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Cultura

José F. Gómez “Che Gómez» (1858-1911)

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Datos Biográficos:

El licenciado José F. Gómez, nació en la ciudad de Juchitán de Zaragoza en 1858, siendo sus padres, don Gregorio Gómez y doña Rosalía López de Gómez.

 

Hizo sus estudios de abogado en la ciudad de Oaxaca.

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Se casó en la ciudad de Juchitán el día 4 de julio de 1907, con la señora Rosaura Bustamante. Tuvieron los esposos Gómez Bustamante cinco hijos; Eloísa, María Luisa, Rosaura, Estefanía y José Facundo.

Cargos que desempeño.

Fue Juez de Primera Instancia en La Paz, Baja California, Juez de Distrito en Chilpancingo, Gro. Administrador Principal de Timbre en Tlaxcala, Tlax., Juez de Distrito en Sinaloa, Diputado al Congreso Local y Federal. En Tlaxcala se puso en contacto con algunos simpatizantes del Plan de San Luis y el señor Madero. Llego al Istmo en mayo de 1910, recibiendo correspondencia de los hermanos Emilio y Francisco Vázquez Gómez.

Causas del movimiento Revolucionario en Juchitán.

El jefe político don Mariano Saynes y el presidente municipal Román Saynes, nativos de Juchitán, elevaban sus quejas al Gobierno del Estado en contra del licenciado Gómez, consistentes en que el expresado abogado preparaba un movimiento sedicioso en la región, cuya acusación era desmedida en más de una ocasión por el Coronel Zozaya, por entonces Jefe de la Guarnición de la plaza. En las elecciones celebradas en diciembre del mismo año, para la renovación de la autoridad municipal, jugo para Presidente Municipal el señor Teófilo Fuentes, partidario y amigo del licenciado José F. Gómez, quien obtuvo aplastante mayoría, pero el contrincante del señor Fuentes, Pedro Vicente Gurrión, apoyado por la autoridad municipal y Jefe Político, pidió la nulidad de dicha elección, alegando como fundamento, que el señor Fuentes era regidor suplente del Ayuntamiento en funciones. Convocados nuevas elecciones, se lanzó el licenciado Gómez como candidato a la Presidencia Municipal, obteniendo aproximadamente el noventa por ciento del voto del pueblo juchiteco. El licenciado Gómez tomó posesión de la Presidencia Municipal el día primero de mayo de 1911, por entrega que le hiciera el mismo don Román Saynes en su carácter de Presidente Municipal Interino, por la nulidad de las elecciones como queda dicho. Por entonces había sido cesado como Jefe Político don Mariano Saynes y nombróse por el Gobernador del Estado para substituirlo, el señor Carlos Rodríguez. Al poco tiempo fué llamado el señor Rodríguez a Oaxaca, nombrándose para ocupar la Jefatura, el señor Julio F. González. El señor González también fue cesado al poco tiempo, entrando a funcionar como Jefe Político el licenciado José F. Gómez, por ministerio de ley, encargándose a su vez de la Presidencia Municipal el señor Félix O. Gómez regidor número par.

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El licenciado Gómez trabajaba por la candidatura de don Francisco I. Madero para Presidente de la Republica y a favor del doctor Francisco Vázquez Gómez para Vicepresidente de la Republica por aquel entonces.

El pueblo juchiteco con el triunfo de la Revolución maderista y la renuncia del General don Porfirio Díaz, se creía con derecho de nombrar a sus gobernantes, desde el Concejal hasta el Jefe Político o cuando menos que éste último puesto fuese suprimido juntamente con la odiosa CAPITACIÓN de veinticinco centavos mensuales. Lo que el pueblo quería en verdad, era que el licenciado Gómez continuara al frente de la Jefatura Política, o en la Presidencia Municipal, pero sin estar supeditado a algún otro funcionario en la misma ciudad de Juchitán; también es bien cierto que el licenciado Gómez había inculcado en la masa popular estas palabras textuales: “Mientras dependamos de Oaxaca, estamos perdidos”. Culpaba al Gobierno de Oaxaca del hecho de que no se respetase cada año en Juchitán la voluntad popular y turnándose así la Presidencia Municipal los hermanos Saynes, Román, Quirino, etc., etc. Es verdad que en Juchitán eran bien notables los efectos de la Dictadura del General Díaz, es decir, la mano de hierro con que se gobernaba en esa época, sin duda también obedecía el carácter inquieto de los juchitecos.

En octubre del mismo año de 1911, se supo que don Francisco León conocido comúnmente por Pancho León, había sido nombrado Jefe Político de Juchitán, no obstante que los revolucionarios aspiraban a la suspensión de dicho cargo. El pueblo juchiteco: hombres, mujeres y niños se armaron con escopetas, palos y piedras y fueron a la estación del ferrocarril Pan-Americano a esperar a don Pancho León para lincharlo. Afortunadamente don Pancho supo que el pueblo juchiteco estaba descontento por su designación y se detuvo en San Jerónimo Ixtepec sin poder llegar a Juchitán, regresando después a Oaxaca, por órdenes expresas del Gobierno del Estado debido precisamente por la recomendación del señor don Francisco I. Madero en el sentido de que en el caso de Juchitán fuese resuelto en una forma amigable y sin derramamiento de sangre. El licenciado Gómez en su carácter de Jefe Político, se dirigía directamente para la solución del caso a las autoridades federales. Igual cosa hacia el Ayuntamiento. Revocado el nombramiento de don Francisco León, fué designado por el mismo Gobierno de Oaxaca, en su lugar, el señor don Enrique León. El pueblo juchiteco tampoco estuvo conforme, suponiendo que éste era hermano de don Pancho León y pedía que se designase otro o la suspensión de la Jefatura, o en un remoto caso, proponer terna.

Porque fue odiado don Francisco León.

En 1882 don francisco León fue Jefe Político y los juchitecos no gozando de garantías, se sublevaron en su contra, encabezados por Ignacio Nicolás (a) Chele. Como los levantados en armas consideraban como directores intelectuales de la persecución en su contra y perjuicio en sus intereses a los señores Cesáreo y Sebastián López, la noche del día 9 de agosto de 1882 asesinaron a los expresados López e hirieron mortalmente al cura Cecilio Vera, que murió en seguida. El Gobierno Federal destacó sobre los sublevados, mandó después al General Albino Zertuche para sostenerlos o exterminarlos. El General Díaz por entonces Gobernador del Estado hizo un viaje especial a México para tratar el caso de la sublevación en Juchitán, regresando a Oaxaca el día primero de octubre del mismo año, para emprender enseguida un viaje a Tehuantepec, con el personal de la Secretaría, a donde llegó el día 7 del mismo octubre. Los juchitecos Levantados en arma tuvieron noticia de la llegada del General Díaz, y lo fueron a esperar en el punto denominado “Yerba Santa” pero el General Díaz previendo algún percance, tomó el camino del Tablón con sus empleados y cincuenta hombres de la policía rural. El día 8 de octubre de 82, fueron derrotados por completo los sublevados en Unión Hidalgo. Con esa derrota, fueron amnistiados casi la totalidad de los alzados, previo al pago de una carabina en CIEN PESOS. Cabe consignar aquí la historia de una “Remington” pues la señora Francisca (a) Beta, tenía una hija de nombre Rosaura Cerqeda quien cultivaba relaciones ilícitas con el General Zertuche y aprovechando esta situación vendía a los juchitecos una “Remington” (arma), por la cantidad de cien pesos para presentar al Jefe Político don Pancho León y obtener así su libertad. La misma carabina volvía a la casa de la señora Rosaura para ser vendidas centenares de veces. Las mujeres de los alzados fueron aprehendidas y conducidas a un pueblo destacado en la sierra, llamado Santa María Chimalapa. También a la madre del licenciado Gómez le tocó estar en Santa María Chimalapa, por ser su esposo simpatizador solamente de la causa que defendía Ignacio Nicolás oponiéndose a la venta de una gran extensión de terrenos de Juchitán, a los ahijados del General Díaz, los Maqueo Castellanos. Impuso también Francisco León como castigo por esa acción, al juchiteco, una semana de tequio, mensualmente, en la construcción del palacio municipal, sin contar los asesinatos y fusilamientos que se cometían de la noche, a la mañana. Esta enérgica medida no fue eficaz, supuesto que los sometidos, en su mayoría volvieron al campo. Es verdad también que de esta manera se pudo construir el palacio municipal, que consta de dos pisos.

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Intervención del Gobierno Federal.

El licenciado José F. Gómez, como el H. Ayuntamiento, se dirigían directamente al Gobierno Federal para la solución del conflicto de Juchitán, en cuya virtud, llegaron para investigar la verdad de los hechos, el General Gabriel Gavira y el Coronel Guadalupe Ochoa, quienes rindieron un informe al Gobierno Federal, favorable por cierto a los intereses del pueblo juchiteco. Mientras corrían esos trámites, llegó a San Jerónimo Ixtepec el señor don Enrique León, quien inmediatamente paso a la Zona Militar, cuyo Jefe era el General Telésforo Merodio, solicitando el auxilio de la fuerza federal para tomar posesión de la Jefatura Política. Merodio que desde 1893 había tenido ciertas dificultades con el licenciado José F. Gómez, sin duda obedeciendo órdenes superiores, envió a Juchitán el día 2 de noviembre, como a las doce horas, una columna de 200 individuos de tropa para reforzar a los 300 que tenía el Coronel Zozaya en el Cuartel “Carlos Pacheco”, para el caso de cualquier evento. El licenciado Gómez, tan luego como llego a Juchitán, el señor don Enrique León, le mandó una nota, firmada por el Ayuntamiento y el pueblo, suplicando al mismo señor León retirase de la ciudad. Por su cuenta el licenciado Gómez envió a decir al Jefe Político nombrado que él (Lic. Gómez), no tenía aviso oficial acerca de su designación, por lo que para entregar la Jefatura Política, era necesaria dicha orden, máxime, decía, que el propio abogado, que el Gobierno Federal había tomado cartas en el asunto. Enrique León contestó a uno y a otro que no podía retirarse de Juchitán y que no obedecía más ordenes que las del Gobierno de Oaxaca y que mal hacía el pueblo juchiteco en juzgar o interpretar mal sus actos, cuando no entraba aún a funcionar, prometiendo a continuación, que si una vez encargado de la Jefatura Política, su actuación no fuese de paz, de equidad y de concordia, renunciaría al cargo. A las dos de la tarde del mismo día 2 de noviembre, la fuerza federal abrió el fuego sobre los juchitecos que en número de un mil o más rodeaban el Cuartel “Carlos Pacheco” y el Palacio Municipal, contándose entre ellos los vecinos de Unión Hidalgo, Chicapa de Castro, Niltepec, El Barrio Santo Domingo Petapa, Zanatepec, Ixhuatán, Sn. Francisco del Mar, San Dionisio del Mar, Ixtaltepec, Santa María Petapa, San Miguel Chimalapa, Santa María Chimalapa, San Juan Guichicovi y Xadani del Distrito de Juchitán, Laollaga, Chihuitán y San Mateo del Mar, del Distrito de Tehuantepec.

Origen de los Partidos Verde y Rojo.

El mismo día 2 de noviembre, la fuerza federal intento tomar el Palacio Municipal, pero fué rechazado con grandes pérdidas resultando varios muertos y heridos de parte de los alzados. El Cuartel “Carlos Pacheco” fué sitiado durante los días 2,3,4 y 5, del mismo mes. En vano pretendieron los Federales romper el sitio. El día 4 aprovecharon que una columna de caballería compuesta de cincuenta hombres, procedente de San Jerónimo, se dirigía por camino extraviado (llegaron por Cheguigo, 8ª. Sección), como a las cinco de la tarde, al ser vista fue tiroteada y bloqueada, por lo que nadie llegar al Cuartel “Carlos Pacheco”, muriendo casi todos los del grupo de caballería y apoderándose los juchitecos de las armas, parques y caballada. El día 5, domingo, llegó un cañón de montaña, procedente de San Jerónimo, con una gruesa columna de caballería, abriéndose el fuego, como las siete de la noche. Así se rompió el sitio puesto al cuartel. Con eta derrota, las fuerzas chegomistas (así eran conocidos los alzados), pusieron sitio a la ciudad. Como todos los días celebraban combates con las fuerzas federales, se vieron obligados a retirarse, yendo el licenciado Gómez a establecer su Cuartel General en el punto denominado “Guela Beñe”, de la Jurisdicción de Juchitán. El mismo día 5, antes que llegara, se presentó, se presentó un cura a los juchitecos acompañados del doctor Argüello, ambos procedentes de San Jerónimo portando una bandera blanca, pidiendo cesaran las hostilidades y que fuese firmado un pacto de paz. Los juchitecos comprendiendo que aquello era un engaño, fusilaron al cura y al doctor Argüello. También el día 5 los juchitecos pusieron fuego y dinamita por la casa de la señora Rosaura Cerqueda, donde estaban encerrados algunos llamados “científicos”, quizá obligados por la inícua explotación de que fueron objeto por los mismos, el 82. Retirados los juchitecos de la población, el señor don Pablo Pineda, con su carácter de Regidor, se presentó al Coronel Zozaya, ofreciéndole sus servicios y comprometiéndose a organizar un cuerpo de voluntarios para perseguir a los rebeldes. Desde luego Pineda convocó a los concejales que habían servido a la dictadura, para que volvieran al poder y así fue electo Presidente Municipal el Jefe de los voluntarios. Desde antes de este movimiento, existía en Juchitán un pequeño grupo de personas de cierta cultura y comodidad, protegidos por don Rosendo Pineda, llamado “El Eje del Diamante”, por los “científicos”. Formando el cuerpo de voluntarios con los elementos científicos para no confundirse en los combates entre los rebeldes y fuerzas federales, usaban un lienzo en su sombrero, y los rebeldes o “Chegomistas”, una ramita verde. Dando lugar así a la distinción de dos partidos: Verde y Rojo. El odio antagónico de estos dos grupos fue tan cruel y sanguinario, que llegaron a cometerse asesinatos de mujeres y niños y hasta de hermanos que se encontraban en el grupo opuesto. Desde el campamento de Guela Beñe, el licenciado Gómez se comunicaba con el señor Madero, entonces Presidente de la Republica. En esta virtud, el señor Gabriel Hernández, comisionado por el propio Presidente de la Republica, llego a dicho campamento con instrucciones de que el licenciado Gómez saliera inmediatamente para México, recibiendo al mismo tiempo unas notas del doctor Francisco Vázquez Gómez. A los pocos días de esta entrevista con el General Hernández, el licenciado Gómez recibió un pasa porte firmado por Madero, para marcharse a México. El Jefe del movimiento revolucionario salió del campamento el día 3 de diciembre de 1911, dejando el mando de las fuerzas al señor Felipe J. López. El día 4 tomó el tren en la estación de Picacho, de la jurisdicción de San Jerónimo Ixtepec, acompañado solamente de diez hombres: Mariano Gómez, Rosalino López China, Albino Orozco, Moisés Gómez, Marcos Pineda Jr., Nicolás Jiménez Llúvi, Victoriano Charis, Nicolás López Terán, Remigio Castillo y N. Gómez.

Conflicto surgido entre los Gobiernos Federal y Local y Muerte del Licenciado José F. Gómez.

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E gobernador de Oaxaca, don Benito Juárez Maza, con la intervención del Presidente en el caso de Juchitán, considero violada la soberanía del Estado, cuyo conflicto se trató de una manera sensacional, tanto en la Cámara de Senadores como en la Cámara Local, pues la Federación no consideraba prudente seguir atacando a los juchitecos ni mucho menos proporcionar más soldados para perseguirlos, toda vez que el licenciado José F. Gómez era el Presidente Municipal de Juchitán y que tácitamente no se encontraba fuera de la ley. El Gobernador Juárez Maza giró órdenes a las autoridades de la línea de Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, para que aprehendieran al licenciado José F. Gómez y a sus acompañantes y lo fusilaran como reos en rebelión, declarándolos fuera de la ley. El mismo día 4 fueron aprehendidos el licenciado José F. Gómez y sus acompañantes, siendo fusilados el día 5 en el punto denominado “Barrancón”, de la Jurisdicción Matías Romero. Pudieron fugarse Nicolás Jiménez Llúvi, Remigio Castillo, Victoriano Charis y Nicolás López Terán. Con la muerte del licenciado Gómez continuó la lucha hasta mayo de 1912, en que fueron sometidos o amnistiados los juchitecos. El Gobernador Juárez Maza llegó a Juchitán en el mismo mes de diciembre de 1911.

Antecedentes con el General Merodio.

En mayo de 1893, con motivo del convite tradicional de la Vela “Pipi”, un gripo de fuerza federal que se encontraba franco, abusó de la bondad de la comitiva que le obsequiaba refrescos, frutas y licores, en el sentido de tomarse toda la bebida y llevarse hasta los jicalpextles de una de las señoritas. Esto bastó para que los juchitecos que festejaban el día se echaran sobre los soldados golpeándolos brutalmente. El entonces Coronel Merodio, Jefe de la Guarnición de la plaza, ordenó la salida de un piquete de soldados, para aprehender a los de la comitiva, quienes a la hora que llegó la escolta ya se habían disuelto. Entonces los soldados muy cerca del lugar de los hechos encontraron a un campesino que acababa de llegar de sus labores sobre quien hicieron fuego, matándolo e hiriendo a otro.

El pueblo indignado se presentó al licenciado José F. Gómez, quien a su vez se presentó al Gobierno, pidiendo el cambio del Coronel Merodio de Juchitán, que fué aceptado a los pocos días. De ahí nació el disgusto con Merodio.

Fines del Licenciado José F. Gómez.

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Entre los papeles y documentos del licenciado José F. Gómez, fueron encontrados, en 1915, copias de una petición que fue elevada al Congreso Federal, pidiendo la erección del Istmo, en Territorio Federal, juntamente con un estudio hecho por el propio licenciado Gómez sobre el particular. La petición según se desprende, fue presentada en 1857, y copiada por el licenciado para su archivo. El estudio que hizo estaba en borrador y escrito a mano, el cual lo conservó José F. Gómez Jr., presentando el proyecto ya modificado, al Congreso Constituyente de 1917, reunido en Querétaro, y suscrito por él y Crisóforo Rivera Cabrera.

(1) Capítulo de la Historia de la Revolución Mexicana, de José T. Meléndez. Talleres Gráficos de la Nación, 1936.

· Tomado del Periódico “Neza”/Órgano Mensual de la Sociedad Nueva de estudiantes Juchitecos/Mayo 1936/Pags. 1, 3, 4 y 5.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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