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Muxe’ De Otro Modo

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Muxe Juchitan Oaxaca

A Elí Bartolo en su cumpleaños
Muxe’ no significa homosexual en zapoteco, esa palabra aséptica acuñada al principio por la medicina para identificar a un grupo de “enfermos”, su traducción más cercana es “puto” con toda la carga despectiva que se utiliza en el español, y con todo lo que ello implica; cuando alguien te dice muxe’ en el mundo zapoteco de Juchitán quiere decirte: cobarde, amanerado, afeminado, débil, vieja, puto pues.

La expresión “¡eeeh puto” en zapoteco en el futbol nunca se usaría en Juchitán, sobre todo para dirigirlo a un deportista. Gritarle “eeeh muxe’” a un portero es un insulto tan denigrante que el “teco” dejaría la cancha para agarrarse a puñetazos con toda la porra contraria.

De ahí que para muchas madres juchitecas principalmente de la clase media, no es una bendición tener un muxe’ en casa, muchas de ellas preferirían no tener un hijo homosexual ni gay, mucho menos muxe’.

La necesidad del muxe’ en una casa juchiteca se da en familias campesinas pobres, principalmente cuando la madre ha parido en su mayoría varones.

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Las familias zapotecas campesinas son altamente machistas o mejor dicho tienen muy definidos los rolles para los niños y las niñas: un hijo varón no lava su ropa, para eso está la madre y las hermanas; un varón en una casa tradicional zapoteca no levanta un traste de la mesa en donde come, y en contadas excepciones, cuando no tiene hermanas y es pequeño se le ordena vender los productos que elabora la madre: tortillas o elotes tiernos cocidos, es el único momento en toda su vida que le es permitido llevar a cabo una actividad plenamente femenina en Juchitán: el comercio.

Muxe Juchitan Oaxaca

Por eso es una bendición para las madres de un hogar campesino y de escasos recursos tener un muxe’ como hijo, porque éste las ayuda a lavar los trastes, la ropa, a hacer la comida, cuidar los niños, vender más rápidamente lo que cocina; además de ser esclavizado en tales deberes se prevé que no significará en el futuro gastos en su casamiento y estará pendiente con la madre hasta la vejez.

Eso aún perdura en algunas zonas en donde la etnicidad zapoteca, el ambiente rural y la pobreza persisten. Además no cualquiera puede ser un muxe’ completo, para tener tal calificativo se necesita tener un don o una gracia, debe ser agradable en el trato, dulce e imaginativo en el hablar, o poseer un oficio femenino como saber cocinar muy bien, coser ropa, realizar adornos para fiestas o convites, rezador, estilista, si no tiene uno de tales talentos o no consigue aún desarrollarlo se le llama muxe’ guppa: un muxe’ que apenas se vislumbra o de plano se dice que es un “muxe’ sin gracia” es menospreciado por todos porque como hombre no logró mantenerse como tal, traicionó su género, pero tampoco tiene una gracia como mujer.

Ahora ¿cuál es la imagen del muxe’ que se ha construido desde fuera avalado por una élite de muxe’s que les ha convenido mantener este estereotipo por fama y por dinero? Desde hace más de veinte años investigaciones antropológicas, documentales y programas de televisión, han estereotipado una imagen del muxe’ para venderlo al mundo como una mujer encerrada en un cuerpo de hombre, que habla la lengua zapoteca, viste de enagua y huipil, y cuyo discurso es: haber nacido en un paraíso en donde nunca ha sido discriminada, sus padres lo aceptan como es, es una bendición para toda la familia, es más mujer que la mujer, todo Juchitán la acepta y la reconoce, tan es así que acuden gustosos a su fiesta anual: la vela de las Aunténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, o de la Santa Cruz Baila Conmigo.

Se han hecho a un lado de los reflectores las historias del muxe’ que ha sido asesinado por su padre y sus hermanos por representar una deshonra y burla de su hombría y que ha quedado en el absoluto silencio; de muxe’s que eran castigados por sus padres para que abandonaran su desviación, de otros que eran aterrorizados por sus padres con castrarlos por el sólo hecho de cocinarse unos huevos, y una larga cantidad de historias tristes y violentas que dan al traste con las historias festivas y coloridas que se ofrecen al mundo.

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Ser muxe’ públicamente representa el peligro de ser insultado, burlado, e incluso golpeado, por eso nadie menosprecia el valor que representa ser identificado como muxe’ y asumirlo como las que públicamente lo son y caminan con orgullo por las calles de Juchitán. Dice un proverbio árabe que generalizar es un error y todo los que generalizan están en un error.

Las muxe’s jóvenes, las que tienen el cuerpo estilizado, las que se inyectan aceites para tener pechos y nalgas, viven muy poco lo que se inyectan los lleva a la muerte demasiado pronto, pero además la nueva generación está siendo víctima de una transfobia atroz, son asesinadas y vejadas: sus cabezas hechas trizas por una piedra o un bloque de cemento o les han introducido una botella en el ano. La ciudad del arcoíris dista mucho de ser Juchitán. Sin embargo esa imagen sigue vendiéndose.

Por esto los muxe’ que han logrado acaparar las cámaras, e incluso alguna ha llegado a ocupar altos cargos en ong’s y ser la principal referente en el activismo, sólo han logrado beneficiarse con viajes y reconocimiento fuera de Juchitán, pero no podría hablarse de un movimiento político muxe’ , porque además del activismo contra el VIH que hay que reconocerles a los líderes muxe’s, sus logros en el movimiento político sólo ha sido para ocupar cargos en el Ayuntamiento cuando han estado con algún partido, se han utilizado mutuamente, el papel del muxe’ ante los partidos ha sido una actitud ladina, la de favores y apoyos económicos a cambio de tomarse una foto folklórica con los candidatos.

De ahí activistas comprometidos con los derechos civiles de los gay, les endilgaran el apelativo de “mariquitas apolíticas”, por no trascender por una agenda política por los derechos de los muxe’, si no por acaparar la atención por sus fiestas y este ambiente festivo que los rodea.

Las publicaciones en las redes manejan que los muxe’s como los conocemos hoy existen desde hace quinientos años. Fue sólo hace poco que los muxe’ se apropiaron del traje regional, una acción a que tenían derecho como parte de esta comunidad, pero no fue idea propia si no de una antropóloga italiana que no sólo las empoderó como líderes en el activismo, alguno lo olvida, pero Marinella Miano les dio la receta para apuntalarlos a la fama mundial: vestirse de enagua y huipil.

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Antes no era así, los muxe’ se vestían con pantalones acampanados, sólo sus sandalias eran femeninos, jamás pensaron en ser mujeres o sentirse mujeres, eran muxe’s y nada mas.

De esa generación existen historias de muxe’s, como la de uno oriundo de un poblado cercano a Juchitán: Espinal, que vestía de short y playera y que el único aditamento femenino que tenía era un mandil, en donde guardaba una pistola que no dudaba en utilizar, pues al final de su vida se dedicó a traficar drogas y murió apuñalado por la espalada por un amante.

La imagen de Mandu Muxe’ está muy lejos de las flores en la cabeza y mucho menos de ponerse el traje regional, pero era un muxe’ y cuando le preguntaban por qué no era un poco más femenino respondía: “es que yo soy mampo de otro modo”. De Pedro muxe’ de Cheguigo que a sus más de ochenta años viste como cualquier campesino, usa sombrero de palma y de bigote cano, tiene el oficio más distante de los actuales muxe’: es plomero.

Su hablar, su mirada, sus modales, nunca llamaría la atención de un investigador o cineasta, pero todos saben que es muxe’. Sólo cuando pone en la rokcola una canción de su preferencia de la época de la Revolución “La Pajarera”, y con unas cervezas encima revela: “todos saben que soy pajarera”.

O como Ta Fili muxe’ que apadrinó bodas y cumpleaños, en las fotos de juventud aparece de traje y corbata, en su madurez iba a las fiestas de guayabera y para mostrar sus alhajas las ponía como si fueran condecoraciones en su pecho, de las mujeres sólo imitaba su grito festivo.
Muxe Juchitan Oaxaca2

Ahora pasemos a la palabra muxe’ entre los muxe’, la palabra no pierde su implicación denigrante, un muxe’ si quiere hablarle a una amiga o conocida lo llama por su nombre artístico, pero cuando quiere burlarse o llamarle la atención le dice gravemente muxe’ y lo dice como lo dicen los demás con la misma carga denigrante, la palabra muxe’ en la comunidad juchiteca no es una palabra de orgullo identitario como la palabra gay es para los occidentales, para los muxe’ “famosos” lo es para las cámaras, para mantener esta imagen que el extranjero quiere y que se ha creído durante treinta años, y que le ha significado provecho económico para muchos muxe’s cazados por investigadores, productores y cineastas para venderlo al mundo.

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Cuando a Elí Bartolo, uno de los más grandes estudiosos y entendidos sobre la sexualidad de los juchitecos le preguntaron qué es un muxe’ respondió “un muxe’ es un muxe’” para luego decirle cínicamente al que lo grababa “¿o desde qué punto de vista quieres que te lo defina?”.

Elí Bartolo decía que la identidad no es sólo cómo te identifican si no con quién te identificas. Elí llevó “puesto” en la Vela de las Intrépidas, es decir ocupó un espacio para atender a sus invitados en la fiesta porque a veces coincidía con su cumpleaños, pero nunca formó parte de ellas, no fue socia y nunca se consideró Intrépida.

Se solidarizó con todos los muxe’s hasta cuando los propios muxe’s habían dado la espalda a sus compañeras, él estuvo ahí con su andadera acercandose a dar su ayuda. Pero nunca se dijo muxe’, se definió como un hombre sensual con una sexualidad disidente.

Michael Foucault decía que “Si la identidad se convierte en el problema fundamental de la existencia sexual, si las personas piensan que deben ‘revelar’ su ‘propia identidad’ y que su propia identidad ha de volverse la ley, el principio, el código de su existencia; si la pregunta que plantean continuamente es: “¿Esto está de acuerdo con mi identidad?”, entonces pienso que regresarán a una especie de ética muy próxima a la de la vieja virilidad heterosexual.

Si debemos situarnos y pronunciarnos respecto a la cuestión de la identidad, debe ser una identidad de cada uno con nosotros mismos. Pero las relaciones que debemos mantener con nosotros mismos no son relaciones de identidad, deben ser más bien relaciones de diferenciación, de creación, de innovación.”

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Existen otras identidades en Juchitán que no caen en este estereotipo que nos endilgan desde afuera. Hay muxe’s jóvenes que son profesores, médicos, líderes sindicales, enfermeros, algunos tienen maestrías y doctorados, algunos se visten ocasionalmente, otros no lo harían nunca y no por vergüenza porque no les apetece, hay otros que planean cambiarse de sexo, la diversidad sexual en Juchitán es amplísima, y esas identidades no se dan desde el punto de vista heterosexual del muxe’ que se ha vendido desde fuera.

Algunos de ellos desconfían de la palabra muxe’, otros quieren retomar el nombre, darle una nueva resignificación y dejar atrás esa estela despectiva que arrastra.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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