Cultura
«Sólo somos palabra»: Editan al inglés primer libro bilingüe del escritor zapoteca Víctor Cata
Juchitán de Zaragoza.— “Escrito en zapoteco y traducido por el autor al español, Sólo somos palabra, la deliciosa colección de relatos de Víctor Cata, es un libro necesario. Necesario porque, sin la literatura de otras lenguas nuestras, el mundo literario mexicano vive tronchado, manco, tuerto”, así arranca el prólogo que la novelista mexicana Carmen Boullosa hace al libro We’re only words, versión al inglés del libro Nácasinu diidxa / Sólo somos memoria, del escritor zapoteca Víctor Cata.
Esta segunda edición del primer libro del escritor juchiteco es editado en inglés por la editorial Literalia, y lo sitúa en su sección de literatura de ficción indígena. La lingüista Rosemary Beam de Azcona fue encargada de esa traducción, con una presentación del académico Alberto Quintero Soriano, y un prólogo de la novelista Carmen Boullosa.
Para presentar el libro de su colega Víctor Cata, la también poetisa mexicana toma cierto extracto de su libro y lee: “Transcurre entre la casa y el monte, entre la aldea y el campo de cultivo, entre el humano y el diablo, el santo y el río, el árbol y el animal. Todo lugar, ser u objeto es de condición animada (“El cielo recogió su enagua de luciérnagas y apagó la luna”), respira de una atmósfera común, o no respira y se asfixia al unísono con sus pares.”
Por su parte, la editorial jalisciense que enmarcó esta traducción al inglés de la obra del escritor juchiteco señaló que los diez cuentos que integran We’re Only Words es un vistazo literario al mundo desde los ojos del pueblo zapoteca.
“Bellamente escritas, las diez historias que componen este libro narran el presente y futuro de los zapotecas, ambos tiempos habitados por el recuerdo de sus tradiciones. A pesar de su aparente particularidad, cada historia es una obra de extraordinaria universalidad y creatividad que nos recuerda continuamente que somos solo palabras; somos solo los recuerdos almacenados en la cabeza de otras personas”, expresó.
La primera edición del libro de Cata se publicó en el 2008, en una versión bilingüe (zapoteco-epañol) de la mano de la editorial Praxis. En esa primera edición de Sólo somos memoria —el cual ya se encuentra agotado—, la presentación estuvo a cargo del escritor Macario Matus.
Para esa ocasión, hace 13 años, el ahora fallecido escritor también originario de Juchitán, Matus, señaló lo siguiente: “Los abuelos viven contando historias, narrando testimonios escuchados , recreados o inventando nuevos escenarios y personajes para que la palabra no quede en el olvido y permanezca en un movimiento de péndulo perpetuo frente a la oralidad y la memoria…Víctor Cata es heredero palpable y fiel de dicha condición humana”.
La infancia de Víctor Cata estuvo marcada por el renacimiento cultural zapoteco. Desde pequeño vivió en un ambiente de oralidad, donde escuchó sucesos fantásticos, relatos presentes a cada momento en la vida cotidiana de los zapotecos. También tuvo acceso a los libros, y cuenta que un texto que lo marcó fue la obra más famosa de Rudyard Kiplin, El libro de la Selva.
Su formación académica comenzó con una licenciatura en Historia en la UNAM, siguiendo con una maestría en Lingüística Indoamericana en el Centro de Investigaciones en Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
Ha publicado dos obras en versión bilingüe (zapoteco – español) : Nácasinu diidxa / Sólo somos memoria y Libana, este último libro es una documentación de los textos rituales que usaban los zapotecos en las bodas tradicionales que tiene el mérito de mostrar en la traducción literaria la riqueza del lenguaje zapoteco.
También tradujo una antología de la literatura mexicana contemporánea del siglo XX al XXI llamada Ti be’za’diidxa’ xti’ binni Zaguita, publicada por la editorial El Ermitaño. Además, posee varias obras en prensa, como la traducción al zapoteco del cuento «Luvina» de Juan Rulfo, así como el cuento de León Tolstoi Cuánta tierra necesita un hombre, tomado de la versión de Telma Ancira.
Desde el 2012 hasta el 2017 fue invitado en repetidas ocasiones por el Instituto Smithsoniano para colaborar en un programa para el análisis de la lengua zapoteca en el Museo Nacional de Historia Natural, en Washington, D.C. También fue invitado por la Universidad de Yale y la Universidad Estatal de California en Los Ángeles para hablar sobre la literatura y la cultura zapoteca.
Fue ganador de la medalla Andrés Henestrosa otorgada por el Congreso Estatal de Oaxaca por su labor en defensa de la lengua y la cultura zapoteca. Tradujo el capítulo 40 del Quijote de la Mancha, mismo que apareció en el libro El Quijote Universal. S. XXI, editado por la Universidad Complutense de Madrid, en 2016.
En el 2019, la Secretaría de Cultura del Gobierno de Chihuahua le entregó el estímulo “Rai’íchali Tibúame, Guardián de la Palabra”, que por primera vez se otorga a un promotor de las lenguas indígenas ajeno a ese estado. Y en 2019 ganó el premio de Literatura Indígena Cenzontle 2019.
Cultura
Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024
Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.
Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.
En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.
El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.
Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.
Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.
Cultura
Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño
Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet
El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo, se torna, interesante para la mente infantil.
En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual, José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.
En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.
Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.
El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.
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