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Cultura

«CUANDO LLEGAN NUESTROS MUERTOS»

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– ¡Chana! Este xha badu (niño) lo volvió a hacer

– No es cierto lo que dice mamá, abuelita, fue mi abuelito el que se comió los muéganos y el pan de queso.

– No digas eso, mal rayu peguchialí (mal rayo te parta), tu abuelito te va a venir a castigar porque te comiste lo que era para él.
– Abuelita ¿A poco los muertos vienen?
– Vienen pues, recabron, si no me crees pregúntale a tu mamá que fue lo que le pasó a ta´ Tomás cuando debido a su falta de fe no quiso poner en su altar de muerto lo que en vida le gustó comer a su mamá, muy al contrario, colocó dos piedras de río, pues según él “los muertos ya no vienen” y porque Dios es grande, lo despertó con una pesadilla justo a la primera hora del día tres de noviembre, cuando comienzan a irse los muertos de este mundo; se asomó a la ventana y vio, caminando en una sola fila a los muertos, algunos llevaban cargando pan, chocolate, marquesote, otros, tamales, manzanas… y al final de la fila venía su madre, triste, llorando y traía consigo las piedras que su hijo colocó en el altar. Ta´ Tomás lloró amargamente, pero a partir de entonces, él realiza el altar más rico en ofrendas… ¡Claro que vienen los muertos, xha badu!
– ¿Y cuándo vienen los muertos?
– Cada año, como por estas fechas Dios les da permiso para que vengan a visitar a sus parientes vivos.
-¿Y cómo se hace un altar de muertos?
– mmmjú, bien, antes debo decirte que se llama ofrenda a los muertos, pero como utilizamos el altar de los santos para armarlo, le llamamos altar de muerto. Se hace con cajas y tablones y se le da forma de pirámide; debo aclararte que por lo costoso de las ofrendas poca gente lo realiza como antes, de siete escalones que simulan los siete pecados capitales. Se cubre con mantas blancas; se adorna cada peldaño con papel china “picado”, ya sea de color morado para los niños, jóvenes y solteros o en negro para los adultos. Mentalmente se parte por la mitad el altar y cuidando la armonía, se colocan las ofrendas, y así, lo que tenga el lado derecho tendrá el lado izquierdo. Se pone todo lo que fue del agrado del difunto: chocolate, cacahuate, manzana, mole de guiñadoxhuba (mole de maíz con carne oreada de res), guisado de res, guisado de pollo, lomito, atole de maíz, el nisiababu´pu (atole espumoso), atole de leche, mezcal, tabaco…mole… se instala un arco hecho con dos varas de caña que imitan la entrada al cielo; se deshojan cempaxúchitl y con sus pétalos se forma un caminito que conduce al altar; se adorna con las flores de muerto: el cempaxúchitl y la cresta de gallo; en medio del primer escalón, un vaso de cristal con agua para que tomen, pues llegan sedientos; unas veladoras encendidas para que les ilumine el camino de regreso al cielo y otras apagadas para que las ocupen allá; enfrente del primer peldaño, a la altura media, un vaso de cristal que contenga en sus tres cuartas partes agua, y en el cuarto restante, aceite y sobre de él una mariposita de metal que sostiene una mecha (aceite quemándose); junto a esto, está el brasero y sobre un platito, el incienso; en cima del primer peldaño o sobre el racimo de cocos que está atrás del brasero, y que representa a la tumba, debe de haber una vela de sebo, no encendida, pues ellos lo utilizarán para sobarse sus piernas y pies ya que los traen adoloridos después de andar un largo sendero; una fotografía de nuestro difunto colocado en medio del último escalón del altar y el cual se hace acompañar por una imagen religiosa, con el fin de que nuestro pariente se reconozca y sepa que ha llegado a su casa. No olvidar las dos velas grandes de cera virgen que se sitúan a los costados del altar. Una cosa muy importante, aquí en Tehuantepec a los muertos no se les pone muertos, luego no se les ofrenda calaveritas, ataúdes de azúcar y ni cruces de caramelo, ni la cruz hecha de pétalos de cempaxúchitl… otra cosa, hay que abrir algunos tamales, servir mezcal en una copa, destapar botellas de refrescos, cervezas… para que ellos puedan probarlos. El altar debe de estar hecho como la tradición manda, porque los xuanas (autoridad moral de los barrios, sacerdotes de los dioses antiguos) van a llegar a incensarlo y de paso a regañar si no se hizo correctamente la distribución de las ofrendas, para después recibir de los anfitriones copas de mezcal, tamalitos y café… ¡Claro que si vienen los muertos!
– Abuela ¿En qué momento se comienza a colocar las ofrendas?
– ¡Ah, mira, desde la tarde del día treinta de octubre, porque en la noche de ese mismo día comienzan a venir los niños y se van en la tarde del día treinta y uno; para los jóvenes y solteros es en la tarde del día treinta y uno y se levanta el día primero entrando la noche; para los adultos se coloca en la tarde del día primero y se levanta hasta en la mañana del día tres de noviembre porque se dice que ellos ya se fueron en la madrugada. Dice el tío Toño que hay que cumplir con los tiempos de nuestras ofrendas para evitar que nuestros muertos se lleven basura que dejaron los otros muertos o peor aún, que se vayan con las manos vacías. Dicen que, si alguien muere en estos días, los muertos despedazan su alma; también dicen que las mariposas negras que entran en la casa por esos días son nuestros parientes muertos y por eso no hay que matarlas.
La tradición nos dice que hay que hacer el xandu yaa (Todos Santos nuevo) que es cuando se realiza por primera vez la ofrenda a un muerto, para esto se celebra unos rezos y después la gente da su limosna (dinero como ayuda) y reciben sus cuatro tamales de gallina y su atole de leche como es la costumbre.
– Abuela ¿Cómo sabremos que si en verdad llegaron los muertos?
– ¡Fácil, chagaroo (cachetón) Si miras bien al vaso con agua te darás cuenta; además, notarás que las frutas y los panes están secos y duros y que si los comes te sabrán desabridos, pues ellos se llevaron el alma de las ofrendas.
– ¿Desde cuándo nuestra gente hace este tipo de altares?
– ¿Y me lo preguntas? Pues desde cuando ha de ser, desde que Dios nos dio la esperanza.
(Muchos años después leería en la obra del padre Burgoa el antecedente más cercano a nosotros sobre la tradición del día de muertos en Tehuantepec. Narra que Fray Alonso de Espinosa descubrió a un indio principal haciendo ofrenda a sus muertos. Lo cuestionó. Él respondió que había visto a los españoles colocar sobre las tumbas de sus muertos pan y un vaso de vino, y pensó que si lo hacían los españoles era lícito para los ojos de Dios. Argumentó que fue por este motivo que volvió a retomar su antigua creencia, el cual consistía: que, en el interior de la casa, sobre un altar, se colocaba toda clase de comida y bebida; se abrían todas las puertas y se sentaban en cuclillas con la mirada fija en el suelo, pues era considerado una falta de respeto para los muertos levantar la mirada. Permanecían toda la noche en vela. A penas amanecía, repartían entre los más necesitados todo lo que se había utilizado como ofrenda. Recuerdo que, en una plática sobre este tema, mi abuela añadió que era en octubre cuando los Binigulaza realizaban ofrecimientos a sus muertos. En un principio se les daba una pequeñísima parte de la cosecha y a esto se le llamaba “la primicia”; y que fue con la llegada de la evangelización que esta práctica – al no poderla desaparecer – la adaptaron a los ritos cristianos. Desde entonces nosotros celebramos el día uno de noviembre como el día de Todos los santos y el día dos de noviembre, como el día de los Fieles difuntos).
– ¿Desde cuándo nuestra gente hace este tipo de altares?
– ¿Y me lo preguntas? Pues desde cuando ha de ser, desde que Dios nos dio la esperanza.
Dicen que los muertos dejan de venir después de hacerlo ininterrumpidamente por cincuenta años, ¿No se sabe que es lo que les pasa…? Según el tío Antonio Santos Cisneros, tal vez en verdad mueren, pero que es << un misterio en donde hay que investigar muy seriamente >>…

* TOMADO DE LA OBRA «CUENTOS PARA EL OLVIDO» (2016).
RÓMULO JIMENEZ CELAYA

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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