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Cultura

Ca’ bidxaa – Los brujos

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La provincia mexicana es rica en acontecimientos insólitos así como de hechos fantásticos inenarrables, inverosímiles si se quiere; los provincianos son por lo general creyentes fanáticos, para ellos las cosas asombrosas son obras realizadas por los chaneques, llamados también chamucos, brujos o duendes.


Uno de estos hechos increíbles aconteció en un poblado del sureste Mexicano, lugar selvático y misterioso donde se cuenta han sucedido casos espantosos, que tan sólo escucharlos, el cuerpo se enchina poniéndose como carne de gallina; en estos tiempos de avanzada cultura aún suele suceder casos inauditos; como si los malos espíritus anduvieran sueltos, flotando en el ambiente, envueltos en la nebulosa espacial, recibiendo la influencia de los astros, actuando sobre las personas para hacer el bien o el mal en determinados sitios.

La acción maligna cobra vida en esta ocasión en los alrededores de la aldea mencionada; conociendo los mitos que se pregonan por el lugar, los habitantes toman precauciones severas, al andar muy tarde por las zonas arboladas de la región; temiendo ser embrujado para toda la vida; tal y como le sucedió en cierta ocasión a un leñador y a su pareja, el pobre hombre conociendo lo peligroso del lugar, se internó con su mujer en el misterioso monte, su intención era encontrar un sitio propicio para leñar, cuando dieron con el lugar, inmediatamente s pusieron a trabajar, al poco rato, considerando tener ya la carga completa, se dispusieron a descansar en la cavidad de una de las cuevas que había en aquel matorral; esto, antes del merecido descanso, amarraron sus dos burros cerca de ellos; después se acostaron, la fatiga y el fresco de la tarde les hizo rendirse, quedándose dormidos en menos que canta un gallo.

El leñador de repente se convirtió en un viejo brujo, todo enclenque aminando en una de las veredas, de improvisos, en plena montaña se encontró con una bruja desdentada y entelerida, quien se apoyaba de un bastón todo chueco y porrudo, además liso por el uso, al notar la vieja bruja la presencia de algo extraño, inmediatamente surgieron de sus ojos intensos destellos brillantes al grado de encandilar al intruso caminante; sin temor alguno, el viejo conociendo los secretos que existe entre los Chamanes, se cubrió el rostro con las manos, protegiéndose de aquella luminosidad; y pa’ luego preguntó ¿Quién eres cabrón? al no recibir contestación alguna, volvió a preguntar ¿Quién eres cabrón? como la respuesta esperada no llegó, entonces en el suelo empezó a marcar signos cabalísticos, acción que hizo desaparecer aquella luz que lo cegaba; fue entonces cuando escuchó la voz cavernosa de la vieja bruja diciendo: -Me venciste condenado- el aludido contestó –es que mis padres son superiores a los tuyos-. Ya me di cuenta contestó la mujer, -¿Cómo y con quién trabajas?

Quiero tener tus mismas fuerzas; el brujo respondió. –Trabajo en las montañas, en la selva con los duendes y otros más, así que si quieres aprender sígueme; y la bruja para no quedarse sola le siguió.
Después de recorrer, bosques largos caminos, ríos y cañadas, llegaron al fin a una enorme cueva la bruja siendo lo que es, le entró miedo al notar lo espantoso del lugar, de momento empezó a temblar, en el interior de la cavidad se le apareció un personaje horripilante, descarnado y pelón, regañándoles por el atrevimiento por entrar a sus dominios, la desdentada mujer le sacudió más la temblorina, pidiéndole a su acompañante la sacara de aquel infierno.

El demonio de la cueva desapareció de repente, para aparecer nuevamente con una antorcha en la mano seguido por muchos esqueletos vivientes, quienes portaban huesos humanos en llamas. La bruja al no soportar la fuerte impresión cayó muerta, el dueño y el señor del lugar, al darse cuenta del trágico acontecimiento, agradeció al viejo brujo el regalo que le había llevado, ordenándole a la ve trajera sus mulas y unos costales para llevarse como premio todo el oro que quisiera.
Al salir el viejo brujo de la cueva, emitió una sonora carcajada que retumbó por todo el ámbito, en ese instante rebuznaron los burros despertando a su dueño, éste todo aturdido, se sacudió preparándose para el regreso, grande fue su sorpresa al querer levantar a su esposa la encontró muerta, alrededor de su cuerpo había cenizas y en el ambiente un fuerte olor a hueso quemado.

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Tomado de: Bazendu IX, Antología de cuentos-leyendas y narraciones. Juchitán, Oaxaca, año 2001.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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