Cultura
Mientras un zapoteca viva, el sol brillará: entrevista a Macario Matus
Hace pocos años, exactamente el 6 de agosto de 2009, uno de los más grandes maestros zapotecas de las letras y de la vida dejó de existir. Como un modesto reconocimiento a toda su incansable labor en pro de las artes y de la escritura, CORTAMORTAJA publica la plática que su servidor tuviera el honor de sostener con él hace algún tiempo y que circulara originalmente en la Revista Guidxizá, número12 (julio-septiembre de 2008) editada por el Comité Melendre:
Macario Matus, hombre de letras y apasionado del arte, es un eslabón entre la generación de los años treinta y los nuevos creadores. Este notable poeta binnizá nacido en Juchitán, nos brindó varias horas de su tiempo para contarnos sobre los orígenes de Neza Cubi, hablarnos de la cultura que le vio nacer y otros temas de interés. Lo visitamos en su espacio cultural, en el Distrito Federal, para platicar con él, de cuya charla surgió la entrevista que ahora les presentamos.
Gubidxa Guerrero:
Unos años antes del “renacimiento cultural” que se vivió en Juchitán, con Francisco Toledo, Víctor de la Cruz y la pléyade de escritores, músicos y pintores zapotecas, comenzó a publicarse en la Ciudad de México una pequeña revista llamada Neza Cubi de la cuál usted fue Director. Nos gustaría saber cómo nace, cómo se organiza, quiénes escribían y los fines que perseguía.
Macario Matus:
Había un antecedente, que es Neza, fundada en 1935 por Andrés Henestrosa, Gabriel López Chiñas, Lorenzo Carrasco, algunos Matus, entre otros. Pasan los años y Neza cumple su función; porque la gente que viene de provincia, sobre todo los de la cultura zapoteca, siempre traen sobre sus espaldas a su pueblo; y entonces había que mantener esa relación umbilical de allá y acá. Cómo reunir, dónde reunir, de qué hablar, fue el interés de Neza; y Neza Cubi comenzó en 1968 pensando en continuar esa trayectoria.
Fue crucial el 68, que era un movimiento estudiantil, un movimiento planetario. Los alemanes y los franceses también se inscribieron en ese movimiento, y nosotros, sin saberlo, coincidimos en él y continuamos la labor de rescate, de difusión y promoción de nuestra cultura, que es inmemorial. La revista nació por la necesidad de estar presentes en una región, en un sitio que hasta la fecha es inhóspito, hostil para nosotros, porque hablan otro lenguaje y nosotros seguimos manteniendo esa carga sentimental de la historia, de la identidad, de la resistencia, de todo lo que significa no morirse en tierra ajena.
Gubidxa Guerrero:
Respecto el Consejo Editorial ¿Eran ustedes estudiantes universitarios? ¿Se conocían desde antes? ¿Cómo se vivió todo este proceso?
Macario Matus:
En realidad, para 1968 yo ya era profesor de escuela primaria. Víctor de la Cruz se agregó como estudiante de la Facultad de Derecho. Nuestro maestro, Gabriel López Chiñas, nos daba consejos de cómo renovar las cosas culturales. Pero el que podía hacerlo económicamente era yo. Era soltero y tenía necesidad de expresarme, de apoyar y de congregar a los paisanos. Porque nosotros, los juchitecos, los de la cultura zapoteca, somos gregarios, somos comunitarios, y así, hasta la fecha, ¿cómo se construye una casa?, ¿cómo se realiza una boda?, ¿cómo se abre un camino? Todo es comunión. Eso es lo que nos ha mantenido cohesionados.
Como yo no tenía más obligaciones, aporté mucho por la revista. Víctor era estudiante. Yo la sostuve hasta el número 10. Después tuvimos carencias. Hay un número en donde aparezco pidiendo dinero: “ya se va a morir la revista Neza Cubi”, y aportaban diez pesos, cien pesos de ahorita digámoslo. Busqué la manera. Los compañeros pintores regalaban portadas y ahí se quedaba todo, nunca las vendimos. Así se sostuvo, y yo creo que así se murió: por falta de recursos. Además, cumplió su ciclo. Toledo vivía en París; yo le mandaba la revista hasta allá. Llegó un momento que mandé cartas a todos los suscriptores, que ni a diez llegábamos [risas]. Hubo un gran hombre, uno de los más interesados en la cultura nuestra, que se llamó Enrique Liékens, juchiteco de padre alemán y madre Cerqueda. Entonces yo le enviaba la revista y cuando se enteró me mandó un cheque por diez pesos. Hasta la fecha lo conservo. Es decir, nos manteníamos con todo lo que se podía, nadie nos apoyaba. En la cultura nadie te apoya. Y seguimos hasta que llegó el momento de la cancelación del ciclo. Yo no hubiera soportado seguir editando Neza Cubi cinco años más. Entonces la tuvimos que matar. A los amores hay que matarlos a tiempo… Víctor se encarriló; yo me quedé ahí y fue un poco de no aguantar, porque era muy difícil sufragar número por número y, además, porque todo tiene que terminar. Catorce ediciones de mil ejemplares cada una, era mucho. Hicimos lo que se pudo. Luego vendrían otras propuestas. Guchachi’ Reza fue la continuación de Neza Cubi, porque ya estaba Toledo pendiente de lo que se estaba gestando en cultura. Ahora le llaman underground, culturas marginales.
Gubidxa Guerrero:
Pero consiguieron vincular textos de los viejos escritores con los nuevos…
Macario Matus:
Como no éramos nadie ?como ahora? teníamos que sostenernos, cimentarnos, usando los nombres de los grandes: Gabriel, Rosario, Alfredo Cardona Peña, y a lo último el maestro Andrés Henestrosa, “nosdestroza”… Y nos seguirá destrozando [risas]. Pero cuando yo incluí al maestro Andrés en la revista, Gabriel se molestó.
López Chiñas era el patriarca, guía moral y lo consultábamos; se erigió como maestro, nosotros también lo elegimos. Pero la rivalidad… No se podían ver. Andrés era el “gran escritor”, reconocido por la oficialidad, y Gabriel el “aldeano”, el de la choza que no salía, pero ¡qué arte! Se odiaban, y nos metieron en ese odio. Había que tomar partido, y como jamás he pertenecido a ningún partido, los tomé a los dos. Andrés Henestrosa fue el homenajeado en el siguiente número. Ahí se apareció Gabriel, ¡brincó! Pero no puede uno olvidar a sus padres, ¿verdad?, y entonces cumplí muy bien con los dos y con todos, y ahí está la historia. Que se plasme.
Gubidxa Guerrero:
Y pasados los años, con generaciones nuevas, ¿qué opinión le mereció ver toda esa semilla germinada en los libros, las revistas y el renacimiento que se dio a partir de los 70’s y 80’s?
Macario Matus:
Nada nace de nada, y eso se aplica sobre todo para nuestro pueblo. Venimos de una gran cultura, inmemorial. Todo lo que se ha hecho, lo vamos acumulando. Fíjate en el primer gran poema hecho en zapoteco, anónimo naturalmente, creo que contemporáneo del diluvio:
Bidxadxa bidxaxa ¡ahu!
Bidxadxa bidxadxa ¡ju!
Siaba nisa
siaba nanda
siaba guie
siaba yuu
Ca’ binnigula’sa’ maché…
[Coladera de barro, coladera, ¡ahu! / Coladera, coladera, ¡jú! / Caerá agua / caerá frío / caerán piedras / caerá tierra / Los zapotecas se van…]
Para qué quieres poemas de Góngora, para qué quieres a Quevedo, Manrique; ¡pero si lo tienes ahí! Es el poema del diluvio. Los zapotecas por supuesto que vimos el diluvio. Ahora están de moda Groenlandia, el Ártico, el calentamiento global y toda esta cosa del hielo. Esto lo vivieron los zapotecas. Lo vivió el planeta. Los zapotecas fuimos también protagonistas del universo y del cosmos. Cantaron ca’ binnigula’sa’ maché… bidxadxa bidxadxa ¡ahu!; cantaron “se va a acabar”. ¿Y qué crees?: aquí estamos, y, ante todos los diluvios, seguiremos.
Gubidxa Guerrero:
Poco se ha escrito sobre los antecedentes mitológicos de los zapotecas. ¿Qué más podría decirnos sobre el origen y el transcurrir por los milenios de nuestro pueblo? Escasos son los que hablan; siempre que se ha mirado a los binnigula’sa’ se ha hecho desde un punto de vista estrictamente histórico. Pero en cuanto a poesía, en cuanto a literatura, muy pocos son quienes han escrito: Wilfrido C. Cruz, Macario Matus, Andrés Henestrosa, Gabriel López Chiñas.
Macario Matus:
Pienso que nosotros somos el lazo. Pero si uno llega al Istmo, todas las historias que hemos contado las siguen relatando los viejos. Nosotros somos el enlace, somos los transcriptores, somos los escribanos. Recogemos lo que el pueblo cuenta. Simplemente hay que saberlo escuchar, interpretar, saber escribirlo. Andrés Henestrosa lo supo escribir muy bien. Gabriel López Chiñas lo escribió poéticamente. Nosotros, ahí la llevamos. Es una historia, porque tenemos miles de años de historia y siempre hemos contado, cantado, danzado.
Nosotros hemos sido. No había quién, éramos ágrafos, no se escribía en zapoteco hasta que vino alguien y lo hizo más o menos bien, y falta, yo creo, alguien que traiga toda esa potencialidad literaria. Combinar la lengua zapoteca y la lengua española. Tenemos un personaje que sí lo ha concluido, que sí lo ha aglutinado, porque su lenguaje es otro, su lenguaje es etéreo; se llama Francisco Toledo. Ese hombre ha pintado, ha escrito todo lo que es la cultura zapoteca; hasta lo que faltaba, pues no hay un texto, o hay muy pocos textos, donde se hable de lo erótico que somos. Andrés Henestrosa escribió y lo ocultó. Todo mundo oculta su erotismo en el ámbito zapoteca, pero Toledo no se espantó, porque no escribe. Pinta. Es otro lenguaje, más interesante.
Toledo es la conclusión de toda la cultura zapoteca. El clímax, digamos. Pero hay otros que están trabajando, que están por ahí. Si a él todavía no se le reconoce, imagínate a los que siguen, que son un montón; pero llegarán. Es decir, hay una literatura, una gran literatura y un arte plástico; pero por la oficialidad, por muchas cosas tontas que existen en la vida no te dejan entrar, no te dejan llegar. Que si eres de la COCEI o no, que si del PRI o del PAN. Y así, mil problemas en cosas idiotas. La cultura no tiene partido. Dentro de cincuenta años no va a existir ninguno de estos policarpos. Pero el arte permanecerá. Los poemas en zapoteco, las canciones en zapoteco, la literatura, el pensamiento imaginativo no morirán.
Gubidxa Guerrero:
¿Qué opinión le merece el embate que ha sufrido el didxazá como lengua de comunicación?
Macario Matus:
La lengua originaria no muere, no morirá. Pienso en los griegos, pienso en Italia. También en el inglés. Pienso en un gran poema que se llama “Los paradigmas”. Ninguna lengua morirá mientras quede uno que la hable. Y bueno, en el Istmo nuestro, todos los niños con una memoria colectiva lo están trabajando, lo están haciendo.
El idioma vivirá, a menos que haya una explosión que destruya las memorias. En las computadoras están trabajando en eso. ¿Cómo conservar una memoria? Puede desaparecer lo físico, incluso el cerebro, pero se registra la memoria. En esa medida, la lengua zapoteca continuará como otras lenguas. Como en el libro de Ray Bradbury, El hombre ilustrado, mientras quede un hombre, ése será el depositario de toda la humanidad: habla, piensa y tiene el conocimiento de toda la especie; él es el director de todas las historias… Y un juchiteco se coló, él va a mantener la cultura juchiteca, zapoteca. Mientras un zapoteca viva, el sol brillará.
Gubidxa Guerrero:
Ya que menciona a Bradbury, escritor de ciencia ficción ¿Qué opinión le merece todo este avance de la modernidad que ha llegado tan fuerte y tan rápido? En cada esquina de las ciudades zapotecas vemos un cibercafé. El internet ha servido tanto para subir un traductor zapoteco en línea, como para bajar textos de otros países, o simplemente, para ir a perder el tiempo. ¿Cómo lo ve usted?
Macario Matus:
Primero dijeron que el libro iba a matar la literatura oral. Luego que el cine iba a matar la vida. Ahora la computadora va a matar qué, ¿la inteligencia? La computadora no va a pensar por nosotros. Un día los poemas y lo que estoy diciendo estará en el internet y no será malo. La tecnología, la máquina, no va a sustituir al hombre, el hombre tiene que manejar eso. Pero cuidado: el día que el robot maneje al hombre… yo me regreso a Juchitán [risas].
Gubidxa Guerrero:
Para despedirnos, ¿qué le dice Macario Matus a la generación nacida después de 1980 que está publicando revistas, libros, y abriendo espacios culturales como radios comunitarias?
Macario Matus:
Pues les exijo imaginación, porque el hombre necesita renovarse en todos los sentidos. Hagan cosas extraordinarias, lo que nadie más ha hecho. ¿En qué? En escritos, en poemas, en cuentos, en pintura, en todo. Pero con estética. No se trata de romper por romper. Ahora, lo que sigue…
Cultura
Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024
Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.
Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.
En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.
El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.
Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.
Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.
Cultura
Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño
Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet
El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo, se torna, interesante para la mente infantil.
En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual, José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.
En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.
Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.
El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.
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