Conecta con nosotros

Cultura

La sobadora estelar

Publicado hace

el

Doña Fina es viuda, de setenta y cinco años de edad, y vive en Juchitán de dar masajes a campesinos; amas de casa, obreros, comerciantes y vendedoras del mercado; personas que tienen en común denominador de pasar mucho tiempo de pie (en las labores rurales, fabricas, hogares, detrás de un mostrador o en los angostos pasillos o locales de la plaza municipal) y por lo cual al atardecer, al final de la jornada diaria, están fatigadas y mandan llamar a doña Fina, a veces con uno o dos días de antelación, quien es muy popular y solicitada debido a la efectividad de sus sobadas y por su fama de inigualable conversadora.

Doña Fina, con menos de 50 años de masajista, tiene un método singular, ya que no nada más sabe dar masajes sino que hace al mismo tiempo otros servicios muy demandados, como sacar los sustos que se quedan en la sangre. Sus dotes son lo mismo de precognición que los de las antiguas curanderas, pues además pronostica, con solo ver a la paciente en paños menores, si está preñada, cuando la propia paciente no ésta aun enterada por lo reciente del embarazo, lo cual constituye una sorpresa para la señora; a estas pacientes doña Fina no se atreve a darles masajes, con el fin de no provocar alguna disfunción que pudiera interrumpir el curso normal del embarazo.

Doña Fina acude a todas las casa del pueblo para cumplir con su trabajo, condición que le permite estar enterada oportunamente de cuanto acontecimiento sucede, lo cual aprovecha para, en los momentos de sobar, comunicar a su paciente los sucesos mas frescos que ha obtenido de la persona con quien estuvo antes.

Doña Fina empieza su trabajo a las dos de la tarde, y termina a las ocho de la noche, tiempo durante el cual trae y lleva las noticias más recientes de un barrio a otro, lo cual la ha convertido en una excelente intermediaria de la comunicación que se adelante a cualquier medio de información local.

Anuncio

Después de la sobada, le da a la mujer en cuestión una poción preparada con base de hierbas silvestres para relajarla. Originalmente utilizaba sebo de toro brioso como lubricante, pero en la actualidad emplea pomadas mentoladas, para los señores. Para las mujeres jóvenes utiliza ungüento y cremas aromáticas modernas.

Es fama que el día siguiente del masaje el paciente queda rejuvenecido y peligrosamente impetuoso. El masaje que da doña Fina llega a doler porque, como ella dice, trata de deshacer los nudos que forman los músculos engarrotados, y de estirar las cuerdas o tendones del cuerpo, al tiempo que advierte su amena conversación en zapoteco puro,, salpicada de gracia y de ingenua picardía. Es una verdadera maestra en las técnicas del sobar, las cuales la han convertido en una especialista con facultades naturales.

Doña Fina tiene mucha clientela; principalmente entre los señores que regresan del campo por la tarde y han traído una carreta de leña, de mazorca, de costales de ajonjolí, de sandía o calabaza, en fin después de haber realizado un trabajo harto pesado y requieren de un masaje para quitarles la fatiga del día.

Doña Fina, por ser una persona de edad avanzada y no tener la fuerza suficiente en las manos, ya empieza a declinar, por lo cual han surgido mujeres más jóvenes que le hacen la competencia, entre quienes se pueden mencionar a “La Chula”, aunque esta tiene un pequeño inconveniente; como vive al entremos norte de la ciudad, después de su trabajo pide que la devuelvan a su casa acompañada de algún familiar del paciente, puesto que teme ser asaltada, por lo cual aunque es buena masajista muchas personas muy necesitadas de sus servicios no pueden contratar sus condiciones.

De todas maneras son escasa las mujeres que se dedican a este oficio porque esta cualidad natural no se da tan fácilmente en las mujeres a quienes está reservada el don de sobar.

Anuncio

Con relación a los masajes se han contado algunas anécdotas. Un día un individuo con pierna de palo fue con la sobadora y ella le dio masajes a todo lo que es el cuero humano, pero le dijo que lo de la pierna de madera tendrá que ir a que se lo puliera un carpintero. Otra vez cuando llegó un hombre con una prótesis de plástico, le aconsejó que su problema del pie se lo curara un química; También un día se presentó el expresidente municipal de Juchitán con una prótesis metálica en una pierna y doña Fina lo remitió con un mecánico hojalatero para que le engrasara los goznes.

Cuando vaya a Juchitán, estimado lector, no deje de visitar a Na Fina Ne, en zapoteco, que quiere decir, doña Adolfina viuda de Manuel, sobre todo, si su viaje ha sido largo y cansado.

*Tomado del libro “Reminiscencias de la Tierra Nativa”/Autor Aurelio Gallegos Bartolo/Fundación “Todos por el Istmo, A. C.”/México/septiembre 2003/pp. 173 -175.

Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

Publicado hace

el

Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

Anuncio

Continuar leyendo

Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

Publicado hace

el

Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

Anuncio

El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

Continuar leyendo

Tendencia