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Cultura

Gueela’ be’ñe’ / La Noche de los Lagartos

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Aún no había despuntado el alba y ya se veía la enclenque figura de “Chechu Be’ñe’ caminar por la zona de los esteros envuelto en las neblinas que emanan de la superficie de los esteros; a “Chechu”, le urgía cazar algunos saurios, para hacerse de centavos en su diario yantar, considerando que han pasado cuatro meses de haber cobrado por entregar un lagarto vivo a la Sociedad de la “Vela Be’ñe’”, comunidad adoradora del símbolo totémico natural.

Después de aquella fecha, a la presente era de suponerse que los ahorros se hubieran terminado, por lo tanto, era necesario recuperarlo despellejando a cuanto lagarto se le pusiera enfrente ante tan mala situación, inmediatamente el cazador puso en acción la peligrosa misión; de hecho, ya llevaba consigo una red de cable fuerte, un arpón de acero y el remo que le servía para hacer bogar al cayuco que se encontraba atado en un pequeño e improvisado embarcadero; llevando todo los enseres propios para la empresa; “Chechu Be’ñe’”, se fue estero dentro, remando con mucha dificultad por lo tupido de las plantas acuáticas que cubrían la superficie de la ciénega.

El cazador de lagartos remó con la fresca de la mañana, así como bajo los rayos candentes de medio día, y seguía con el remo al morir la tarde en sus últimos celajes, próximo al ocaso del día, esta maravillosa obra de la naturaleza, reanimo a “Chechu Be’ñe’” para desmayar en su empresa, porque hasta el momento, no había conseguido nada, como si los reptiles se hubieran puesto de acuerdo en hacerle una jugada a su incansable victimario, éste, escudriño en lo más recóndito del pantano, pero todas sus pesquisas fueron infructuosas. Por la noche, entre chirriar de grillos, croar de ranas y silbido de serpiente, la hermosa luna sorprendió a “Chechu Be’ñe’” en medio de la canoa un tanto adormilado, volvió a sus cabales cuando sintió gran oleaje a su alrededor, asombrado notó en la claridad de la noche que estaba rodeado de muchos lagartos, los cuales golpeaba con el remo cuando estos se acercaban al cayuco; después del asombro, sintió miedo, el terror fue mayúsculo cuando repentinamente emergieron de la profundidad del estero, las fauces de un enorme saurio, que por la fuerza de su impulso volcó la canoa, llevándose al agua al cazador, este instante de sorpresa fue aprovechado por el lagarto para atrapar a “Chechu Be’ñe’” por la cintura, una vez asegurada la victima entre sus fauces, se lo llevo con rapidez a su madriguera, después de la media hora de vertiginoso viaje, en una saliente de su cueva depositó a su presa, considerándola muerta, ya que el pobre de “Chechu” tenía un muslo completamente desgarrado; creyéndolo muerto, el lagarto se retiró, pero continuamente regresaba en donde se encontraba su víctima según se cuenta que estos reptiles devoran a sus presas cuando están en estado de putrefacción. En este ir y venir del enorme reptil, el cazador volvió en sí, inmediatamente busco la forma de escapar, vio la posibilidad en un boquete, por donde entraba el aire y la luz, en un descuido del animal, aprovecho para escapar.

El lagarto, enfurecido por la fuga no, se dio por vencido, quería a toda costa, vengarse del que se había llevado vivo a su hijo. Por otros vericuetos conocidos, siguió al malhechor, quien se delató por la sangre que dejaba a su paso, ya próximo a ser alcanzado por el lagarto, su salvación estuvo en la cercanía de un frondoso árbol, lastimado todo, logro treparse en él, de esta manera se salvó de ser despellejado estando encaramado en lo más alto del árbol, grito a más no poder pidiendo ayuda, milagrosamente fue escuchado por algunos rancheros que se encontraban cerca, éstos corrieron prestos a socorrerle; al llegar los campesinos al lugar, encontraron feroz animal plantado bajo el árbol acechando a “Chechu Be’ñe’”, sin pérdida de tiempo los señores consiguieron mecate y con ello lazaron a la fiera sujetándola en una parihuela, ya todo maniatado el gran lagarto, fue transportado a Xochistlán, en el domicilio de los familiares de “Chechu Be’ñe’”, quienes viven en la séptima sección, lugar donde es exhibido el reptil de siete metros de largo, medido de la cabeza a la cola.

*Tomado del libro “Bazendu IX, Antologia de Cuentos-Leyendas y Narraciones” /Autor Rufino Martínez López/Juchitán, Oaxaca, año 2001.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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