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Cultura

Jesús

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Nos llegó la noche en la fiesta de papá, comienzan a asomarse las estrellas. Acabo de cantar un bolero cubano acompañada por el teclado. Las luces del patio se han encendido, la oscuridad no se puede mezclar con la gozadera que traemos. Las banderas de papel china danzan con el sereno y el teclado entona una salsa muy conocida. Todos bailan, comen, beben, gozan. Veo a los meseros, he decidido que ellos también son nadie, me acerco a uno de ellos. Se llama Jesús y estudia una ingeniería que desconozco.

-¿Me destapas otra chela?
-¡Claro! Oye, cantas muy bien. Seguro tienes un disco y la gente te ama.
-No. No suelo cantar aquí. Nadie sabe que canto.
-Seguro tu papá te apoya.
-Sí, de cierta manera. Nunca me ha dicho que no, pero tampoco me ha ayudado a abrirme camino.
– ¿Cómo crees? Un papá no haría eso, si yo tuviera renombre, mis hijos tendrían todas las palancas posibles.
– Sí, pero yo no, esa comodidad no me la he permitido, tampoco mi padre… Pero cuéntame, ¿cómo llegaste aquí?
– Por necesidad. Yo no tengo lujos, crecimos en una familia pobre. Nunca tuvimos comodidades. Mi hermano mayor empezó a meserear y un día nos dijo que nosotros debíamos ir con él porque no nos dábamos abasto. Yo acepté, estaba a punto de entrar al Tecnológico y necesitaba dinero para mi carrera. Comenzamos en unos quince años, luego llegaron las bodas, los cumpleaños. Se vive bien aquí cuando tienes dinero y puedes costearte meseros, ¿no? A tu papá yo lo conozco. En un principio lo conocíamos como el esposo de Reyna, ya después como Ta dxu. Mi hermano comenzó, después seguimos los demás. No sé por qué quieres saber, pero te cuento. Alguien que escucha siempre se necesita.
Yo no nací en cuna de oro, mis hijos tampoco. Lo poco que tengo lo tengo gracias a esto. Uno se acostumbra a las personas, así he conocido a mucha gente. Casi que es como viajar. He viajado a varios países mientras soy mesero, he conocido gringos y europeos, gente de Sudamérica, de otros estados del país. Así sé que el gran charco es en realidad un gran océano que nos separa de Europa. Un día me enseñaron la torre Eiffel y sentí que mis pies pisaban su parte más alta. ¿Tú a dónde has ido? ¿A Colombia, ¿verdad? ¿Cómo es? Para tacharlo de mi lista.
De verdad no creo que tu papá no te haya echo ninguna palanca, seguro que sí pero no han funcionado. Te digo, si yo fuera alguien, mis hijos no estarían en las escuelas públicas y tendrían una casa como esta. Pero ha de ser porque no vives con él. Dicen que él es muy importante en Juchitán, que lo respetan. De verdad, si yo fuera tu papá… pero nací así, aquí, en este pueblito del que casi ni se habla. Es más, no sé qué haces platicando conmigo, casi nadie platica con los meseros, has de estar borracha. ¿De verdad voy a salir en Cortamortaja? No te creo.
Mis hijos son todo para mí, si alguna vez tengo un trabajo que me saque de meserear, yo sí quiero que mis hijos tengan todas las palancas posibles y que no anden cazando gente para hacerlos “todo” ¿qué es eso?. Es cierto, yo no soy nadie y casi nunca me he sentido ni siquiera “algo”, no quiero esa vida para mis hijos, ellos son mi piso seguro, mi casa, mi buena vibra, mi todo, para que me entiendas. De verdad, qué no daría por serlo todo en este mundo de mierda y que mis hijos gozaran de todas las fiestas conmigo, hasta que llegara la noche, de veras que sí lo haría. Ten, te destapo otra chela para que veas que sí soy buena onda y salud, pues, por todo… Mira, te voy a ser sincero, a mí no me gustan las entrevistas, yo sólo estoy platicando contigo para viajar a Colombia. Mañana quizás no lo recuerdes, pero yo sí, lo recordaré todo y habré vuelto de un largo viaje. ¿seis horas? Una argentina me dijo que eso duraba el vuelo a Bogotá. Seguro.

Termino la plática porque mi padre me ha llamado para bailar. Bailamos un danzón y pierdo de vista a Jesús. Ya cayó la noche por completo. Es la una de la madrugada. Jesús seguro ya está en su humilde casa, durmiendo el sueño bogotano y yo me dispongo cerrar los ojos, luego de tomarme un antipsicótico, en una hamaca de cuatro kilos e hilo de primera. Del otro lado del charco, el sol comienza a devorar.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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