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Cultura

GUIE’XHUUBA, EL ‘JAZMÍN DEL ISTMO’

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Existe una flor enigmática, harto especial, con la que los zapotecas istmeños, particularmente juchitecos, tehuanos y samblaseños, nos sentimos muy orgullosos. Se llama Guie’xhuuba, cuyo significado causa especulación: ‘Flor de maíz’, ‘Flor que se desgrana’, ‘Flor poderosa del inframundo’, ‘Flor que vibra en la sepultura’.

Tiene la peculiaridad de ser enteramente doméstica; es decir, no puede reproducirse sin intervención del ser humano.

Se encuentra mayoritariamente en la Planicie Costera del Istmo de Tehuantepec, donde una familia juchiteca se encarga de su reproducción.

Es considerada sagrada, por lo que sus flores se llevan a las sepulturas, digbifican los altares en hogares y templos, además de que se consideran los mejores adornos para el tocado de la mujer zapoteca.

Su flor es muy olorosa, por lo que también se ha utilizado para aromatizar cigarrillos o sahumerios.

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Nadie sabe, sin embargo, desde cuándo apareció, ni el momento en que fue domesticado tal árbol, también denominado ‘Jazmín del Istmo’.

Los abuelos contaban, sin embargo, que los antepasados solían entregarlo en obsequio a las poblaciones aliadas. Por ello se encuentran en atrios de templos de lugares con los que los zapotecas istmeños guardaban relación comercial, política o religiosa.

En Valles Centrales de Oaxaca existen unos Guie’xhuubas centenarios en el poblado de Huayapam. También existe un ejemplar en
Santa María Nativitas Coatlán,
poblado mixe enclavado en la sierra, camino a Ixcuintepec.

En tiempos coloniales, un fraile proveniente del Istmo llevó un Guie’xhuuba a la ciudad de Guatemala, hoy Antigua, donde se generó una curiosa historia que ha viajado hasta Tenerife,
España. Dícese que el religioso plantó un bastón en el atrio de la Catedral, del que luego brotaron flores únicas en toda Centroamérica. De un Guie’xhuuba se trata, aunque guatemaltecos y españoles ignoren su verdadero nombre.

Se tiene registro de conflictos bélicos entre aztecas y zapotecas durante la fase de expansión de la Triple Alianza. Se refiere que los mexicas se llevaron un árbol de Guie’xhuuba para ser sembrado en el jardín botánico de Moctecuzoma, Huey Tlatoani de México-Tenochtitlan. Sin embargo, tal proyecto fracasó porque es imposible de transplantar.

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De tal flor quedó el recuerdo en el nombre de un poblado zapoteca fronterizo: Xochitlan, Juchitán, ‘Lugar de flores’. Probablemente por la abundancia de este tipo de árboles. En idioma zapoteco, el pueblo se denominaba Ñeguiigu’, ‘Pie del Río’.

Un intelectual binnizá afirmó que al Guie’xhuuba se le conoce en lengua náhuatl como Izquixóchitl, lo que es inexacto, ya que tal planta se corresponde al árbol florido denominado Guirisiña, que en poco se parece a la planta en cuestión.

¿Cómo lograron los antiguos binnigula’sa’ hacerse de este árbol? Es un enigma. Pero existe una relación íntima entre estos ejemplares y los zapotecas contemporáneos que, se encuentren donde se encuentren, procuran llevar consigo un ejemplar, cuyo origen geográfico pregonan a los cuatro vientos: el Istmo de Tehuantepec, en la Patria Zapoteca.

Por ello, donde haya un Guie’xhuuba seguramente habrá una familia juchiteca o istmeña que, con sumo respeto, la sembró. Por tal razón, recomiendo a los poblados que tengan la dicha de contar con un ejemplar de este árbol, que lo cuiden y lo rieguen. Es único en el mundo.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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