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Cultura

Andrés Henestrosa. Parte 5

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» El mar que en todo está presente en nuestro Istmo, nos dio la primera impresión del infinito.» Andrés Henestrosa.

Estoril es el nombre del restaurante ubicado en la calle de Hamburgo, en lo que fue un lugar de moda en los años ochentas; grandes personalidades acudían al Estoril, como en toda la zona rosa, era un lugar atractivo, parece que fue el pintor José Luis Cuevas quien le denominó Zona Rosa; en el Estoril su dueña doña Margarita su rostro con perfil indígena, alta de buena presencia, cabello corto plateado y de ojos azules.

Don Andrés me comentó que el padre de doña Margarita era inglés y su madre oaxaqueña de la región de la Mixteca. En otra ocasión que ahí estuvimos, el Chef con su gorro almidonado, abombado ceñido en la frente, salió de la cocina para saludar al maestro Henestrosa con afecto; entonces don Andrés era Senador de la República por nuestro estado de Oaxaca en el período 1982-1988. En una tarde-noche, compartimos la mesa con don Gustavo Petriccioli, entonces Srio. de Hacienda, era un hombre fino y elegante, gran conversador con su perfil árabe y su nariz hecha para aspirar y respirar bien, un tanto prolongada con su tabique nasal pronunciado configurando una delta sobre su rostro moreno. Recuerdo muy bien que en cierto momento le dije: qué bonita corbata trae usted. Él de inmediato se la quitó y me la dio diciéndome:–tenga, es de usted–. Era de color vino con tenues rombos pequeños de color gris claro. Mucho tiempo la usé como un recuerdo de aquel gran señor; que en esa noche lo acompañaba una bella dama elegante de ojos y rostro árabe.

Amigos los recuerdos no tardan en convertirse en polvo, se convierten en un caracol que el viento eleva y ondea arrastrando con fuerza rumbo al Sur. Años más tarde, ya jubilado como profesor del Instituto Politécnico Nacional, radicando aquí en Juchitán desde 2006, mis visitas frecuentes al Tecnológico del Istmo ubicado aquí; pláticas con amigos profesores como la Ing. Sandra Gómez Palacios, Armando Castillejos, el joven Alejandro Aragón, a quien le comenté un pasaje del encuentro de su señor padre el Contador Aragón, que fundó aquí en Juchitán el primer despacho de contadores que alcanzó prestigio, le comenté el encuentro con su padre y el Ing. Héctor Sánchez actual consejero independiente de la C.F.E.; le platiqué a Alejandro que en una fiesta nos sentamos en la misma mesa con el Contador Aragón, Héctor Sánchez, oigo y observo lo interesante y ameno, lleno de buen humor la plática del Contador; al despedirnos me da su número telefónico, el Celular ni sus luces entonces. Le recalco a Alejandro que le tengo un afecto heredado de su señor padre. Esto me deja una enseñanza que un hombre culto es un hombre atractivo espiritualmente, lo físico no tiene tanta importancia, de ahí aquel conocido dicho: lanita mata carita, lengüita mata carita y lanita. Fue en estas visitas al Tec, cuando y donde Armando Castillejos me platicó de sus inicios en la política, llegando encabezar un buen número de campesinos; éstos ya los había agrupado un profesor normalista Ricardo Gurrión, candidato a la presidencia municipal por los años 66 aproximado; para decirlo con propiedad o apegado a la verdad, el profesor Gurrión de la séptima sección, no llegó a ser candidato, ya que se le exhibió un documento que se publicó en el periódico, que él todavía seguía en nómina en la Escuela Normal de Maestros en la CDMX, donde me parece que era subdirector.

Este movimiento encabezado por él, despertó la masa campesina y unos años más tarde, dio origen a la COCEI- Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo-, fundada por ese brillante Juchiteco de la séptima sección Daniel López Nelio, que en ese momento estudiaba en la UNAM; y Héctor Sánchez, un hombre inteligente y con el signo de buen humor. En ese alrededor del mismo año, vi en una tarde a un hombre subirse a un banco no alto, como un escabel y con pañuelo rojo amarrado al cuello, con sombrero tejano, camisa café de manga larga, con bigotes, y de pantalón de casimir verde militar. Hablar, arengar a los que en esa hora iban a comprar la cena, comunicarles la necesidad de unión contra los atropellos de la autoridad priísta, mientras las juchitecas de enagua y huipil vendían tortilla con su canasto colgado del brazo, otras, pescado cocido al horno, otras, frijol seco y queso en cuajada…

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A la entrada norte del mercado. Este hombre era el mayor Leopoldo Degyves, con toda calma, sin gritos, sin desplantes de agresión y de insultos, nada de eso. El recuerdo de esta imagen me quedó bien grabada. Retornando a la plática con Armando Castillejos él me narra sus primeras incursiones en la política, entonces el gobernador de Oaxaca era don Pedro Vásquez Colmenares que en su tiempo de estudiante universitario fue un brillante orador, ganador en primer lugar de un concurso de oratoria parece que convocado por el periódico Universal. Tuve la oportunidad de conocer la biblioteca de la familia Colmenares en la casa ubicada paréceme sobre la calle de Tuxpan de la CDMX, donde una vez visitamos a doña Amparo Colmenares, en mi caso acompañando a su prima la Pfra. Velia Colmenares y su hermosa hija, Juanita Colmenares. Doña Amparo- madre del gobernador Pedro V. Colmenares – período 1972- 1976, aproximado -; nos contó que cuando su esposo era gobernador de Oaxaca, ella lo acompañaba en su visita en los trabajos de la construcción de la carretera Oaxaca- Istmo, donde a base de dinamitas abrieron cerros, construyeron puentes, hasta llegar bajando al Istmo, pasando por ese hermoso pueblo de Tequisistlán- en zapoteco Maadu– abundante en limonares y papayos regados por el río del mismo nombre. La carretera panamericana llegó a Juchitán en mayo de 1946, en ese año se remachaba el puente hoy llamado puente de Fierro. Era también en ese año para la desgracia de mis abuelos Amado Sánchez y Antonina de la Cruz, de mi familia toda, que mi tío Cecilio hermano de mi madre, fuese guillotinado sobre el montículo de tierra que era la carretera en construcción por un avión militar, a la altura que hoy es Pepe y Lolita; el avión voló tan bajo que tristemente le causó la muerte de mi tío ese sábado por la mañana del 16 de mayo, en cuya noche se celebró la Vela Biaaxi- ciruelo-. Inicio de las fiestas de mayo de Juchitán.

Doña Amparo Colmenares en una reunión con motivo del cumpleaños, de su prima doña Velia, nos narró una anécdota extraordinaria de su padre que era fabricante de sombreros en la ciudad de Oaxaca, sombreros que se llamarían más tarde, sombreros Tardan; nos cuenta que en una ocasión un pescador huave le llevó a su padre un regalo, era una cajita cerrada.
El señor Colmenares al abrirla va hallando para su gran sorpresa: una sirenita de mar disecada con sus cabellitos cayendo en caireles y su colita de pescado. ¡Qué! Maravilla. Entonces las sirenas de mar existieron en el océano Pacífico. Y nos platicó también que durante la segunda guerra mundial, un submarino japonés emergió del mar frente a San Mateo, bajaron los tripulantes, entraron al pueblo, haciendo señal con la mano simulando llevar comida a la boca; mostrando al mismo tiempo monedas de oro. Los habitantes pronto los abasteció de queso, totopos, gallinas, guajolotes, y huevos. Así provistos ya de alimentos, bien avituallados, se sumergieron otra vez al fondo del profundo y misterioso mar: Nisa doo, mar en zapoteco. Continúa… Suerte! Mis amig@s.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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