugando a la acumulación, a la yuxtaposición, y no a la sustitución” (Gruzinski, 1994, 69).
Algunas evidencias históricas parecen sostener esta idea, veamos algunas: la utilización de los caballos en Norteamérica. Se han documentado las habilidades de los grupos locales en el manejo y doma de estos animales que fueron utilizados, al parecer, más hábilmente que los propios europeos conquistadores. La utilización de las armas de fuego, también se ha documentado las habilidades que algunos grupos tuvieron al utilizar las armas de fuego contra los colonizadores. El caso conjunto (caballos-armas) documentado en los araucanos de Sudamérica (Brading, 1991, 72-74). Por otro lado, desde los primeros años de la conquista los locales fueron los pintores y escultores, de hecho ellos construyeron las iglesias. En palabras de Juan de Palafox, Obispo de Puebla: “por lo común, los indios son muy capaces, tanto para todas las ciencias y artes liberales, como para las mecánicas. Hay entre ellos muy buenos latinos y filósofos y grandes teólogos moralistas… Son los indios primorosísimos pintores y escultores” (Brading, 1991, 516). Por esto Carlos III (1690) autoriza la ordenación de la nobleza india al sacerdocio (Brading, 1991, 440).
Con relación al uso del idioma latín y posteriormente español por parte de los locales durante la conquista, documentada por los frailes y académicos de la época, donde se menciona que si los “naturales” tuvieran la oportunidad de acceder a las escuelas, podrían incluso superar a los españoles. Aunque algunos calificaban a los “naturales” como el “ínfimo grado de animal racional”.
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Cabría una digresión, pues los locales no siempre quisieron contestar al colonizador, las disquisiciones acerca de la divinidad de los colonizadores seguramente impidieron que algunos los enfrentaran. Por otra parte habría que evaluar con cuidado el papel de los aliados de los conquistadores, en el sentido de que no se comportaron como unos colonizados internamente, sino su comportamiento se puede ver como una estrategia de supervivencia y como una forma de enfrentar a un enemigo común. Para los locales el enemigo, al igual que los conquistadores, eran los mexicas (algunos investigadores han mencionado que la ayuda de los locales a los conquistadores fue por las buenas y por las males). Al respecto, el caso de los habitantes de la región de lo que ahora es Tlaxcala podría ser el paradigmático, además de bien estudiado, y fue algo así como diplomacia de paz y guerra total (Martínez, 2008, 43).
El papel de la autoetnografía, como la representación propia de colonizado (como en Guamán Poma de Ayala, Garcilaso de la Vega, etc.), en la que se comprometen con los términos del colonizador (Pratt, 2010, 35), por ejemplo, con la lengua, la escritura y con las técnicas de la gráfica, y en la actualidad a través de la radio, la pintura y otras artes en algunas comunidades del Istmo de Tehuantepec. Se puede decir que la actitud anticolonial tendría que pasar por los códigos de la metrópoli, algunos historiadores de la literatura han encontrado (o sugieren) que “El camino hacia la descolonización y la toma de conciencia no pasa alrededor sino a través de los códigos de la modernidad” (Pratt 2010, 418). Aunque, paradójicamente y en concordancia con lo propuesto en este documento, la publicación de la segunda edición de los Comentarios reales de Garcilaso fue “un evento incendiario”, pues los descendiente de los incas se enteraron de la grandeza y del buen gobierno de sus antepasados nobles, retomando este buen gobierno como ideal, además funcionó como recordatorio de las crueldades de los españoles desde Pizarro, hasta el momento de la publicación que fue en 1722. Pero no solamente los indios nobles se enteraron de esto y lo manejaron de acuerdo a sus interese, también lo hicieron algunos criollos, como lo hizo en 1767 Ignacio de Castro, Obispo de Cuzco, quien apeló al pasado ideal Inca y condenó a la administración española contemporánea. De tal suerte que en la mentalidad india se mantenía una “edad de oro”, estimulada y renacida por las imágenes pintadas de los antiguos incas y del libro de Garcilaso. Así se concluía que si Túpac Amaru no hubiera leído el libro de Garcilaso, no se hubiera levantado en armas contra el orden (Brading, 1991, 526-528), esto nos recuerda a la locura de Don quijote producida por la lectura de libros de caballería. Cabe aclarar que el fundamento principal del levantamiento de Túpac Amaru fue por el establecimiento de las nuevas leyes arancelarias, aunque también utilizó un discurso milenarista donde se pronosticaba el regreso del buen orden y él se declaraba como el Inca Rey del Perú.
¿Pero qué podemos aprender de esta historia, del papel que jugó, o que se le atribuye que jugó la lectoescritura del idioma del dominador? O como se lamentaba Don quijote “¿qué
podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío…? Como considero que es el acercamiento, en general, que tenemos al lenguaje del colonizador. Y los que mejor se acercan a ella, se ubican, usualmente, en un nuevo punto cero, en la intelligentsia orgánica, son los colonizados internamente; también contra ellos hay que enfrentarse. Por otra parte se ha visto a través de la historia el papel de las herramientas locales refuncionalizadas por el conquistador para hacer eficiente la conquista.

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Veamos el papel de la lengua local utilizada por los colonizadores y los colonizados internamente para sostener la idea de desarrollo, la idea de bienestar y el modelo impuesto. Existe en la historia, evidencias documentadas de cómo se proponen que en las parroquias indias se dé preferencia a los “indios aborígenes” pero de condición noble y que hablen el lenguaje de la comunidad, para la mejor integración de los “aobrígenes” al mundo de Dios (Brading, 1991, 517. Tomado de Rivadeneira; Manual compendio del regio patronato indianoMadrid, 1755)
Nosotros mismos estamos contestando con las técnicas de occidente y con las maneras de pensar de occidente. Aunque algunas veces la refuncionalización o adaptación de herramientas y cultura no funciona como respuesta a la colonización, pues el proceso en general puede ser complicado y llevar a una adaptación o aceptación por parte de los locales (colonización interna) de los códigos del conquistador.
Reformulando la pregunta de Castro-Gómez en la Hybris del punto cero: ¿Se pude lograr la pretensión de utilizar el poder del saber, que se estaciona en el punto cero, para contestar al stau quo, o simplemente se proyecta un habitus de distanciamiento o “etnocrítica” social en el discurso científico o no? (Castro-Gómez, 2005, 185). ¿Es esta crítica una pretensión de reubicar el punto cero o de ubicarse en el punto cero? Sin embargo, pienso que criticar el pensamiento que sostiene la superioridad de unas formas de conocimiento sobre otras, es la tarea permanente.
Al respecto, no sin ironía, podemos ver un ejemplo de la dificultad que todo esto implica, donde el mismísimo Cervantes se disculpa por su falta de habilidad para el manejo de la instrumento humanista por excelencia de su época: la palabra escrita. En el prólogo del Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y “biologizando” un poco su discurso dice: “Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante.” Y más adelante “Pero yo, que, aunque parezco padre, soy padrastro de Don Quijote, no quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte, casi con las lágrimas en los ojos, como otros hacen, lector carísimo, que perdones o disimules las faltas que en este mi hijo vieres…” (Cervantes, 2005, 37)


Referencias
Bauman,Z. 1998. Globalization. The Human Consecuences. Polity Press in association with Blackwell Publishers Ltd. Cambridge. UK
Brading, D. 1991. Orbe indiano. De la monarquía católica a la república criolla., 1492-1867. FCE. México.
Castro-Gómez. S. 2005. La hybris del punto cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750-1816). Editorial Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá
Cervantes, M. de. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Gruzinski, S. 1991. La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México español Siglos XVI-XVIII. FCE. México.
Gruzinski, S. 1994. La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a
«Blade Runner» (1492-2019). FCE, México.
Martínez, B.A. 2008. Un gobierno de indios: Tlaxcala, 1519-1750. FCE. México
Pratt, M.L. 2010. Ojos imperiales: literatura de viajes y transculturación. FCE. México

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Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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