Conecta con nosotros

Cultura

El pochote el primer árbol del mundo

Publicado hace

el

Juchitán, Oax.- El antiguo camino principal de entrada a Juchitán fue el callejón Angélica Pipi, todavía en 1866 en la incursión francesa fue a través de este callejón, Francisco León que se encargó fustigar al enemigo francés antes de llegar a la población, décadas después ya como presidente municipal abrió las actuales calles principales, para la movilización de tropas en este pueblo que solía rebelarse con regularidad.

Algunos han ligado el pí’pi’ del nombre con el fruto del árbol del pochote el trompí’pi’, hubo alguno que lo promovió como pipí en anuncios por radio, y algunos indolentes así lo ponen. Sobreviven todavía algunos de estos árboles en el callejón Pí’pi’ me imagino que hubo mas ejemplares en tiempos pasados, como las que sobreviven sobre el callejón de las cocos en la Octava Sección que en una sola cuadra se mantuvieron cinco.

Actualmente en este callejón entre las avenidas Pino Suárez y Argentina se mantienen actualmente tres, dos fueron derribadas por sus dueños para erigir portones para cocheras de coches y la otra fue derribada por el viento. En sus respectivas temporadas se deshojan dejando el callejón inundada de hojas, se llenan de flores y luego de frutos: el trompi’pi’ y luego el fruto maduro que es una especie de mazorca: tapo’mbo, que seco explota en algodones que viajan por el aire regando sus semillas.
El árbol derribado que se ubicó en donde se unen la avenida Argentina y callejón de los cocos, albergó a un pochote muy grande cuyas raíces emergían de la tierra como si fueran sus piernas y en medio de ellas sobresalía un pequeño apéndice, por lo que la gente decía que era su sexo. En este y los demás árboles solían pintar cruces, pues decían que ahí se aparecían los demonios. Era tanto el temor a la oscuridad que tejían que un personaje conocido como “De la’za’” que de camino a su casa tenía que pasar por ahí que solía gritar improperios contra su esposa, al llegar en medio del callejón en donde señoreaba otro de los pochotes, le daba tanto temor pasar bajo el árbol que cambiaba sus insultos por vivas a la virgen y a la santa cruz del cielo.
Curiosamente la representación estilizada de la ceiba o el pochote es en forma de una cruz verde como aparece en la lápida del sarcófago del Pacal, en el Templo de las Inscripciones de Palenque. Aún hoy los mayas denomina a sus cruces yucatecas como Yax che que es el nombre de la ceiba, cuyo nombre completo es Yax che-el Cab: el árbol verde o el primer árbol del mundo.
Como pueblos mesoamericanos los pueblos zapoteco y maya comparten muchas de sus creencias antiguas, como la de sembrar la ceiba en medio de sus pueblos, como lo constató Víctor de la Cruz en su libro El pensamiento de los Binnigula’sa’, quien documentó que en el pueblo zapoteco de San Bartolo Coyotepec, se erige una ceiba en medio del pueblo y que existieron otras cuatro más pequeños en sus cuatro costados ubicados en los cuatro puntos cardinales, como las cuatro ceibas que sostienen al cielo en la creencia maya.
En la cosmovisión maya la gran madre ceiba está en el centro del universo y atraviesa con sus ramas y hojas el plano celeste, su tallo o tronco el plano terrestre en donde está la vida por eso se llama también el árbol de la vida; y con sus raíces penetra el inframundo.
Sobre esta relación entre los dos pueblos, respecto al árbol sagrado Víctor de la Cruz plantea:
¿Es posible que los binnigula’sa’ pensaran como los mayas yucatecos y hubieran pronunciado palabras parecidas a las que siguen, cuando trasplantaron la la ceiba de su hábitat original a los valles Cnetrales de Oaxaca y la vieron crecer en el centro de sus comunidades? “Y se levantó la Gran Madre Ceiba, en medio del recuerdo de la destrucción de la teirra. Se asentó derecho y alzó su copa, pidiendo hojas eternas. Y con sus ramas y sus raíces llamaban a su Señor” (Chilam Balam de Chumayel).
La importancia de la ceiba en los pueblos mayas se registra por los soldados españoles en la primera batalla encabezada por Cortés en tierras mexicanas, como lo registra vez Bernal Díaz del Castillo en su libro Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, cuando los españoles entran al pueblo de Champotón luego de derrotar a los mayas del actual tabasco:
“Y allí tomó Cortés posesión de aquella tierra por Su Majestad y él en su real nombre, y fue de esta manera: Que desenvaina su espada, dio tres cuchilladas en señal de posesión en un árbol grande que se dice ceiba, que estaba en la plaza de aquel gran patio, y dijo que si había alguna persona que se lo contradijese, que él lo defendería con su espada”.
La importancia de la ceiba también fue vislumbrada por los primeros frailes, que se encargaron de infundir en el pensamiento indígena un miedo hacia lo que antes era sagrado relacionándolo con el mal, los mayas creen que la ceiba puede tragarse a un ser humano y los zapotecos la exorcizan pintando en su tronco cruces y echándole agua bendita.
Actualmente el árbol por sus enormes raíces, su gran tronco, la gran cantidad de hojas que tira y el abandono de la práctica de aprovechar su algodón para almohadas, la convertido en una molestia, que quita espacio a los patios en donde se prefieren tirarlo para aprovechar su espacio.
Organizaciones civiles como el Foro Ecológico tratan de conservarlo la siembran en sus viveros aunque lamentan que la gente no las quiera sembrar por los motivos citados.
El activista Elvis Jiménez como director de ecología hace algunos años realizó un arduo trabajo de defensa del árbol, llegando incluso a ser amenazado, sin embargo logró algunos triunfos como el que no se tirara la gran ceiba que se ubica en la calle Efraín R. Gómez que colinda casi con el río, en donde los dueños adecuaron la construcción de su edificio al árbol.
En el olvido progresivo de nuestras creencias antiguas está la extinción de estos enormes árboles, que tiene relación con nuestra esencia binnizá, que de seguir sucumbirá como aquella ceiba que acuchilló aquel primer invasor.

Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

Publicado hace

el

Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

Anuncio

Continuar leyendo

Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

Publicado hace

el

Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

Anuncio

El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

Continuar leyendo

Tendencia