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Istmo de Tehuantepec: un paisaje biocultural construido históricamente

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Istmo De Tehuantepec Oaxaca

El istmo de Tehuantepec, en su parte oaxaqueña, ha sido ocupado por diferentes grupos culturales y lingüísticos desde hace más de 3, 500 años (Preclásico inferior) por hablantes de lenguas mixe-zoqueanas y es muy probable que hacia 1 200 años a. C. ya existieran poblaciones grandes y estables (Winter, 2013), lo que nos indica la cantidad de tiempo que estas sociedades se han relacionado con su entorno, creando conocimiento sobre él y transformándolo de tal suerte que podemos decir que el entorno natural del Istmo es una construcción cultural y que la cultura es una construcción que tiene una relación estrecha con la naturaleza del área geográfica en cuestión.

De esta relación se generan los modelos de clasificación y de nomenclatura locales del entorno natural, producto de la percepción de las discontinuidades de este entorno, y estos modelos constituyen una videncia de la relación indisoluble entre la naturaleza, las sociedades y las lenguas. Para algunos autores esta capacidad de distinguir unidades discretas es fundamental para la supervivencia del ser humano pues norma su manera de relacionarse con la naturaleza (Lévi-Strauss, 1964; Ellen, 2011). Los modelos de clasificaciones locales evidencian una forma específica de ver el entorno y suponen una ontología acerca del mundo, que ha evolucionado con la cultura local (Castro-Gómez, 2011). Así pues, los nombres dados a plantas y animales tienen una relación estrecha con la realidad que la persona ven en su entorno y evidencian la forma en que se conceptualizan las seres vivos (Berlin, 1992), de tal suerte que: la forma en que el ser humano piensa sobre la naturaleza está relacionada con la forma en que éste actúa sobre ella (Ross y Revilla–Manilla, 2011).

A partir de este conocimiento del entorno se generan las tecnologías de apropiación de la naturaleza que, por la práctica y el tiempo, llegan a ser las más adecuadas y si cambian las condiciones de esta relación, los conocimientos, las prácticas y las tecnologías adecuadas se pierden inexorablemente (Saynes-Vásquez et al., 2013).
Por otra parte, las evidencias arqueológicas de asentamientos prehispánicos se encuentran esparcidos en toda la planicie costera y especialmente en los costados de los ríos (Río de los Perros; Río Tehuantepec; Río Tequisistlán, etc.) y a las orillas de los humedales continentales (Laguna Zope; Satillo, La Barbacan, etc.) (Winter, 2013; Zeitling y Zeitling, 1990), evidenciando la rica historia material y de relación con la naturaleza que los grupos prehispánicos nos han dejado, pero que hasta el momento no han sido estudiados con suficiencia.
Existen algunos trabajos específicos como los de las pinturas rupestres y petroglifos (Zárate et al., 2013), estudios de lienzos (Castaneira, 2013; Zborover, 2013), estudios sobre cultos, migraciones y estilos artísticos de petrograbados (De la Cruz, 2013). Sin embargo, es notoria la falta de estudios sistemáticos y de largo alcance dela planicie costera y sus alrededores montañosos. En efecto, Zárate (2013) hace notar esta falta de estos estudios, además del peligro que corren las evidencias prehispánicas ante la presencia del desarrollo de los proyectos de aerogeneración eléctrica, al respecto Zárate dice:
“Actualmente, todos los proyectos de desarrollo que las empresas trasnacionales que están llevando a cabo en istmo sur de Tehuantepec, están dañando sitios arqueológicos…De igual forma la construcción de los parques eólicos rompe la convivencia de los sitios con la naturaleza al modificar el paisaje y la visibilidad…”

Existen estudios biológicos de las zonas montañosas que rodean a la planicie costera, sin embargo, los de la planicie son escasos, a excepción de los estudios multidisciplinarios que evidencian la aseveración de que la planicie costera es un paisaje cultural que ha moldeado, a su vez, a las sociedades, culturas y lenguas que ahora se encuentran en la zona.

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Estudios multidisciplinarios de Saynes- Vásquez et al. (2013), de Saynes-Vásquez, Vergara-Silva y Caballero (en prensa) y Saynes-Vásquez, Vibrans, Vergara-Silva y Caballero (en prensa), muestran como la vegetación de la planicie costera está conformada por un mosaico de asociaciones de especies, donde el coeficiente de similitud de Jaccard entre dos sitios de muestreo de 1000 m2, solamente son similares, en el mejor de los casos, en un 43%, lo que significa que solamente comparten un 57% de las especies que los componen, mientras que la mayoría de los sitios comparten menos que eso (figura 1), esta es una evidencia desde la ecología de la gran diversidad de estas asociaciones, a este recambio de especies es a lo que los ecólogos llaman diversidad beta (Calderón, Moreno y Zuria, 2012), concepto que cada vez está tomando mayor importancia para la evaluación de sitios de conservación y de estudios específicos, pues es una manera de distinguir la heterogeneidad de ambientes (Rodríguez, 2009).

Esto quiere decir que mientras menos parecidos sean dos sitios hay que conservar a los dos, puesto que si se pierde uno de ellos, se pierde tal cantidad de información que no puede ser subsanada por la conservación del otro sitio.
Este es el caso de la planicie costera del istmo, es un mosaico de asociaciones vegetales que ha sido conformada por la intervención de las diferentes culturas en los últimos 3 500 años, cuando menos.

Desde la perspectiva de la etnobiología, se ha documentado la riqueza de la nomenclatura botánica zapoteca y se ha utilizado como un sensor del conocimiento etnobiológico general. Los estudios más recientes indican que este conocimiento se está perdiendo de manera acelerada y los factores que lo afectan son de tipo histórico, la educación formal como se impone en la actualidad, ya que ésta empuja a las personas a ver la vida urbana como el modelo a seguir, además de que resta el tiempo para relacionarse con el entorno natural, generando un desinterés por las cuestiones del campo y por la lengua local (Saynes-Vásquez et al. 2013). Así, el desarrollo monetarista y basado en la propiedad privada a que ha estado sujeto el Istmo de Tehuantepec, ha acelerado el proceso de pérdida de este conocimiento ecológico tradicional, cuyas consecuencias son evidentes en la zona. Una breve historia del siglo XX del istmo, nos puede dar una idea de los procesos económicos, sociales y culturales impuestos, haciendo que las comunidades del istmo no estén decidiendo sobre su futuro de manera autónoma, además de pagar con la moneda de la pérdida de los conocimientos ecológicos locales.

Breve historia del istmo
El Istmo de Tehuantepec ha sido una región de múltiples contactos prehispánicos de diferentes grupos étnicos; entre ellos los mayas, los huaves, los chontales, los zoques, los mixes y los zapotecos (Campbell, 1989). Algunas veces estos contactos terminaban en guerras por la apropiación de los recursos naturales o por su ubicación estratégica para las rutas comerciales. Aún después de la conquista del Istmo por los zapotecas (alrededor de 1300 d. C.), los aztecas y los mixtecos pelearon por controlar el área hasta la llegada de los españoles (Campbell, 1989). De tal suerte que el Istmo ha tenido una importancia geopolítica desde antes de la colonia. Sin embargo, su importancia se reavivó a principios del siglo XIX y se ha mantenido hasta los albores del siglo XXI (Martínez-Laguna et al., 2002).
El Istmo de Tehuantepec ha estado sujeto a ciclos de desarrollo con la finalidad de integrarlo a la vida nacional. Uno de los grandes proyectos fue el del ferrocarril a finales del siglo XIX (la inauguración fue en 1894), que generó cambios desiguales en las diferentes poblaciones. Juchitán no está en la línea principal de este ferrocarril, de tal manera que los pueblos más afectados por el intercambio comercial fueron Ixtepec, Tehuantepec y Salina Cruz (Martínez-Laguna et al., 2002). Hasta antes de 1910, a Juchitán y, en menor medida, a Tehuantepec, se les consideraba como el granero del estado pero, debido a fenómenos naturales como sequías y a la movilización de mano de obra agrícola, este estatus se perdió (Ruiz, 1994). Debido a la crisis de producción de alimentos, incluso se llegó a prohibir la comercialización del maíz fuera del distrito de Juchitán y regresó el trueque como forma de comercialización de productos alimenticios (Ruiz, 1994).
Todavía entre 1950 y 1960, el 70-75% de la población económicamente activa se dedicaba a la agricultura de subsistencia (Segura y Sorroza, 1994). De acuerdo con el censo poblacional del 2000, la población que se dedica a las actividades primarias oscila entre 1.5 y 13% (INEGI, 2000). Al parecer, y paradójicamente, este fenómeno es producto de la construcción de la presa Benito Juárez, inaugurada en 1962, puesto que después de su construcción se desencadenó un proceso de especulación y monopolización de la tierra; además, el Estado incentivó los cultivos comerciales de arroz, de caña de azúcar y de variedades de maíz mejorados y, en la actualidad, el cultivo del sorgo. Este fenómeno de modernización tecnológica, aunado a los estímulos y facilidades que el gobierno ofrecía, aumentó la roturación de nuevas tierras, con la consecuente disminución de la vegetación original (Binford, 1985; Piñón, 1994), generando un ambiente de inconformidad y efervescencia política entre los municipios hasta donde la presa tiene influencia (Rubin, 1997; Campbell, 1994). En la actualidad, mucha de la tierra roturada durante el periodo de 1960-1980 solamente se utiliza como pastizal para el ganado bovino.
En el Atlas regional del Istmo de Tehuantepec se muestra el cambio del uso del suelo para los dos Istmos, el veracruzano y el oaxaqueño, donde se observa en general para el Istmo oaxaqueño una disminución de la vegetación original, que en 1970 comprendía el 49.74% y en el año 2000 esta superficie había disminuido hasta un 35.17% (Sánchez y Oropeza, 2000). Y por último podemos decir que el modelo de desarrollo que se está imponiendo en el istmo en la actualidad a través de un discurso sobre la energía limpia, sobre el respeto al apartado 169 de la OIT, no es más que otra vuelta a la tuerca para la usurpación del territorio pasando por encima de la autodeterminación de las comunidades locales. Podemos concluir, de manera general, que la política de integración nacional ha sido una causa mayor de la pérdida del entorno natural, del desplazamiento de actividades productivas primarias hacia las actividades terciarias y que erosionan del conocimiento ecológico local en el Istmo de Tehuantepec antes de conocerse; perdiéndose así la oportunidad de entrar en un diálogo de saberes que ayudaría a las comunidades locales a retomar lo mejor de todos los saberes locales y del conocimiento escolarizado.
Istmo De Tehuantepec Oaxaca


 

Referencias
Berlin, B. 1992. Ethnobiological classification. Principles of categorization of plants and animals in traditional societies. Princenton University Press. Princenton, NJ.
Binford, L. 1985. Political conflict and land tenure in the Mexican Isthmus of Tehuantepec. Journal of Latin American Studies 17:179-200.
Castaneira, A. 2013. El pictograma guiyepichiqui en el Lienzo de Huilotepec. Relaciones Huaves-Zapotecas en la cuenca baja del río Tehuantepec. En Machuca L. y J. Zeitling (coords.) Representando el pasado y el presente del istmo oaxaqueño: perspectivas arqueológicas, históricas y antropológicas. Pp. 147-171. CIESAS-UMASS, Boston. México.
Calderón-Patrón J.M., C.E. Moreno y I. Zuria. 2012. La diversidad beta: medio siglo de avances. Revista Mexicana de Biodiversidad 83: 879-89.
Campbell, H. 1989. La COCEI: Cultura y etnicidad politizada en el Istmo de Tehuantepec. Revista Mexicana de Sociología 51(2):247-263.
Campbell, H. 1994. Zapotec renaissance: ethnic politics and cultural revivalism in Southern Mexico. University of New Mexico. Albuquerque, NM.
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De la Cruz, V. 2013. Culto a la fertilidad, migraciones y estilo mixteca-Puebla entre los binnizá. En Machuca L. y J. Zeitling (coords.) Representando el pasado y el presente del istmo oaxaqueño: perspectivas arqueológicas, históricas y antropológicas. Pp. 123-146. CIESAS-UMASS, Boston. México.
Ellen, R. 2011. “Indigenous Knowledge” and the Understanding of Cultural Cognition: The contribution of studies of environmental knowledge systems. En: Kronenfeld, D. B., G. Bernardo, V. C. de Munck y M. D. Fischer (eds.), A Companion to Cognitive Anthropology. pp. 290-313. Blackwell Publishing Ltd. Malden, Massachusetts, MA.
INEGI. 2000. Censo de Población y Vivienda. México
Lévi-Strauss, C. 1964. El pensamiento salvaje. Fondo de Cultura Económica. México, D. F.
Martínez-Laguna. N., M.T. Sánchez y J.M. Casado. 2002. Istmo de Tehuantepec: un espacio geoestratégico bajo la influencia de intereses nacionales y extranjeros. Éxitos y fracasos en la aplicación de políticas de desarrollo industrial (1820-2002). Investigaciones Geográficas 049:118-135.
Piñón, J. G. 1994. La modernización agropecuaria (1940-1986). En Reina, A. L. (ed.), Economía contra sociedad: el Istmo de Tehuantepec 1907-1986. pp. 185-207. Nueva Imagen. México, D.F.
Rodríguez, P. 2009. La diversidad Beta de México: Avances e implicaciones en la conservación de la biodiversidad. CONABIO. Biodiversitas. 84:6-10.
Ross N. y C. Revilla-Minaya. 2011. Cognitive studies in ethnobiology: What can we learn about the mind as well as human environmental interaction? En: Anderson, E.N, D. Pearsall, E. Hunn y N. Turner (eds.), Ethnobiology. pp. 335-349. Wiley-Blackwell. Hoboken, NJ.
Rubin, J.W. 1997. Decentering the regime: ethnicity, radicalism, and democracy in Juchitán, México. Duke University Press. Durham, NC.
Ruiz, C. J. 1994. Promesas y saldos de un proyecto hecho realidad (1907-1940). En: Reina, A. L. (ed.), Economía contra sociedad: el Istmo de Tehuantepec 1907-1986. pp. 25-167. Nueva Imagen. México, D.F.
Sánchez, S. M. T. y O.O. Oropeza. (Coords.). 2000. Atlas regional del Istmo de Tehuantepec. Instituto de Geografía. Universidad Nacional Autónoma de México. versión CD. México, D.F.
Saynes-Vásquez, A., J. Caballero, J. A. Meave y F. Chiang. 2013. Cultural change and loss of ethnoecological knowledge among the Isthmus Zapotecs of Mexico. Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine. http://www.ethnobiomed.com/content/9/1/40.
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Saynes-Vásquez, A, F. Vergara-Silva, J. Caballero. en prensa. An interdisciplinary perspective on the loss of traditional ecological knowledge (TEK) in the Tehuantepec Isthmus, Oaxaca.
Segura, J. y C.P. Sorroza. 1994. Una Modernización Frustrada (1940-1986). En: Aoyama, R. (ed.), Economía Contra Sociedad: el Istmo de Tehuantepec 1907-1986. pp. 72-84. Nueva Imagen. México, D.F.
Zárate, M. R., F. R. Arroyo y R. A. M. Gallegos. 2013. Las pinturas rupestres y petroglifos del istmo de Tehuantepec. En Machuca L. y J. Zeitling (coords.) Representando el pasado y el presente del istmo oaxaqueño: perspectivas arqueológicas, históricas y antropológicas. Pp. 93-122. CIESAS-UMASS, Boston. México.
Zborover, D. 2013. Desde la montaña se ve más lejos: las interacciones de los Chontales de la sierra según sus registros arqueológicos, históricos y etnográficos. En Machuca L. y J. Zeitling (coords.) Representando el pasado y el presente del istmo oaxaqueño: perspectivas arqueológicas, históricas y antropológicas. Pp. 73-91. CIESAS-UMASS, Boston. México.
Winter, M. 2013. El istmo oaxaqueño en tiempos prehispánicos. En Machuca L. y J. Zeitling (coords.) Representando el pasado y el presente del istmo oaxaqueño: perspectivas arqueológicas, históricas y antropológicas. Pp. 27-54. CIESAS-UMASS, Boston. México.
Zeitling, J.F. y R. N. Zeitling. 1990. Arqueología y época prehispánica en el sur del istmo de Tehuantepec. En Winter, M. (comp.), Lecturas históricas del estado de Oaxaca, vol. I. INAH. México.

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La ecuación cambió: victoria estratégica de la República Islámica de Irán frente al sionismo | Enfoque Mundial

– La ‘paciencia estratégica’ ha terminado. Con toda seguridad podemos afirmar que a partir del 14 de abril de 2024 todo ataque contra Irán será respondido contundentemente. Algo histórico.

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Hasta antes de la madrugada de este domingo el Estado de Israel se daba el lujo de ‘asesinar selectivamente’ a altos dirigentes iraníes, principalmente en suelo sirio, lo que está prohibido por el Derecho Internacional. Sin embargo, la República Islámica de Irán poco podía hacer, debido a su desventaja tecnológico-militar. Además de que al autodenominado ‘Estado Judío’ lo apoyan Estados Unidos de América (EEUU), Inglaterra, Alemania y otros ‘países satélite’ pertenecientes a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Ello provocó innumerables episodios dolorosos para la nación persa, tales como el asesinato de varios de sus mejores científicos. Las humillaciones tuvieron que ser soportadas por la dirigencia iraní que se preparó diligentemente durante décadas hasta contar con la suficiente fuerza para devolver el golpe en caso de recibirlo.

Y el día llegó. Después del bombardeo del consulado de Irán en Damasco, a principios de abril, que costó la vida de más de una docena de diplomáticos, entre ellos, militares de alto nivel del Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica (CGRI), el gobierno iraní prometió una respuesta militar, misma que cumplió.

Durante casi dos semanas los iraníes implementaron una audaz guerra psicológica, afirmando que esta vez vengarían a sus mártires. Ello provocó una incertidumbre pocas veces vista en el Estado sionista, conscientes de las capacidades bélicas desarrolladas por las mentes iraníes en lustros recientes, que les permiten fabricar drones de última generación, así como misiles hipersónicos, capaces de impactar en cualquier lugar de Israel o país vecino, estén o no protegidos.

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El ataque del domingo en la madrugada (sábado en la noche en el hemisferio occidental) fue una pequeña muestra de lo que ahora son capaces los militares iraníes. A pesar de anunciar con suficiente antelación que atacarían objetivos israelíes desde ‘suelo iraní’; a pesar de que aliados árabes y occidentales de Israel pusieron a su servicio todas sus defensas antiaéreas, el golpe se efectuó tal como fue prometido.

El mundo fue testigo de los impactos en distintas bases de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI). La bofetada que el Imam Seyed Alí Jameneí dio al Primer Ministro Benjamín Netanyahu fue terrible y humillante. Con esto quedó establecida la nueva ecuación en las relaciones bilaterales.

El gobierno israelí ha pretendido maquillar la derrota afirmando que los complejos antiaéreos detuvieron el 99% de los drones y misiles que ingresaron al país, cuando es de sobra conocido que la mayoría de dichos artefactos eran señuelos que cumplían, precisamente, el propósito de saturar los sistemas defensivos, lo que fue muy bien logrado; tanto así, que se estima que Israel y aliados gastaron aproximadamente ¡mil cien millones de dólares! la noche del ataque. El costo de las armas ofensivas iraníes, por el contrario, fue diez veces menor.

La victoria iraní es innegable, tal como concuerdan los principales analistas militares y geopolíticos del orbe. El prestigio de la República Islámica se ha incrementado en el mundo musulmán, compuesto por más de mil quinientos millones de personas. La causa Palestina continúa vigente y con más posibilidades de triunfar, ahora que su principal aliado ha humillado al Estado de Israel. El mundo está cambiando en cuestión de días, y nosotros somos testigos de estos cambios.

La decisión esta vez se encuentra del lado israelí, cuya dirigencia tendrá que elegir entre seguir masacrando civiles en Gaza, invadir Líbano, atacar Irán o, sencillamente, alcanzar un acuerdo en los términos de Hamas y el Eje de la Resistencia, lo que equivaldría a reconocer su escandalosa derrota más de seis meses después del 7 de octubre de 2023.

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El Estado de Israel enfrenta la peor crisis de su historia. La visión fundamentalista de su actual dirigencia acelera su desmantelamiento como régimen de segregación religiosa. El destino de Benjamín Netanyahu parece estar sellado.

Las próximas horas serán cruciales.

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De Damasco a Quito. Violación de la soberanía mexicana | Enfoque Mundial

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«Ante la brutal irrupción perpetrada por la policía de Ecuador a la embajada mexicana la noche del viernes 5 de abril, y de acuerdo a la instrucción del presidente Andrés Manuel López Obrador, México anuncia el rompimiento de relaciones diplomáticas con ese país», se lee en el Comunicado número 128 de la Secretaría de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos Mexicanos.
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