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Cultura

El futuro de la lengua diidxazá / Xi guiluxe guizaaca xtiidxanu

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En los pueblos del Istmo oaxaqueño cada día que pasa se debilita y deteriora la lengua de los binnizá, la lengua diidxazá, la que los nahuas llamaron, zapoteco. Si los miembros de esta cultura no nos preocupamos hoy por defenderla, fenecerá mucho muy antes que lo predicho por el poeta Gabriel López Chiñas: ¡ay!, didxazá, diidxazá,/ diidxa’ rusibani naa,/ naa nanna’ zanítilu’,/ dxi guiniti gubidxa cá. ¡Ay! zapoteco, zapoteco/ lengua que me da la vida,/ Yo sé que morirás/ el día que muera el sol. Y con la muerte de esta lengua “maravillosamente musical”, según el poeta Carlos Montemayor, desaparecerá una manera particular de entender la vida, la cosmovisión zapoteca, una manera -entre muchas- de ser hombre en el mundo.

Dice el Dr. Miguel León-Portilla que: “Cuando desaparece una lengua muere una parte de lo más íntimo y valioso de la humanidad”. Octavio Paz, el nobel mexicano, expresó lo mismo de esta manera: “Los hombres somos hijos de la palabra. Ella es nuestra creación; también es nuestra creadora; sin ella no seríamos hombres. (…) El lenguaje nos da el sentimiento y la conciencia de pertenecer a una comunidad. Estamos unidos por la lengua a una tierra y a un tiempo. Somos una historia. (…) En cierto modo, la lengua nos fundó o, al menos, hizo posible nuestro nacimiento como naciones. Sin ella, nuestros pueblos no existirían o serían algo muy distinto a lo que son. (…) La palabra es nuestra morada (…) y nos da conciencia de lo que somos y de nuestra historia. (…) La lengua es un signo, el signo mayor, de nuestra condición humana”.

Muchos no hemos entendido la importancia de respetar la existencia de las lenguas originarias de México, los gobernantes que hemos padecido, creyendo que estas lenguas constituyen barreras para el desarrollo de los indígenas con el resto de la población “moderna”, siempre han implementado políticas etnocidas bajo el ropaje de la alfabetización en la “cultura nacional”. Hoy, con el cambio de gobierno a favor de los pueblos con Andrés Manuel López Obrador, vemos con esperanza que se acomodan las instituciones para terminar con la discriminación y exterminio de las lenguas indígenas.

En Juchitán, Oaxaca, Guidxiguie’, la lengua binnizá-zapoteca decae, estamos conociendo un fenómeno de homogenización entre el español y el zapoteco. La invasión del español en el habla diidxazá es escandalosa; en las conversaciones usuales en zapoteco llega a representar, innecesariamente, el 50 % del mensaje, digo innecesariamente porque existen sus correspondientes en zapoteco. El problema no radica en incorporar nuevos términos (tecnicismos) a la luz de los avances tecno-científicos, puesto que una lengua se vitaliza cuando incorpora a su ser nuevas realidades, el problema es que ya no pensamos en zapoteco antes de hablarlo.

Los binnizá no solamente nos hemos dejado invadir por las palabras castellanas, sino también por la sintaxis del español, nuestra forma de decir las cosas y de razonar son más propias de la lógica de ordenación del discurso del español que de la lengua zapoteca. Aunado a estos dos grandes problemas, está también el que generan las familias binnizá que no quieren que sus hijos aprendan como lengua materna el idioma zapoteco, quieren que hablen español, porque sienten que así estarán mejor preparados para sobrevivir en la escuela y en la vida misma. En suma, la perduración del zapoteco está en riesgo.

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¿El español acabará por relegar al olvido las lenguas habladas por los pueblos originarios de México?, ¿El tercer milenio será la tumba de las lenguas indígenas? Lo cierto es que, en gran medida, de nosotros los hablantes indígenas dependerá el destino de las lenguas mexicanas. Mientras luchamos por una atención verdadera desde el gobierno a nuestros pueblos, debemos seguir construyendo las estrategias que propicien la perduración y enriquecimiento de nuestras lenguas.

Los gobiernos, estatal y el federal, deben entender que es del todo falso que la conservación de las lenguas indígenas signifique un riesgo de fragmentación cultural y menos todavía un peligro para el fortalecimiento de la lengua española. Reconocer esta verdad los llevará a aportar los medios para obligatoriedad de la enseñanza bilingüe en la educación básica; la masificación de la alfabetización en lenguas indígenas en los pueblos mexicanos; para fomentar el cultivo de las lenguas indígenas a través de publicaciones de periódicos, revistas y libros, a través de la producción de programas en la radio y la televisión, y estableciendo institutos de rescate y desarrollo de las lenguas indígenas, talleres literarios y academias.

Pa guinabadiidxatu naa: Xi guiluxe guizaaca diidxazá xtinu la? Zucabe’ laatu: Laanu xa, pa gusi’dinu ca xiiñinu guiní’ diidxazá la?, zalá diidxazá xtinu, pa co’ la?, ziné binidxaba’ ni.

Termino diciendo que el futuro de la lengua diidxazá y de las lenguas indígenas del país va a depender de la conciencia y amor que todos, gobierno y pueblo, tengamos para preservarlas.

Víctor Terán,
Guidxi Guie’quichi’, Lulá’,
iza 2019.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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