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Cultura

Isabel Quiroz obtiene el Premio Nacional “Teatro Testigo de la vida”

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* “Punkaland. La tierra prometida”, elegida entre 170 obras participantes.

* El Jurado aplaudió la convocatoria del Instituto Municipal de Cultura de Saltillo, Coahuila

El pasado 28 de noviembre la dramaturga Isabel Vázquez Quiroz fue determinada ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Saltillo 2020 “Teatro Testigo de la vida”.

Radicada y formada en Xalapa, egresada en Teatro por la Universidad Veracruzana, las raíces de la autora están en el Istmo de Tehuantepec y se han nutrido por diversos lenguajes e idiomas, como también la obra acreedora al galardón.

Punkaland es protagonizada por tres personajes que desde su niñez son “malvistos” por la sociedad conservadora que les rodea: Job, Zofar y Eli.

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Durante su camino en busca de su adultez, los tres habrán de refugiarse literalmente en una cueva de ancestral tradición para la región, una guitarra, una grabadora y un cassette de Johnny Cash.

Continuamente debaten la posibilidad de alcanzar sueños propios con sus vidas, o asumir los roles que, de acuerdo a lo que se espera de ellos en el lugar, no requerirían ningún cuestionamiento.

Entonces la tierra se estremece con un quejido (el terremoto del año 2017), se fragmentan las columnas sociales, se catalogan los saqueos, se miente como recurso oficial y aquellos entes que se saben marginados suelen peligrar más mientras sus vidas importan menos.

“El texto premiado es arriesgado, profundo y provocador para su puesta en escena, porque logra la conjunción de culturas tan disímbolas como la zapoteca, punk y country”, firmó en su dictamen el Jurado, integrado por Fernando de Ita, Rocío Galicia y Cutberto López”.

CONCURSARON 170 OBRAS

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Reunidos por plataforma digital con la ganadora en presencia Notarial, tanto jurado y los organizadores del Premio “Teatro Testigo de la vida” agradecieron el concurso de 170 participantes de todo el país “que utilizaron el teatro para dar su visión de la vida en pasado, presente y futuro”.

Fernado de Ita, Rocío Galicia y Cutberto López aplaudieron que este Premio Nacional de Dramaturgia surja de un municipio: “son estas entidades de gobierno las que generalmente menos atienden las necesidades culturales de la población, por lo que el jurado invita al Ayuntamiento de Saltillo para que haga permanente esta iniciativa que contribuye al desarrollo del arte mexicano.

Ahora que nuestra vida pública y privada ha sido modificada por la Covid, el arte de contar historias reduce la distancia que nos separa. Por eso afirmamos que la cultura no es un gasto, sino una inversión para el bien común”.

Destacaron la recurrencia temática en cuanto a violencias “en general y de género en particular”, los efectos presentes de la Pandemia y la emigración, especialmente la centroamericana como parte del imaginario colectivo de los creadores participantes, que fueron equiparados por el jurado como “navegantes”.

Y en ese “mar de letras”, Punkaland. La tierra prometida de Isabel Vázquez Quiroz recibió por unanimidad el Premio Nacional de Dramaturgia Saltillo 2020 “Teatro Testigo de la vida”, señala el Acta de jurados (con una peculiar anotación al título de la obra):

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“Encontramos una voz singular, capaz de crear una poderosa obra de ficción que provocó el entusiasmo unánime, a pesar de su título.

… por focalizar la mirada en personajes que desde las periferias, se presentan para reclamar un lugar en el teatro mexicano. Asimismo se valora la propuesta lingüística articulada a partir del uso del español, el zapoteco y el inglés, para mostrar la complejidad identitaria, fraguada en un sector emergente de la población juvenil”.

PUNKALAND. LA TIERRA PROMETIDA

Al enterarse del dictamen y dialogar con el jurado, comité organizador y Licenciada Notarial, la autora se mostró emocionada especialmente por los motivos expuestos para su reconocimiento, pues precisamente es el juego de los lenguajes verbales uno de los mayores divertimentos en su proceso creativo.

La sonoridad rítmica le es siempre atractiva, y en este caso, las voces de un idioma particular en esta obra a partir de sí, tres lenguas en general, pero asimilados en una muy peculiar cotidianidad expresiva que dibuja los paisajes de Tehuantepec, Oaxaca, como escenario de la obra.

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En Punkaland. La tierra prometida, Isabel Quiroz hace referencia a los cuestionamientos y decisiones de fe que debe enfrentar el personaje bíblico Job; quien tras continuas calamidades duda si su Dios se ha transformado, de ser su Creador y Salvador, a su enemigo.
Cabe destacar que éste es el segundo trabajo premiado de Isabel Quiroz en que dedica su pluma a la que considera su “tierra entre nubes” (denominación originaria en zapoteco de la región, Guizii), siendo La vida extra y ordinaria de Filomena Jiménez acreedora al estímulo PECDA VERACRUZ XXII y recientemente seleccionada para participar en la próxima Muestra Estatal de Artes Veracruz.

La Premiación de “Teatro Testigo de la vida” se realizará de manera presencial próximamente en las instalaciones del convocante Instituto Municipal de Cultura de Saltillo, Coahuila, donde también se editará el texto para su publicación.

Sobre el título de su obra, Isabel Quiroz se mostró muy agradecida y respetuosa con todos los comentarios del Jurado y bromeó: “Total, así es el punk, siempre han dicho que suena feu”.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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