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Cultura

Enedino Jiménez: El poeta del aire

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A Élida Vázquez Pérez,
musa y compañera del poeta,
con el respeto y afecto de siempre.

La poesía en su más pura expresión se nutre de la vivencia humana, de todas las minucias que se reúnen para dar forma y nombre al mundo cotidiano donde los sonidos, imágenes y texturas nos regalan el asombro de la vida.

Así la poesía de Enedino Jiménez es una cascada desbordante que arrastra los sonidos más claros para el deleite de los oídos, ya que sus versos son cantos de amor y esperanza donde él, como poeta y hombre, se encuentra desnudo de prejuicios y es un sueño hecho cenzontle cantando sobre la rama florida de la ternura, cuando nos dice:

“¿Qué prenda puedo darles este día
hermanas y hermanos míos?
¿Qué prenda puedo darles que se estime
tanto como los bienes que han puesto en mí?
…Espero que acepten
lo único que tengo para dar en este día:
mi corazón entero en un poema.”

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Un poema hecho de rodajas de luz que va llenando los caminos de un alfabeto donde el dolor rima con sonrisa, la dicotomía de que todo lo que existe es cambiante, dialéctico, por lo que es necesario llevar el alba al parto de un nuevo día, donde uno se descubre culpable de tanta inocencia, con un manojo de recuerdos en el patio de la infancia, sabiendo que nada es eterno en la flor de la memoria.

“Al abrirse la flor de cada amanecer
elevemos al cielo la mirada…
la ternura es la señal de la bondad,
cualquiera que sea la ruta que llevemos
portemos esa prenda todo el día.
Así, jamás alcanzará la muerte
el sueño que respira en nuestras almas.”

Pero la poesía de Enedino Jiménez nos hace estremecer porque es una cicatriz en el lomo de la realidad, es una denuncia sobre la infame situación social que vive nuestra patria, ante la indiferencia de muchos intelectuales y frente a la voracidad de una política entreguista tejida desde las altas esferas, donde el presidente de la república en turno sólo tiene ojos y oídos para los dueños del capital, quienes sufren de amnesia de identidad nacional y se dedican a destruir la cultura popular y nos enajenan ofreciendo el trueque de nuestras conciencias por el espejo de los medios de comunicación, una verdad que es lacerante y que nos duele como una herida en el costado, como lo dice en este poema.

LA REVOLUCIÓN

Al principio
el peso de mi patria
era igual que el dólar

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Ahora
el dolor de mi patria
es el peso del dólar.

En cada hebra de las metáforas que construye como un albañil silencioso, pero lleno de voces, nuestro poeta va desgranando su amor a la vida, su orgullo de ser un binnizá, forjando en la fragua de la lengua zapoteca una poesía que une la sabiduría con la valentía, la cosmovisión de una cultura con profundas raíces en el respeto a la madre tierra y a todos los elementos cosmogónicos, ya que la unión espiritual con el mundo etéreo sólo es posible si existe la armonía entre el hombre y su naturaleza, un sentimiento que se expresa en estos versos:

“Somos el pueblo zapoteca:
los hombres y las mujeres que aman el prodigio de su origen.
Los zapotecas antiguos se llamaban Gula’sa’,
entre sus dioses cuentan el sol, el águila y el tigre.

Aquellos abuelos , con el aliento de las flores
arreglaron sinfonías, elevaron su canto y su danza
sobre el viento y las nubes y el esplendor del sueño.

Así nació la hermandad que registra la costumbre
se los zapotecas vivos,
los herederos que aman el prodigio de su origen.

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El amor y su hechizo hace surcos en la piel de esta poesía que Enedino Jiménez, orfebre de la luz, nos ofrece como si fuera una canasta de caricias, besos, guiños, forcejeos por abrirse camino en la intimidad húmeda y descubrir que la ternura sí tiene aroma. El juego erótico es el pulso que enciende los poemas, los proyecta a mutarse en símbolos cabalísticos, jeroglíficos, álgebra y geometría donde la suspicacia concuerda con la certeza en las coordenadas de la libido hasta convertirse en simetría. Todo estos sentimientos cincelados con pasión de juglar, como lo demuestran estas líneas:

“Y cuando exploro los caminos que te forman,
sensible a la marca de mi tacto
pareces arena fina del océano,
la brisa del amor nos lleva lejos
donde mis labios leen
los signos ocultos de tu sexo.”

O estos versos que rememoran el deseo de ser un dichoso romero que cruza valles, montañas, mares, ríos, acantilados, llanuras, selvas y desiertos con el propósito de encontrarle el ombligo a la aurora.

“Después de caminar el universo que tú eres,
me acercara a tu corazón,
y de repente sentir tus suspiros,
y cuando suspiras
me transformara en pájaro
puesto a caer en la palma de tu mano,
cuando tú me abrazaras
beber la dulce leche
que mana en los ríos de tu pecho.”

Amigo del mundo, amigo de la verdad, la integridad humana de Enedino Jiménez es una astilla ardiente que se clava en la lengua de los mentirosos, de los pusilánimes y cobardes que sólo atesoran la riqueza material, olvidándose de la memoria colectiva, del recuerdo por aquellos hombres y mujeres que dieron su sangre por hacer florecer un mañana libre, donde la justicia y la democracia tengan un rostro parecido a cualquier campesino, obrero, estudiante, profesionista o intelectual sin que nos duela la sonrisa por la vergüenza de mirar a los dirigentes políticos hablar de fraternidad e igualdad, aunque sólo sepan vivir del erario, haciendo pactos de cúpula para perpetuarse en el poder y seguir con su triste papel de bufón del Estado. En la poesía de Enedino Jiménez no caben los traidores del pueblo, sólo se reconoce la entrega por la lucha popular con la aspiración permanente de un cambio social. Este reconocimiento se plasma en poema dedicado a Víctor Pineda Henestrosa, desaparecido por el gobierno en 1978.

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“Qué diera yo por saber hermano
que convocaría un mitin
y tú serías el orador principal en la plaza.
Como la lluvia en tierra sedienta
Tus palabras caerían en nuestro entendimiento.
El fin del acto sería el presagio
De una fiesta magnífica en tu honor
Que los pájaros con más júbilo
Darían a conocer a los pueblos del mundo.”

Idealista, romántico, creador por excelencia, Enedino Jiménez es un hombre que nos dio de beber del bule su poesía de manera generosa, sin mezquindad alguna, con ese entusiasmo con que el águila de manera majestuosa vuela en el alto cielo, por lo que lo nombro como el poeta del aire. Con un morral de recuerdos de su infancia, se vuelve un sol en el regazo de su madre donde el poema estalla, como grano de maíz sobre la tierra de la alegría al nombrar a Ixhuatán, y se vuelve un chupamirto en los bordados de las mujeres en las fiestas de Juchitán, Guidxiguié’ que le da la vida por que él es una espiga de su historia, por lo que clama de manera festiva y vislumbrando un futuro de luz, estos versos dedicados al gran pintor juchiteco Francisco Toledo:

“Una iguana
recorre el mundo.
Pueblos del universo,
¡alertas!
Juchitán vive.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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