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Cultura

Malintzin

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Tal vez haya nacido en 1501 en un pueblo cercano a Coatzacoalcos; hija de un rey que al morir o perder su trono, ella Malina es vendida como esclava a unos comerciantes que al paso del tiempo va a parar como esclava del señor de Centla, en Tabasco. Es así que el 14 de marzo de 1519, el señor de Centla al haber sido derrotado por Cortés, entrega ese día 20 mujeres, comida, mantas y algo de oro a Cortés; la futura Malintzin sobresale en este grupo de mujeres por su porte y belleza.

En la lengua náhuatl no hay consonante r, de modo que no pudieron los indígenas llamarla Marina, sino Malina; al paso del tiempo al ser ella la que escucha, traduce de náhuatl a maya; ser la que está de pie en los encuentros de los señores indígenas con Cortés, ser la que habla, pacta, acuerda. Cortés solo está en espera de lo que ella diga, traduzca a Gerónimo de Aguilar, aquel que viviera en Campeche como esclavo durante 8 años, terminando de aprender maya durante ese tiempo. Malintzin terminaron los indígenas llamándola al ver y sentir el poder que ella ya ostentaba a través del dominio de 2 idiomas indígenas.

La partícula Tzin denota en el idioma náhuatl signo de buena estirpe, señal de majestad y señorío; hasta un sesgo de divino. Como Tonantzin la diosa de la fertilidad; Cuitlahuatzin…Amigos, los españoles no pudieron pronunciar Malintzin, dijeron Malinche; es así por el hábito de pronunciarlo; se le llamó Malinche a Cortés. Y es así que en la captura de Cuauhtémoc en esa tarde del 13 de Agosto de 1521; él, el señor de México le pide a su captor Cristóbal de Olid: Llévame con el Malinche, es decir llévame con tu jefe Cortés – Olid al oír Malinche-, entendió de qué se trataba. Y ante Cortés ahí de pie doña Marina o Malina para oír al señor de México en esa tarde triste y aciaga. En esa noche llovió como nunca, Cortés se fue con ellos a Coyoacán donde vivía.

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Doña Marina llegaría a vivir en Coyoacán, su casa hoy en Higuera # 57, Col. La Concepción; es una casa de tezontle, ella la quería de color rojo y así se la construyó Cortés. Ellos vivirían ahí, se embarazaría y daría un hijo a Cortés, y éste le pondría el nombre de Martín. Sería tal vez el año de 1523 cuando nació Martín Cortés Malintzin; lo llamarían El Mestizo. El tiempo en su fluir inexorable se llega el día 12 de octubre de 1524; Cortés decide ir tras de Cristóbal de Olid, para ajustar cuenta con él, ya que decidió por sí sólo emprender una expedición por la región de las Hibueras, hoy Honduras. Obliga que lo acompañe doña Marina en este viaje; aquí mi asombro al imaginarme la distancia entre Tenochtitlan y las Hibueras, había que pasar por el actual Tonalà, Chiapas; atravesar entre San Salvador- actual-,y Guatemala. Llevan consigo a Cuauhtémoc y el señor de Tacuba, hasta llegar a la región llamada Alacán; donde Cortés da muerte a Cuauhtémoc y el señor de Tlacopan- Tacuba-, Tetlalpaquetzal.; la causa, que según ellos 2 planeaban una rebelión contra los españoles, aprovechando la presencia de los 3000 mexicas que los acompañaba en esa expedición.
El asesinato de Cuauhtémoc y el señor de Tacuba, ocurre el 28 de febrero de 1525. Los historiadores llamarían esta invasión de Cortés al mundo indígena, Conquista, y ellos conquistadores. El mundo mexica no había llegado a la era o edad del metal; el material que usaban era piedra, flechas, hondas, madera dentada para dar forma un arma con que herir al golpear con ella. La obsidiana en forma de espada era filosa; sólo que los españoles traían armas de fuego, ballestas rellenadas de pólvora, espadas, lanzas, perros, caballos. La astucia de Cortés de hacer alianza con los totonacas, tlaxcaltecas, y casi todos los pueblos ubicados a la orilla del lago de Texcoco. Estamos hablando de casi 200 mil guerreros indígenas aliados a Cortés. Luego la epidemia de virihuela de 1520-21; disminuyendo la población indígena.
Son estas las circunstancias en que cayó el gran imperio azteca. Los historiadores de esta invasión española, escribieron que fue por servir a su majestad y a Dios; hablando de lo salvaje de los sacrificios humanos de los indígenas y justificando el genocidio cruel de los españoles; y la pasividad, complicidad de casi todos los frailes de la religión Católica ante el trato injusto e inhumano a los indígenas. Los españoles tenían como Cortés lo dijo: una enfermedad que sólo el oro lo curaba.
Malintzin no tenía poder para influir sobre estas circunstancias, su don fue hablar 2 idiomas indígenas, la historia la puso en un lugar que cambió su situación de esclava a mujer libre y poderosa. Porque es la palabra dicha y las circunstancias la que da poder. En los dibujos o murales de hoy, ella aparece de imagen o figura más grande que Cortés. Aceptemos la imagen de esta mujer indígena, conciliémos nuestro espíritu mexicano en este mes patrio, con el símbolo emblemático y digno de doña Marina, mujer excepcional como dijera la historiadora norteamericana Camila Towsend.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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