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Cultura

EDIFICIOS MUNICIPALES DE SALINA CRUZ EN 1907

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En 1907 después de que el puerto de Salina Cruz fue inaugurado por el presidente de la república general Porfirio Díaz el 23 de enero de ese año, la ciudad se había convertido en la más importante de todo el Istmo de Tehuantepec. Después de haber sido una pequeña población de pescadores, ya era una ciudad y contaba con autoridades municipales cuyas actividades aumentaban al ritmo que el número de sus habitantes desde el año de 1900 cuando iniciaron las obras portuarias. La población, estaba formada por personas de todo el Istmo, de otros estados de la república e incluso un gran número de extranjeros se establecieron aquí y para vivir, ocupaban terrenos de la nueva ciudad.

Salina Cruz que fue trazada al estilo propio de los ingleses; con calles y avenidas dotadas de amplias aceras y camellones, lotes bien planeados y manzanas marcadas con gran amplitud, tal como el día de hoy la conocemos al caminar por ella. Era, en ese año una ciudad en formación que nacía al mundo asombraba por el movimiento portuario que permitía a sus habitantes ver aquellos grandes barcos de ese tiempo y también a un activo ferrocarril que movían grandes cantidades de mercancías.

Los buques varados frente al puerto esperaban turno para cargar y descargar los productos con destino a otros horizontes de nuestro mundo. El movimiento natural de un puerto mantenía ocupados la estación del ferrocarril, el muelle y sus bodegas, así como la casa redonda que auxiliaba en su mantenimiento a las máquinas que desplazaban con eficiencia las góndolas con mercancías. Los negocios florecían y las fortunas de los que invertían en los comercios de la ciudad aumentaban considerablemente.

A pesar de que se había dotado al puerto de los servicios necesarios para su funcionamiento, en la ciudad sólo algunos disponían de lo más elemental. Un ejemplo de esta disparidad lo era la propia autoridad local, hasta ese año y tiempo después no contó con un edificio municipal, tampoco existían parques públicos para la recreación de sus habitantes. Así se demuestra en los comunicados y gestiones que los funcionarios de esta área de gobierno realizaron ante la compañía constructora del puerto y la ciudad, el jefe político de Tehuantepec y el propio Gobierno del Estado.

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El presidente municipal de Salina Cruz en 1907 era el señor Guillermo F. Luna, quien preocupado por las carencias del municipio en los espacios que le correspondían, el día 12 de febrero se dirigió a la compañía Pearson que era la encargada de la propiedad federal en el puerto, para solicitar información respecto sobre los lotes destinados a edificios municipales y jardines públicos, así como los trámites a seguir para tomar posesión de ellos.

La compañía dio respuesta a la petición, en los siguientes términos:
“…Tenemos el gusto de manifestarle que los lotes a que Ud. se refiere están comprendidos en la manzana número 31 y la manzana número 32 como plaza mayor…considerando esta nueva ciudad como parte de la propiedad federal, no está en nuestras facultades ceder a este H. Ayuntamiento que Ud. dignamente representa los lotes que desea, pero puede dirigirse por los conductos debidos a la Secretaría de Hacienda que es la que corresponde determinar en este asunto. Hemos creído que al Gobierno Federal sólo correspondía la iniciativa de proceder a la construcción de edificios públicos, que ya reclama la población, pero no dudamos que ante la exposición de los buenos deseos de este H. Ayuntamiento la misma Secretaría de Hacienda resolverá lo que crea conveniente”.

Ante la respuesta vertida, el presidente municipal recurrió al jefe político de Tehuantepec señor Manuel Jiménez Ramírez el día 19 de febrero, enterándolo del asunto. Este funcionario al plantear al Gobierno del Estado la inquietud de las autoridades municipales de Salina Cruz el día 22 de ese mismo mes, suplicó la intervención del ciudadano gobernador para que el ayuntamiento porteño contara con los lotes suficientes para construir sus edificios y parques municipales. Expuso, entre otras razones, que al convertirse Salina Cruz en un puerto importante para el país, la ciudad carecía de servicios que le permitieran servir a la comunidad, pues para hacerlo, el ayuntamiento rentaba a la empresa Pearson and Son Limited, una casa de trabajadores, reducida, mal situada y nada decorosa, donde tenía establecida las oficinas de la presidencia municipal y juzgados locales; además, aducía, que la policía no tenía un espacio para el desarrollo de sus funciones, pues ocupaba un local tan estrecho donde se aglomeraban las personas detenidas, exponiéndolas a contraer cualquier tipo de enfermedades.

Eso sucedía por el año de 1907. Con el paso del tiempo la ciudad ya pudo disponer de sus parques y palacio municipal, aunque sobra decirlo, los presidentes municipales al no contar con edificio propio rentaron espacios muy reducidos como fue el caso de una casa que estuvo en el lugar que hoy ocupa las oficinas de Bancomer en la avenida Manuel Ávila Camacho. Finalmente, el actual palacio municipal fue inaugurado el 20 de noviembre de 1952 durante el gobierno del Lic. Miguel Alemán. En ese año fueron presidentes municipales el señor Alfredo Cortés Rito y después como interino Julián Cartas Castillejos.

Tiempo después cuando le fueron cedidos sus terrenos situado en toda la manzana que hoy ocupan, entre otros, el Hospital Civil y la iglesia de la Santa Cruz, así como la biblioteca Municipal. Este parque fue reduciendo su espacio paulatinamente con las nuevas construcciones ahí edificadas hasta desaparecer por completo. El otro, el parque “Independencia” se encuentra en el centro de la ciudad frente al actual palacio municipal. En una fotografía de los años treinta del siglo pasado se aprecia este espacio con un hermoso kiosco que fue derribado para darle entrada a uno más “moderno”. En la actualidad existe otro pequeño parque, en una parte del terreno donde estuvo una torre que conocimos como “la inalámbrica”, ese parquecito fue inaugurado a finales del siglo pasado con el nombre de “Ciudad de los niños”.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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