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Cultura

Un golpe de viento

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Desde que el augurio quiere explicar fenómenos naturales de la vida trascendente, el hombre se coloca en el campo de la magia, de la filosofía sensitiva; se revela creyente, amador de la naturaleza, sujeto a ella por todo aquello que le causa admiración y desconoce. Si se ignora la causa se admira el efecto; y todo se transforma a los ojos del espectador. Este es un fenómeno que ocurre también en el Istmo de Tehuantepec.

El eco de una voz, el vuelo fugaz de las aves marinas hacia un rumbo extraño, el ladrido desentonado y triste, el canto del gallo cuando debe de callar, el ruido del fuego sin causa aparente, son indicios de algún acontecimiento extraño.

En el Istmo cuando el gallo canta a deshora, antes de la madrugada, decimos que habrá cambios de tiempo: viento, lluvia, según la época. Y también cuando nadie advierte esta magia de las cosas, el viento que golpea fuertemente los costados de las ciudades zapotecas como si quisiera destruirlo todo. Su presencia, como un asalto de soldados juchitecos a alguna trinchera enemiga, agita el poblado, estremece el paisaje, lo sacude y obliga al hombre al recogimiento.
Cuando un zapoteca lo es de verdad, autentico como el calor de su tierra natal, pelea voluntariamente, y cuando llega a algún poblado entra como el viento: se entrega al peligro, para extasiarse, después en la gloria del triunfo.
Por el viento, y un poco para desafiarlo, las mujeres zapotecas, en traje policromados, caminan tan erguidas, sujetas a su cadencia, que son como el paisaje vivo en movimiento.

Al primer golpe de viento el ganado y los árboles empiezan a descargar sus energías: aquel cambia de querencia y éstos comienzan a acumular la hojarasca que meses después, en la primavera, arde para renovar el suelo fecundo del trópico. Los ríos descargan sus torrentes, los impulsan revueltos de arena y de peces, hacia los terrenos bajos, apenas se inician los primeros soplos de invierno.
Viene como del lomo más alto de las Sierras de Santa María Chimalapa las nubes informes, compactas, negras, que se mejan figuras de hombres y bestias. Y pasan arrastradas por el viento, hacia quién sabe hasta que rincón de la tierra.

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El aborigen de mi tierra copió de la naturaleza los fenómenos que le eran más afines, aquellos que explicaran con más o menos exactitud su vida, sus actos, sus sentimientos. La ira, la voluptuosidad del viento explicaban parte de su conducta. Lo que hay de semejante entre la vida y la naturaleza se advierte a cada instante en el espíritu de la raza y muchas veces en forma evidente.

La figura filosófica y la metáfora que hay que desentrañarlas de cada uno de los actos del hombre y de la vieja cultura zapoteca. Hombres y dioses ostentaron nombres de cosas o de fenómenos. Veamos el caso de Cosijopi. Este cacique o rey de Tehuantepec, hijo de Cosijoeza, el de Zaachila, por un proceso morfológico de la palabra verdadera, se llama como queda dicho. Es lógico pensar en filología, que de SCASIRIUVI se llegó a Cosijopi, porque los españoles al escribir el nombre, no pudieron adaptar a la lengua extranjera, los caracteres de la suya, tanto en su aspecto fonético como morfológico; no llegaron a escalar el sentido íntimo de la lengua del cacique SCASIRIUVI significa “como llega el viento o como sopla el viento”. En aquellas regiones exuberantes de la costa Istmeña, irrumpe, de pronto, el gigante soplo sin que le preceda la mansedumbre de las auras. Por eso cuando vino al mundo este rey zapoteca, los oráculos dijeron que su reinado iba a desarrollarse precipitadamente, con intensidad, grandeza y elocuencia; pero que pasado algún tiempo la desdicha abatiría sus virtudes. Recuérdese que fue él quien, sin resistencia alguna, vencido por la profecía, más que por el enemigo, entregó el reino de Tehuantepec a los conquistadores españoles. La profecía de los oráculos se había cumplido: Cosijopi, gallardo en dinastía, es como el golpe de viento: intenso pero efímero, meteórico.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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