Cultura
Rosamaría y las posesiones del espíritu que añoraba las pachangas juchitecas.
En esos tiempos, la práctica de los valores entre los habitantes de la comunidad, era la base fundamental para la convivencia fraternal y respetuosa en ambientes familiares y vecinales. En el barrio de Saltillo, conocido también como cheguigugueete o novena sección,una fiesta de bodas significaba un acontecimiento que llenaba de alegría hasta en los corazones de los vecinos de los contrayentes.
Fue un domingo de la última semana del mes de Mayo del año de 1950, cuando Macario y Vicenta, bailaron alegremente el son “mediushiiga”, cobijados por una fresca enramada techada con cantidades considerables de ramas de palmas, traídas desde los terrenos de La Ventosa; por la nochecita, y una vez concluida la fiesta, los padrinos de velación ofrecieron su bendición a la pareja, elevando sus plegarias al todopoderoso para el bienestar, la felicidad y la prosperidad de Macario y Vicenta. A siete casas de distancia, el anciano Esteban Chevez, desensillaba su cansado caballo después de cumplir su dura jornada en el huerto ubicado en la rivera del río, Esteban era conocido en el barrio como el jardinero, a pesar de su avanzada edad, fue un hombre incansable para el trabajo y nulo interés para las fiestas; cuando tenía la oportunidad de platicar con los pocos amigos que tenía, con frecuencia decía que, el tiempo que dios destinaba a cada ser humano, es tan corto, como para desaprovecharlo en eventos donde la vanidad lo es todo; él argumentaba que la prioridad y base de la prosperidad es el trabajo, por eso, su rutina diaria laboral fue de seis de la mañana a seis de la tarde, varios caballos que utilizaba para regar sus plantas dejaron de existir por agotamientos. Cuando por casualidad pasaba por algún lugar donde se realizaba alguna fiesta, tenía la costumbre de mover su cabeza como desaprobando lo observado y al mismo tiempo mostraba una sonrisa sarcástica. Así fue su concepción personal en la existencia terrenal. No obstante, haber sido un vecino cercano, el anciano jardinero, no asistió a la fiesta de aquella fecha.
En aquellos años, los ancianos decían que eran buenos tiempos porque las lluvias llegaban puntualmente y las cosechas fueron abundantes. Con el pequeño patrimonio consistente en: una mancuerna de bueyes, seis vacas, un caballo y cinco hectáreas de tierra fértil, Macario cubría lo necesario para que su joven esposa no se esforzara mucho en la elaboración de los totopos; sobre todo, por su embarazo. En el mismo mes de Mayo, pero del siguiente año, Vicenta dio a luz a una linda niña, a quien bautizaron con el nombre de Rosamaría, dijo Macario que, lo de Rosa, es por las flores que abrieron sus pétalos en los rosales en ese día primaveral, y lo de María, es por la promesa hecha a la virgen María. Desearon tener mas hijos, pero no fue posible, resignándose con el tiempo con la alegría de tener una sola hija, a quien dedicaban sus atenciones y obviamente la entrega de sus cariños y cuidados de rigor.
En el cumpleaños número doce, de Rosamaría, sus padres le organizaron una pequeña convivencia familiar, con la asistencia de unos cuantos vecinos cercanos; la preparación del mole se distinguía a distancia por el agradable sabor; cinco enormes guajalotes hicieron compañía al rico mole, no podía faltar el buen mezcal, las cervezas eran desconocidas en aquel entonces, lo que si se repartieron en la fiesta de doce años de la única hija, fueron las famosas “sodas”, bebidas dulces con algo de gas como ingrediente, contenidas en botellas similares a los cuartitos de cervezas actuales. Las risas que los asistentes compartían con los padres de la festejada cubrían de alegría y felicidad el hogar de aquella pequeña familia. En eso estaban, cuando Naa Luisa Bédxe, conocida curandera del barrio, se presentó toda apresurada y angustiada para dar la desagradable noticia, sobre la partida al más allá del anciano jardinero Esteban Chevez, cuando suceden estas cosas, nunca falta quien por curiosidad quiera saber el como, a que hora y donde sucedió tal acontecimiento. La curandera, que por lo general era la que mas se enteraba de esto y de muchas cosas más, dijo que el anciano, se sintió cansado después de regar todas las plantas y flores diversas que tenía en su huerto, por lo que buscó la sombra de un árbol de chico zapote, y se sentó en un viejo taburete, ahí se durmió y ya no despertó; Casimiro Zárate, un campesino que regresaba de su milpa, se le hizo extraño que el anciano jardinero no contestara su saludo, pues le dijo Paadiushihuaachídirigoola (buenas tardes anciano), repitió hasta el cansancio los saludos, pero al ver que no hubo respuesta, abrió las trancas de la entrada al terreno, grande fue su sorpresa al notar que Esteban Chevez ya no pertenecía a la vida terrenal.
En Juchitán, es bastante común escuchar que, cuando alguna persona no sociabiliza; es decir, no asiste a fiestas, sepelios, velorios o cualquier evento social, en donde se acostumbra ofrecer unos cuantos pesos como símbolo de cooperación o apoyo para los gastos que los anfitriones realizan, existe la certeza de que cuando dicha persona lleve a cabo algún acontecimiento, son muy pocas las asistencias y los apoyos solidarios, y en el peor de los casos, cuando le toca dejar el mundo terrenal, a duras penas se completan los cuatro hombros para cargarlos y despedirlo; ese fue precisamente el caso de Esteban Chevez; fue muy triste su cambio de residencia.
Pasaron cinco meses desde que el anciano jardinero, se despidió del barrio Saltillo o cheguigugueete. El medio día del 30 de Octubre de ese mismo año, un acontecimiento sorprendente y terrorífico se suscitó en el hogar de Macario y Vicenta; Rosamaría, la única y adorada hija, repentinamente se desplomó al suelo mientras barría el patio de su casa, su madre hizo a un lado la bola de maza de maíz que tenía en el metate y corriendo con angustia y desesperación llegó hasta donde estaba su hija, cuando ella llegó al lugar, ya se habían acercado algunos vecinos cercanos a la casa. Rosamaría mostraba una especie de convulsiones, de su boca brotaba babas en exceso, sus ojos brillaban, se jalaba sus cabellos, gritaba mucho, pero nadie entendía lo que decía; rápidamente mandaron traer a Naa Luisa Bedxe, la curandera que entre sus gracias también entendía, y ya tenía alguna experiencia sobre posesiones de malos espíritus, al ver la terrible escena de ese medio día del 30 de Octubre, la anciana curandera, empezó a rezar, con las señales de la santa cruz, las vecinas también acompañaron el rezo. Después de una hora, Rosamaría volvió en sí, sin recordar absolutamente nada de lo acontecido, solo que su estado de ánimo desde aquel momento cambió completamente, su rostro aparentaba una persona de mayor edad, caminaba muy lento, como su tuviera mucho cansancio. Por la tarde, cuando Macario regresó de su labor, su esposa le platicó lo que había pasado, diciéndole que según el diagnóstico de Naa Luisa Bédxe, se trata de un caso de posesión de un espíritu maligno, que por alguna razón no pudo llegar a su destino final, y que por ese motivo anda penando, se trata pues de un caso muy delicado que ameritaba mucha atención.
Todos los medios días y durante dos meses, el espíritu perdido en pena, se apoderaba de la pequeña Rosamaría, fueron muchas lágrimas las que derramaron sus padres, hicieron infinidad de promesas a santos conocidos y recomendados por otras personas por la salud de su hija. Macario vendió todo lo que fue su patrimonio familiar, por recomendaciones de amigos y conocidos, acudieron a cuantos brujos de la región sin resultados favorables; la salud de Rosamaría se debilitada día a día, parecía que el espíritu maligno, ganaría la batalla y que finalmente se llevaría a la niña. Estaban a punto de darse por vencidos, cuando una noche Macario soñó que en la octava sección o Cheguigo norte, había un templo espiritista, en donde una señora de nombre Candelaria de Jesús, a la que le llamaban hermana Candelaria, era muy efectiva para invocar y dialogar con todo tipo de espíritus, buenos o malos, a todos los bajaba de donde estaban y les exigía confesar el motivo de sus fechorías en la tierra; sobre todo, en los cuerpos de gente inocente.
Al amanecer, Macario se levantó a las cinco de la mañana, se bañó, al salir de la casita de palma que hacía la función de baño, distinguió las estrellas que forman la figura de una cruz en el cielo, se persignó y con lágrimas en los ojos agradeció a la virgen María por la señal que le dio en el sueño que acaba de tener, los gallos ya llevaban rato con sus cantos madrugadoras. Rosamaría dormía en una hamaca colgada en dos horcones de la enramada, Vicenta al ver a su esposo como preparándose para algo extraordinario en ese día, se levantó y de inmediato prendió la fogata para prepara el café. Mientras tomaban el café acompañado con cuatro panes bollos, Macario le platicó a su esposa del sueño que tuvo esa noche, Vicenta quedó sorprendida y, mientras miraba a su esposo, con su huipil se secaba las lágrimas que brotaban de sus ojos, pero sus rostros ya no reflejaban tristeza, como que sus corazones enviaban mensajes de esperanza, porque los dos aceptaban que la señal venía de la madre de dios, como lo platicaron después.
Antes del medio día, Macario, Vicenta, Rosamaría y dos vecinas más llegaron al templo espiritista, inmediatamente fueron recibidas por una mujer, que los saludó con amabilidad, con voz suave y tierna, Macario fue el mas sorprendido por la personalidad de la hermana Candelaria, como para que no oyeran, se acercó a su mujer y le dijo al oído,..esta señora en verdad que parece una santa, pareciera que no es de este mundo, pereciera que había bajado del cielo. A unos segundo de que el sol indicara con su posición la llegada del medio día, la enigmática dama los acompañó al centro del templo, para esto, doce damas vestidas de blanco ya esperaban la presencia de la niña poseída. A unos instantes de la entrada de la paciente y su familia, Rosamaría empezó a convulsionar, a jalarse los cabellos, a babear como siempre, antes de emitir los gritos irreconocibles, la hermana Candelaria, con gesto autoritario y palabras de mucho rigor, empezó a cuestionar al espíritu maligno, le preguntó sobre su identidad, con palabras de autoridad sagrada, le cuestionó acerca de los motivos de su penar y que era lo que realmente quería como condición para abandonar el cuerpo de la niña, cuales eran sus condiciones para dejarla en paz. Después de un tiempo considerable de las visitas del espíritu, por primera vez escucharon con claridad sus palabras y distinguieron la voz, era la voz del anciano jardinero Esteban Chevez; acorralado por la presencia de las gentes de dios, finalmente confesó, que en vida terrenal, nunca disfrutó de una fiesta, que en su vida se la pasó trabajando, y que al dejar el mundo terrenal, no logró entrar a la gloria porque su corazón y su mente en espíritu añoran lo que no tuvieron, dijo que aunque sea en forma de espíritu, quería sentir un poco de alegría y tal vez algo de felicidad que ofrecen las alegres pachangas juchitecas, por tal motivo, condicionó a sus familiares a que le ofrecieran una misa, y después de la santa misa, realizar una fiesta en la que toque la banda de Carlos Robles Nicolás durante doce horas, además que los asistentes bailen y tomen mucho mezcal.
El seis de Enero, cumplieron la voluntad espiritual de Esteban Chevez, sus familiares y los familiares y amigos de Macario y Vicenta, le ofrecieron una santa misa y la fiesta que pidió. A partir del siete de Enero, nunca más regresó el espíritu maligno. Rosamaría se libró del Anciano jardinero. Pasaron los años, Macario como buen trabajador campesino y como lo platicó su esposa Vicenta años después, el todopoderoso no solo los libró de las cosas malas, sino que también, les bendijo para recuperar algo de sus patrimonios perdidos. Rosamaría no se casó, se dedicó a ayudar a su mamá en la hechura de muchos totopos a manera de obtener algunos pesos de ganancia. Tuvo pretendientes, pero hasta la fecha sigue atendiendo a su padres, ella ya rebasó los sesenta años de edad.
Cultura
Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024
Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.
Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.
En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.
El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.
Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.
Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.
Cultura
Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño
Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet
El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo, se torna, interesante para la mente infantil.
En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual, José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.
En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.
Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.
El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.
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