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Cultura

El día de la mujer

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Ayer 8 de marzo se celebró el día de la mujer, hoy no se trabaja por ese motivo.

Quién sabe si abrirán los Bancos, no hay escuela. Bien, en mi caso que nací en Juchitán, que vi a mis abuelitas de enagua y de huipil, las 2 hablaban zapoteco. Mi abuela materna doña Adela Pineda, era una mujer trabajadora, nunca se separó de su marido por ningún motivo. Platicaban mucho por las tardes, y como tuvieron su casa entre Efraín R. Gómez e Independencia, es decir la cuarta sección, de modo que de tarde en tarde se oía música porque alguien iban a enterrar en el panteón Domingo de Ramos, y el camino de dicho funeral era sobre la calle Efraín R. Gómez.

No olvido que mi abuelo Antonio Jiménez, ellos dos sentados a la sombra de una acacia- yáaga guicha’huéla-; le preguntaba a su esposa quién iban a enterrar. Como mi abuela iba todos los días al mercado, y es en este lugar donde se difunden las noticias; de modo que estaba enterada de quién había muerto. En el mismo mercado había un pregonero, era un chaparrito que vestía cotidianamente guayabera blanca, sombrero de cacarizo; se subía en una caja que él portaba para tener más altura y a través de un cucurucho metálico, agarrado de su asa, anunciaba la noticia o pregón dentro del mercado. Así supo Teca, hija de Víctor Moro que se casaba en aquel sábado, porque su abuela Na Guaáda Milia así lo había acordado con un ingeniero teco de Pemex. Ella me contó esa anécdota. Y virando un poco el tema, algunas señoras en otro tiempo iban al mercado con enagua de holán, como quien hoy va a una fiesta.

La mujer juchiteca antigua estuvo haciendo unidad o fueron Uno, sólo en el matrimonio. Ni uno de los dos pensó en divorciarse. Juntos en el trabajo, educando a sus hijos; construyendo su casa, y tclaro! No había tantas pachangas, no había tele, no había luz eléctrica, no se conocía el plástico, no había Kleen Bebé, que hoy las mujeres tiran por donde quiera. Había que lavar los pañales de manta para el bebé. ¡Natural! Que el dinero valía, la mujer no tenía que cumplir con un horario de trabajo en una empresa. Y las de hoy ofrecen salario de hambre para hombre y mujer. La mujer es la guía en el hogar, educaba a sus hijos. Preparaba la comida, y si vendía en el mercado, programaba su tiempo para dar servicio a su casa.

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Juchitán no estaba poblado, todos nos conocíamos; era época en que el hombre ganaba su alimento con el sudor de su frente; no había escuelas particulares; todos íbamos en escuela de gobierno. No había drogas, nuestro río era de agua limpia, y de ahí se surtían algunos aguadores para vender en latas el vital líquido. El desorden social vino cuando el dinero ya no alcanzó. Cuando hizo su aparición la tele; sus comerciales, sus temas que no fueron para integrar la familia mexicana, sus anuncios de bebidas azucaradas, y alcohólicas; dejamos de beber agua, de comprar tortilla de kilo, de abandonar nuestros cultivos y el campo mismo. A no comer calabaza que todo campesino tenía en su troje. Ha disolvernos, a perder la presencia de nuestra madre en la casa, porque se fue a trabajar para completar el sustento. Ahí perdimos todos, ahí nos desunimos, ahí empezó el abandono. Así perdimos todos al perder nuestra madre ante la pobreza material que nos condujo el gobierno desde Echeverría- 1970- 1976-, hasta este último que se fue. Dejamos de creer en la familia, en nosotros mismos, perdimos la guía espiritual de la mujer, así fuimos abandonados al desorden social o entropía social que hoy vivimos, tirando basura por dónde vamos. Comprando Coca Cola grande a la hora de comer, comiendo sopa Marucha con limón, y no queriendo trabajar, sin ánimo de ir a la escuela cuando hay clases. En fin un abandono por falta de madre, y un desplome en la salud porque al bebé se le negó leche materna, fuente de vacuna para cualquier virus. Amigos, la mujer en Juchitán es guía en el trabajo y en el hogar. Es nuestra madre que adoramos, es la representación de Dios en el planeta. Felicidades! A las mujeres. Buen inicio de semana mis amigos. ¡Suerte!

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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