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Cultura

Francisco Toledo, el generoso

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Mi ofrenda es este texto de agradecimiento al hermano Francisco por su vida al lado de nosotros, sus amigos, su pueblo.

Por el callejón del encanto, al sur de Juchitán, la familia Magariño estalla de alegría. Multicolor, como los trajes bordados y tejidos que venden, así es su emoción este lunes de octubre luego de enterarse que Fernando, un integrante de este numeroso linaje, ha obtenido el premio CaSa de Literatura indígena, en su versión de poesía en zapoteco.

El reconocimiento incluye una cantidad en metálico y un grabado salido del genio del Maestro Francisco Toledo. Fue él quien impulsó hace algunos ayeres la convocatoria de este premio, como una manera de propiciar la creatividad literaria en lengua indiana. Habiendo comenzado con el zapoteco, en este año se incluyen los idiomas: chatino, chinanteco, mazateco, mixe, mixteco, huave y triqui.

En esa misma línea, patrocinó libros en lenguas oaxaqueñas, siempre fiel a su amor por nuestras raíces antiguas, la esencia que inundó su propia obra artística y le acompañó a lo largo de su vida.

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Cómo olvidar su lucha por los maíces nativos de México. Cuenta Elena Kahn que en una Conferencia en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, a la cual el pintor juchiteco no pudo entrar, ella le mostró un folleto acerca de El Maíz Transgénico. Él lo leyó, así mismo en voz de los autores se enteró del peligro en que se halla (todavía) el maíz aborigen (huala’dxi’, dicen en lengua zapoteca). Tomó su teléfono y llamó a su Comité Pro Oaxaca y dijo: “hay que hacer 50,000 copias de este folleto y deben ser repartidas en todas las escuelas de Oaxaca”.

En la memoria brinca su rechazo a unas bancas de concreto que un gobernador pretendía colocar en el zócalo de Oaxaca, en sustitución de aquellas hechas en hierro forjado que permanecían ahí desde muchas décadas atrás.

O su objeción a que se instalara un establecimiento de hamburguesas “transnacionales” en el mismo centro histórico de la capital oaxaqueña. Ambas protestas, bancas y hamburguesería, fueron apoyadas por vecinas y vecinos de la verde Antequera y se dio marcha atrás a la pretensión orígine,

O las largas gestiones realizadas por el Maestro para que el Gobierno federal adquiriera una abandonada fábrica de hilados y tejidos, en la comunidad de San Agustín Etla, en la que más tarde Él (con irreverente mayúscula) habría de conformar el espléndido proyecto del Centro de las Artes de San Agustín (CaSA), con la participación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Quién en Oaxaca puede olvidar el establecimiento de la biblioteca para ciegos “Jorge Luis Borges”, el Centro Fotográfico “Manuel Álvarez Bravo”, el luminoso Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), que ha albergado maravillosas exposiciones, guarda miles de libros relacionados con las artes visuales y fue el vehículo para atesorar la valiosísima colección “José F. Gómez”, que fue luego entregada en comodato al INBA por el sabio Toledo, en una ceremonia donde esa institución le dio a cambio al maestro una moneda de a peso.

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Yendo un poco más atrás llegamos al sexenio de Heladio Ramírez López, cuando en febrero de 1992 se inauguró el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, el MACO, a instancias del artista juchiteco. De quién más.

Por supuesto que no puedo olvidar la lucha que él encabezó para evitar que un inmueble colonial fuera dado en comodato a una cadena hotelera del extranjero. Un movimiento que fue el inicio de la fundación ProOax, patrocinada por el pintor, y que ha emprendido acciones a favor de la sociedad, como la defensa del maíz y del patrimonio cultural, promoción de la lectura y la presentación de los 43 estudiantes desaparecidos, de la Normal de Ayotzinapa.

Finalmente, debo mencionar lo que fue acaso el primer paso del gran artista en la gestión a favor nuestro, me refiero por supuesto a las acciones encaminadas a la creación de la Casa de la Cultura de Juchitán, inicialmente llamada Casa de la Cultura del Istmo, abierta al público en marzo de 1972, y que ha sido espacio germinal de músicos, escritores y pintores.

A la vuelta de las décadas nadie se acordará de nefastos gobernadores, corruptos presidentes, deleznables legisladores, pero estoy seguro de que la luz de Toledo seguirá iluminando el corazón de mucha gente.

Por lo pronto en el callejón del encanto brilla una luz con tu nombre, hermano Francisco.

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Santa María Xadani, 29 de octubre del pandémico 2020.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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