Cultura
Didchazaa: El zapoteco
Dijera en su poema El zapoteco, Gabriel López Chiñas: “lengua que me da la vida, lengua que morirá el día que muera el sol”. R’inié didchazaa- hablo zapoteco -; quien habla zapoteco es un ser inteligente, pareciera que el idioma en sí mismo guarda esa inteligencia con que le dieron origen sus antepasados indígenas al formarlo dejaron en ella la luz de la inteligencia en sus enlaces lingüístico que dota a sus hablantes. Guenda biá’ni es inteligencia en zapoteco.
Fue un acierto que Martín Chacón cantara los poemas de Gabriel López Chiñas, con guitarra y marimba usted puedes escuchar antes que salga el sol, a lo lejos puede al mismo tiempo oír el canto de las aves entre los ramajes tupidos de los árboles: “El rapto”, “Desfile de flores”, “Muchachita consentida”, “Xhilase” – nostalgia, tristeza- ; “Van a la bendición”, “Mi abuela”, “El Zapoteco”…Despertar oyendo música es un deleite, es hasta de buena suerte. Relaja las tensiones, desestreza, alivia pues el alma. Martín Chacón es hijo de don Martiniano Chacón, quien nació en Zachila- de él oí decir que Zachila – están completos los diéz…Izaachilaa- . En este pueblo de Oaxaca nació el autor de Nereidas Amador Pérez Dimas. El Profr. Martiniano Chacón llegó a Juchitán porque aquí le radicaron su adscripción como profesor. Con el tiempo se casó con Margarita Pineda, tuvieron hijas como Alba Chacón quien se casó con ese gran poeta costarricense Alfredo Cardona Peña – ella doña Alba murió muy joven-, habiendo tenido la feliz pareja dos hijos: Alfredo – pintor- y Nora Cardona por cierto muy guapa que parece que vive en EU. Alfredo y Nora fueron muy amigos de mi primo Miguel Saynes Sánchez- a quien deseo su pronto restablecimiento- de donde pude conocer con el tiempo más a Alfredo Cardona, un hombre noble, generoso y que habla zapoteco, donde reafirmo que la lengua es materna; se mama de la madre.
Volviendo al Profr. Martiniano padre del cantante Martín Chacón, vivió siempre en Juchitán sobre la calle Hidalgo casi con 5 de Mayo. Él es padre del poeta Nazario Chacón, que frecuentó de joven la casa de Frida Khalo en Coyoacán donde ella vivía con su esposo Diego Rivera. Es posible que de ahí lo animaran a publicar sus poemas. Uno de ellos conocido, “La canción de mi sangre”. Sólo que a mí me gusta mucho su poema “Para construir una morada”: “esta tarde está lloviendo sobre el valle de México, Lorenzo” – dedicado al arquitecto juchiteco Lorenzo Carrasco, constructor de la embajada de México en Japón; inaugurado por el presidente don Adolfo López Mateos- . Una tarde en mi juventud invitado por mi gran amigo Enrique Chacón – hijo del poeta Nazario-; que fuera a su casa para oír a Lorenzo Carrasco cantar tocando magnífico la guitarra. Una tarde inolvidable de lluvia en la colonia petrolera de Azcapotzalco en la CDMX. Es un gesto que agradezco a Enrique y el hecho de compartir su conocimiento de música diversa desde la de Brasil, Argentina terminando con la salsa en sus inicios con Jhony Pacheco, Tito Puente, Barreto, Yomo Toro, los cantantes Cheo Feliciano, Ismael Miranda, Héctor Lavoe…Esa tarde pues vi, oí al arquitecto Lorenzo Carrasco y al poeta Nazario Chacón – cuya voz era de poeta, como también la voz de Alfredo Cardona Peña -. Ahora bien, mis amigos, Gabriel López Chiñas era licenciado en derecho por la UNAM; fue profesor en la Escuela Nacional Preparatoria. Donde lo fue también el gran orador Alejandro Gómez Arias – novio de Frida Khalo quien lo acompañaba cuando sufrió el fatal accidente en el tranvía.
Gabriel López Chiñas fue director de radio UNAM; y para la lengua zapoteca dejó sus poemas ya referidos que hoy viven en la voz de Martín Chacón; a él junto con su hermano Nazario pasamos un año nuevo aquí en Cheguigo invitados por Enrique; que fue nuestro invitado de fin de año aquí en Juchitán por varios años, junto con su esposa Alejandra. Una vez en la mañana tuve la inesperada visita del poeta Nazario Chacón aquí en la casa en Juchitán. Me dio gusto verlo, vamos a la huerta le dije y ahí nos sentamos debajo de un enorme mangal; no bien nos sentamos cuando el poeta vio un Six de cervezas, todavía amarrados a su cinta de plástico. El poeta me vio asombrado diciéndome: “veo que tú árbol además de dar mango también da racimos de cervezas”. Era tiempo que la huerta tenía cerco de ramas; ¡donde jóvenes fácil! Entraban a compartir al entrar la noche. Dejando así las cervezas de lata que luego luego compartimos con gusto y con plática amena del inolvidable día que hoy es un recuerdo de caracol que se convirtió en polvo girando hacia el sur en el devenir de los tiempos. Amigos, gracias. Cuídense!
Cultura
Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024
Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.
Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.
En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.
El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.
Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.
Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.
Cultura
Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño
Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet
El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo, se torna, interesante para la mente infantil.
En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual, José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.
En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.
Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.
El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.
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