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Cultura

Templo Católico de San Vicente Ferrer

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Iglesia SanVicente

Con la llegada de los primeros frailes españoles a Tehuantepec, Bernardo de Alburquerque y Gregorio Beteta en el año de 1538, desde antes de la conquista, Juchitán dependía de Tehuantepec, con esa llegada no solo se le sostuvo en la misma dependencia, sino en esta ocasión lo fue bajo el concepto de corregimiento, cuya figura política surgió en 1536 por el que quedó dividido el territorio lo que más tarde sería el Estado de Oaxaca en 18 corregimientos (1), siendo Tehuantepec el 5º.

 

Corregimiento, esos frailes, Alburquerque y Beteta fueron los que dirigieron la obra de construcción y los indígenas quienes pusieron la mano de obra en la construcción del Convento de Santo Domingo en 1544 (2) muchos años después, los vecinos de Tehuantepec determinaron llamarlo Convento Dominico Cosijopi, le agregaron Cosijopi porque la construcción fue costeada por éste monarca zapoteca, se considera posible que entre ese año de 1544 y 1551 fue cuando se construyó la iglesia de San Vicente Ferrer, la razón fundamental que nos obliga a pensar que fue entre esos años, porque San Vicente Ferrer patrono de los juchitecos fue traído en 1551 (3) a Juchitán, por los citados dominicos, posiblemente también por esta época los recién llegados españoles le antepusieron el nombre de San Vicente al pueblo cuyo nombre (San Vicente Juchitán), conservó hasta 1889 cuando fue elevada a la categoría de Ciudad de Juchitán de Zaragoza por la cámara de diputados local de ese año, cuando el general Albino Zertuche era Gobernador del Estado, algunos historiadores señalan que el templo fue edificado en 1600, en 1586 procedente de la ciudad de México a su paso por Juchitán, Fray Alonso de Ponce, a Guatemala nos dice: “Aquel mismo martes santo primero de abril de 1586, salió el padre comisario de aquel pueblo de [San Juan, visita de Nexapa]… en el cuarto párrafo del documento que se tiene a la vista se lee:

…“Jueves santo tres de abril, salió el padre comisario de Mixtequilla aun antes de que fuese de día y pasando unos arroyuelos por puentes de madera y andada como media legua, llegó al amanecer a un gran pueblo de los mismos indios y obispado de Tehuantepec, donde residen muchos españoles y hay un convento de Santo Domingo, no entró dentro sino pasó de largo por junto a las mismas casas, y andadas como dos leguas y no pudiendo ya sufrir el sol, sueño y cansancio, se apeó en el mismo camino y a la sombra de unos árboles descansó como tres cuartos de hora.Desde allí envió a fray Francisco Salcedo a un pueblo llamado San Vicente Juchitán, visita de Tehuantepec, para que tuviese la gente en la iglesia para decirles misa, porque le habían certificado que en aquel pueblo recabado para decirles excepto hostias, vino y misal, lo cual partió tras Salcedo de allí a un poco, y llegado a un arroyo le cogió un aguacero, pero defendiéndose del agua algún tanto debajo de unos árboles; al fin, a las once del día o poco antes, llegó muy fatigado al sobredicho pueblo de Juchitán, cuatro leguas y media de Tehuantepec, quien quiso decir misa más no pudo hacerse porque no hubo ara, que no poco desconsuelo le causó a él y a sus compañeros. A la entrada de aquel pueblo hay un río, el cual entonces no llevaba agua con la gran seca que había habido aquel año, los indios de aquel pueblo son zapotecas y del obispado de Oaxaca, diéronle de comer e hiciéronle mucha caridad”.

Con tal información estamos obligados a pensar que la iglesia de San Vicente Ferrer en Juchitán ya se encontraba edificada desde años atrás, por otro lado entre 1700 y 1715 el templo católico fue quemado su techumbre porque era de material inflamable (4).
En 1866 el techo del templo sirvió a los invasores franceses como atalaya, misma función tuvo en 1911 con la revolución del Che Gómez el 2 de noviembre.
Iglesia SanVicente
(1) Álvarez. Luís Rodrigo. HISTORIA GENERAL DE OAXACA. Pág.43.
(2) Op. Cit. Pag. 44.
(3) López Sanmartín. Germán. SAN VICENTE en Juchitán Oaxaca. Editorial Quinto Sol. 2001. México. pág. 35.
(4) Instituto Estatal de Educación Pública del Estado de Oaxaca. OAXACA – Escenarios de su Historia. 1997. pág. 46

Investigación de Juan Antonio Hernández (+)

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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