Conecta con nosotros

Cultura

Convite floral y regada de frutas

Publicado hace

el

En la casa del mayordomo se reúne toda clase de público. Todos llevan sus pequeñas aportaciones y reciben un exquisito y sabroso buppu (espuma), una bebida que se hace con flores secas de guiexhuuba, caco, panela, otros ingredientes y atole blanco. Se sirve en un a jícara nueva de morro. La historia cuenta que Moctezuma II hacía de ella su bebida predilecta.

Las carretas que han de participar en el convite se acercan desde la mañana a la casa del mayordomo y las adornan las muchachas del barrio con arbolitos de plátano, flores frescas de coyol y con verdes palmas de sauce. Las ruedas se pintan de blanco y sobre ellas se ponen leyendas alusivas, como, “Viva san Vicente Ferrer”, “Viva la Vela Grande”, etc.
A las tres de la tarde llega el niño capitán de las fiestas acompañado de sus charros. A las tres y media se anuncia la soberbia capitana, acompañada de bellas muchachas, ataviadas con sus trajes bordados, luciendo sus ricas alhajas de oro. A las cuatro se presentan los pescadores, precedidos por un trío de música regional, compuesto de flauta, tambor y carapacho de tortuga, que se toca con un cuerno de venado.

Después de haber tomado los pescadores su chocolate con pan, principia el animadísimo convite con un desfile que se ordena de esta forma: despuntando una veintena de carretas enfloradas, y tiradas por pacientes bueyes que llevan adornos en el cuello y en las astas, cadenas y flores de papel. En algunas de las carretas van los fuegos artificiales, cohetones de luz, arbolitos y castillos de mucho costo, que han de ser quemados a la hora de la misa y después de la consagración. En las otras van las muchachas y las señoras jóvenes, también luciendo sus alhajas y trajes. En el trayecto van tirando y repartiendo frutas, dulces y juguetes. Sigue la música autóctona regional, que equivale a la chirimía y al teponaxtle de los aztecas con el agregado de su carapacho de tortuga, tocando resonante marcha aborigen, como Beere lucaandá (ave miope llamado correcaminos) o cualquiera otra marcha semejante. Luego, siguen cincuenta hombres del pueblo marchando de ocho en fondo más o menos. Unos llevan grandes cirios; otros fragantes macetones de flores de coyol que aroman el ambiente. Sigue la banda de música tocando otra marcha. Después el elegante carro alegórico en que va la reina de las fiestas primaverales con su corte de honor y más carros alegóricos repletos de lindas muchachas que van tirando frutas.

La capitana de las fiestas lleva primorosa bandera de seda extendida, en la que va impresa o bordada una leyenda alusiva y la imagen del santo que se festeja así como el nombre de ella. La acompañan todas sus muchachas festivas en formación de ocho de fondo, luciendo trajes de variados dibujos bordados primorosamente, con los blancos holanes plisados y tiesamente blanqueados con almidón, faldas que van crujiendo y barriendo el suelo como el murmullo de la palmera impelida por suave brisa. Se ponen en la cabeza hermosos jicalpextles sostenidos en equilibrio, llenos de fruta, dulces, juguetes y de banderas de papel. Algunos de los jicalpextles van adornados con pequeños globos de colores, que se columpian al capricho del viento. Las señoras jóvenes, alineadas también, llevan lujosos floreros, azucenas, nardos plantas con hojas de colores, que han de servir para el adorno del altar a la hora de la misa. Sigue el niño capitán de la fiesta, luciendo su bandera también, acompañados de sus charros, quienes van marcando el paso de sus corceles. Sigue el grupo de las muchachas del pueblo, limpiamente vestidas con ropa sencilla, representando la parte más autóctona.

Anuncio

Por último, termina la comitiva con un centenar de pescadores, que tienden diestramente sus atarrayas sobre los grupos que van en el convite y sobre la gente que presencia el desfile, que se agrupa a la orilla de la calle. En algunas ocasiones, el aventar de las atarrayas es tan nutrido por la mucha alegría que reina que los atarrayeros se pescan entre sí., pero gracias a su rara habilidad en el manejo de esta red nunca se enredan. Recogen sus atarrayas y continúan su marcha para ir pescando más, mientras la gente que quiere ser pescada permanece esperando a los nuevos atarrayeros que se vienen sucediendo, para lograr sentir las caricias de las blancas redes de hilaza. Las muchachas apasionadas en esas redes, recuerdan a la princesa de la leyenda que las convierte en nubes blancas cayendo una tras otra en el mar, satisfechas de su amor, porque ya saben que han de ser elegidas como esposas por el galán que las espera dentro del agua.
Las orillas de las calles que recorre el desfile se inundan de espectadores del pueblo, de todas las edades, porque a él concurren visitantes hasta de los pueblos vecinos.

Después de recorrer el convite las principales calles de la ciudad, se encamina al templo de San Vicente Ferrer, en donde se dejan las flores, los cirios, los floreros, los fuegos artificiales, las verdes ramas que venían adornando las carretas para la preparación de la misa. Las carretas, ya desmanteladas, se regresan a las casas; pero los carros alegóricos, el niño capitán, la capitana y la concurrencia, se dirigen de pues al Palacio Municipal y desde sus balcones empiezan a arrojar frutas, dulces y juguetes al pueblo que se encuentra amontonado abajo. Suele suceder que esto se inicie desde las torres del templo y en el trayecto por los que han ido montados a caballo.

¡Cuánta alegría, regocijo, satisfacción y contento se nota por todas partes durante esta festividad! A San Vicente Ferrer le han ido a ofrecer en esta ocasión, con adoración, lo obtenido de la agricultura, proponiéndose, como resultado de la armonía de su catolicismo pueblerino estar más unidos, ser más sociables, pero ante la vista del observador desfila un espectáculo de verdadera leyenda, que se graba por mucho tiempo en el recuerdo.

 

Tradiciones y Leyendas del Istmo de Tehuantepec. Gilberto Orozco. Revista musical mexicana 1946. Pp 106 -109

Anuncio
Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

Publicado hace

el

Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

Anuncio

Continuar leyendo

Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

Publicado hace

el

Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

Anuncio

El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

Continuar leyendo

Tendencia