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Cultura

El Plan de Ayutla en el Istmo

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El Plan de Ayutla es promulgado por el General Juan Álvarez, el 1º de marzo de 1854, donde desconoce al General Antonio López de Santana.

En Oaxaca, el gobernador, General Ignacio Martínez Pinillos, expulsa a los liberales del Estado y elabora una protesta en la que obliga a sus funcionarios y militares a desconocer el Plan de Ayutla.

El Juchitán, el presidente, Miguel López, aconseja al pueblo que cuando llegará el Gobernador del departamento de Tehuantepec, el Sr. Máximo Ramón Ortìz, se mantuvieran en sus casas. El Gobernador del Estado, expide un decreto que impone la pena de muerte a los “alborotadores”.

El 23 de diciembre de 1854, el Gobernador y Comandante Militar del Departamento de Tehuantepec, Sr. Máximo Ramón Ortìz, aprende en el Istmo a los cabecillas liberales: Miguel López presbítero juchiteco, Juan N. Rementería, Luis Bello Mejía entre otros y se les lleva detenidos a Jalapa del Marqués, donde son encerrados por el delito de pronunciarse a favor del Plan de Ayutla.

En el mes de enero de 1855, los liberales del Istmo, sostienen fuerte lucha contra los conservadores.

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En Tehuantepec, los principales cabecillas eran: Gabriel Salinas, Andrés Duarte, el licenciado José Gregorio Irribaren, José Encarnación Pérez y Juan N. Escobar. Estos liberales pretendían unirse con los juchitecos, en una conspiración para apoyar al Plan de Ayutla.

En el mes de febrero, el movimiento fue descubierto por el subprefecto de aquella población, Sr. José Gerardo López, quien perseguía a los liberales, logreando detener al Sr. José Encarnación Pérez, quien es conducido a la prefectura de Tehuantepec, donde estaba el Coronel Máximo Ramón Ortíz al mando, quien inmediatamente ordena, que sea fusilado el detenido, violando seguridad de su vida que le había ofrecido el Sr. José Gerardo López.

Cuando se supo la noticia en Juchitán, el pueblo reaccionó iracundo; en la guarnición, el capitán Pedro Gallegos y sus soldados se unieron a un grupo de civiles y entraron a las oficinas del subprefecto y lo lincharon, por no haber sabido respetar su palabra. Ante tal consecuencia, el capitán Pedro Gallegos y su gente se pronuncia a favor del Plan de Ayutla.

Ante el giro de las circunstancias, los liberales de Tehuantepec se unen a la guarnición sublevada, retornando el 11 de febrero, a Juchitán y se preparan para defender la plaza, ya que se saben que no tardará mucho para que el coronel Máximo Ramón Ortìz, los ataque con afán de castigar e imponer la sumisión de los juchitecos, pero éstos, al mando de los capitanes Pedro Gallegos y Norberto Marín, acompañados de 125 hombres, se lanzan al Barrio de San Blas Atempa, ya que los habitantes de éste barrio, eran solidarios con los juchitecos.

Esta avanzada temeraria y audaz fracasó, porque el coronel Ortíz, ya estaba preparado; este fracaso no desanimo a los juchitecos y a los 5 días, emboscan al enemigo en el rio de El Espinal, aprenden a muchos enemigos y les decomisan las armas y municiones.

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Con este triunfo Cristóbal Salinas y Andrés Duarte, atacan la plaza de Tehuantepec, pero Máximo Ramón Ortíz, ya tenía experiencia pasada en San Blas y mando a levantar fortificaciones y además establece avanzadas causando pérdidas a los liberales.

El 9 de abril, Salinas y Duarte, comisionan al capitán Gallegos al mando de 30 hombres, para ir a librera al Presbítero Miguel López durante el trayecto sobre el camino que conduce al pueblo de Comitancillo, liberan batalla con una guarnición que estaba compuesta que estaba compuesta de 100 juchitecos, el combate fue sangriento logrando derrotarlos finalmente; siguen su camino y el 15 de abril, llegan a Jalapa, donde había una guarnición pequeña que se rinde fácilmente, inmediatamente liberan a los rehenes cumpliendo su cometido.

Ante el incremento del movimiento rebelde en el Istmo, el Gobierno del Centro, comisiona al general Torrejón, quien llega el 5 de mayo a Juchitán, para tratar de restablecer las negaciones de paz. Los juchitecos desconfían y rechazan la reconciliación.

Enardecido el general Santa Anna, manda de Coatzacoalcos, Ver., una sección de caballería, al mando del coronel Silverio Hernández, que llevaba armamento, municiones, equipo y dinero para reforzar la guarnición de Tehuantepec y así poder acabar con los liberales.

El coronel Andrés Duarte, comandante militar de las fuerzas liberales de Juchitán, recibió información sobre la avanzada del coronel Silverio Hernández y lo va a esperar, el día 12 de mayo, en San Juan Guichicovi, liberan fuerte batalla, Hernández distribuye sus fuerzas entre la iglesia, el curato y la casa municipal, que eran las únicas construcciones de mampostería, donde se podría defender. Duarte sitia al enemigo, las balas de ambos bandos, son considerables, finalmente el enemigo se rinde el día 13, ya se sabía de antemano que carecían de agua y comida, para poder resistir el sitio; se les perdona la vida y regresan a Coatzacoalcos, Ver.

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Ante ambas derrotas sufridas por el Gobierno del Centro, se comisiona otra vez al General Torrejón y sus oficiales con el cura Miguel López, quien era representante de los liberales istmeños. Después de un intenso diálogo no se logró n un acuerdo porque los liberales no aceptan rendirse, ya que éstos, sabían que los pronunciados de todo el país, casi estaban controlando la situación.

El 9 de junio el cura Miguel López y su gente se reúnen con los representantes del Gobierno, para pactar un armisticio, comprometiéndose el general Torrejón a entregar a aquellos, la plaza de Tehuantepec al triunfo del Plan de Ayutla. Los liberales reciben dicha plaza, quedando el Istmo en completa calma.

El 9 de agosto, el General Santa Anna, abandona el país, los liberales se hacen cargo del Territorio del Istmo, ya que estaba, separado política y administrativamente del gobierno de Oaxaca, por decreto expedido el 29 de mayo de 1853, por el General Antonio López de Santa Anna.

*Tomado del libro “Historia de Juchitán”/Autor: Gonzalo Jiménez/3ª edición.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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