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Identidad y caciquismo: El caso del General Charis

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Nadie vive fuera del tiempo, no hay sociedades sin historia. Lo que viven los hombres es parte de la historia, de su presencia en el tiempo; porque el tiempo es historia y nadie vive fuera del tiempo, no hay sociedad sin historia como ha pretendido que sea el caso de las sociedades indígenas mal llamadas primitivas o carentes de registro escrito. Estas también tienen historia; pero no porque las fuerzas económicas liberadas en Europa a partir de 1400 las hayan arrastrado <<a participar en la construcción de un mundo común>> y las hayan hecho participar en la historia universal – como propone Eric Wolf1 –; sino que tiene su historia propia frente a la europea.

Del hecho de vivir en el tiempo se puede tener una idea o concepción lineal como en las sociedades occidentales o una concepción cíclica, como en las sociedades indígenas mesoamericanas; pero todos estamos insertos en el tiempo y este hecho lo registra nuestra mente, aunque no siempre lo tengamos a nivel de la conciencia. Para algunas sociedades, como los zapotecos del Istmo (binnizá), este fenómeno se divide entre un tiempo social que no tuvo principio, pero tampoco tendrá fin; y un tiempo individual que sí tiene principio y fin inscrito de ese tiempo o historia social.

En la lucha histórica de los zapotecos del Istmo por conservar su forma de ser o identidad, cuando la situación opresiva se volvía intolerable, aparecía o hacían aparecer al líder que los había encabezar en su lucha contra la historia opresora de los colonizadores y quienes representaban la concepción occidental del tiempo, porque irrumpía en el tiempo de ellos, oprimía la historia indígena. A mediados del siglo XIX, al crearse el estado federal, fue héroe mítico Che Gorio Melendre2 quien debió encabezarlos contra la intromisión de la historia extranjera del recién creado Estado de Oaxaca en sus espacios de vida. En 1911 el turno fue de Che Gómez3, el hombre que se volvió leyenda viviente para llevarlos a la lucha contra la opresión del colonizador que interfería en su tiempo, en su historia y que en ese caso era representado por el hijo del benemérito Benito Juárez, contra quien había luchado con Che Gorio Melendre; es decir Benito Juárez Maza, representante de los intereses de la sociedad nacional y el renacimiento del mal para ellos.

Una vez asesinado el héroe, por su disposición expresa y preventiva, al frente de los zapotecos rebeldes quedó Felipe López; pero muerto éste en combate en La Concordia, Chiapas4, hacía donde lo habían llevado para guerrear a cambio de la garantía que les daban cuando tuvieron que rendirse, le toco su turno a uno de los soldados de aquél; le tocó el turno de Heliodoro Charis Castro. Podríamos decir que colonizadores, miembros de la sociedad nacional, e indígenas eran contemporáneos en dos tiempos distintos, en dos historias que se enfrentaban, porque una, la extranjera, quería someter a la indígena –para los binnizá como se llamaban así mismo en su lengua los zapotecos, extranjero es aquel que no habla una lengua indígena.

Charis fue llamado cuando los carrancistas les hacían la vida imposible a los zapotecos. Un mayor, jefe del destacamento carrancista, llamado Antonio Luna Morales, les hacía la vida imposible a los juchitecos – pero había otros en los otros pueblos cumpliendo el papel de Luna Morales -, porque según este carranclán los juchitecos, los zapotecos debían ser <<civilizados>>; es decir quería inculcarles las formas de vida occidental que él llamaba <<civilización>>, aunque fuera a fuetazos; ya que consideraba este instrumento para caballo su auxiliar didáctico. Esto significaba la intromisión de otra historia en su tiempo, en su historia, que es su identidad, para entrar a la historia ajena, la occidental, a lo cual se negaban como ya lo habían hecho antes.

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Entonces apareció o hicieron aparecer a Charis quien venía de una familia desintegrada y no había ido a la escuela; y por eso se había educado de acuerdo a los valores de la cultura zapoteca, tanto de Juchitán como de Tehuantepec, donde vivió parte de su niñez; pues este exsoldado de Felipe López resultó el indicado para continuar la lucha. Lo encarcelaron y le exigieron determinadas armas, que si él no sabía dónde estaban guardadas, sí lo sabían los viejos: en las milpas, entre los árboles viejos o en los troncos huecos de los mismos. Y con esas armas viejas se lanzó al monte seguido de unos pocos hombres todavía, para combatir a los carrancistas bajo la bandera del Plan de San Vicente, el patrón de Juchitán, exigiendo la salida de los destacamentos de aquellos de las tierras zapotecas; es decir las tierras de Tehuantepec y Juchitán, luchando por la independencia del Istmo respecto al Estado de Oaxaca5.

Contaba el sargento Juan Martínez Gallegos, que los siguió al principio por los ideales y después por los jornales:

El general Charis cuando hizo su carrera la hizo de rebelde. Como entonces había dos partidos; siempre el partido rojo odiaba al partido verde. Fue entonces cuando ya hubo un problema con los rojos, ya persiguieron a Charis para matarlo, pero él huyo. Después lo agarraron, lo encarcelaron, le pedían armas; él contesto que no las podía entregar porque está en la cárcel. Pidió que lo pusieran en libertad para buscar las armas y entregarlas; en buscarlas y entregarlas, él salió (de la cárcel y se alejó)6.  

La versión de uno de los contarios de Charis es la siguiente:

…en 1919 tuvieron lugar las elecciones municipales en Juchitán. Charis simpatizaba con uno de los candidatos…

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Charis y los otros, a catorrazos y como pudieron se llevaron las ánforas… el caso es que con todo y el robo de ánforas triunfó la planilla contaría a las simpatías de Charis, y el nuevo presidente municipal al tomar posesión, lo denunció con el jefe de la guarnición y aquél decidió aprenderlo7.

Cualquiera de las dos versiones sobre el origen de la persecución de Charis en la época del carrancismo que sea verdadera o incluso en el caso de ambas fueran complementarias, el caso es que después de haber sido soldado supuestamente desertor del ejército federal, este hombre que se dedicaba a la cacería fue perseguido y lanzado al monte, donde por necesidad de procurarse sus alimentos o por razones políticas pudo haberse dedicado a cierta forma de bandolerismo, a fines de los años diez, según un testimonio de uno de sus adversarios contemporáneo, el mayor Justo Pineda. Su caso es ilustrativo de la afirmación de Hobsbawm, respecto a los campesinos lanzados fuera de la ley y que pueden quedar en simples bandoleros o llegar a ser caudillos que encabezan una etnia, como fue el caso de Charis. A propósito del bandolerismo en cereña, Hobsbawm transcribe un párrafo que resulta de aplicación general para explicar cómo empieza su carrera un bandolero.

casi siempre con algún incidente, que por sí no es grave pero le hecha fuera del bando: un cargo de origen policiaco por alguna infracción, y encaminado más contra su persona que a sancionar un delito; un falso testimonio; un error o una intriga judiciales; una sentencia injusta a confinamiento, o una sentencia de este tipo considerada injusta por el interesado8.

La hipótesis sobre los orígenes del general Charis como un cabecilla de campesinos pobres –no siempre dedicados a actividades licitas- es sostenible a la luz de las informaciones que nos aportan los testimonios de la historia oral.

Los rojos o progobiernistas, aliados, con los carrancistas combatieron a los rebeldes durante tres meses por todas las tierras bajas del Istmo; pero fueron derrotados en Xadani el miércoles santos de 1920 en una batalla, decisiva para que el cinco de mayo del mismo año los rebeldes ocuparan victoriosamente la capital de los zapotecos del sur: Juchitán. Los rebeldes seguidores de la lucha de Che Gómez, también llamados verdes, porque era el color del monte en donde vivían, no tenían nada que ver con el Plan de Agua Prieta por el cual en otras partes del país se estaban peleando; pero los sonorenses del plan sí se aprovecharon de ellos e inmediatamente los llamaron para controlar la región del Istmo y la costa chiapaneca a favor de su causa.

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Una vez que triunfó el Plan de Agua Prieta los norteños integraron a los soldados zapotecos, encabezados por Charis, a su ejército. Mandaron a traer a Charis y a sus jefes y oficiales para integrarlos formalmente en el ejército. Allí fue donde Charis empezó a dejar de ser el caudillo de los zapotecos para empezar su brillante carrera militar que lo alejaría de la causa de su pueblo. Y es lo distanció de parte de los hombres que se habían levantado en armas por el Plan de San Vicente. Quienes fueron sus segundos en el mando, como Pedro Trinidad Martínez, Juan Pablo Jiménez, el intelectual que había redactado el Plan, y su compañero Cándido López Lucho, se fueron alejando de él. Cuenta el escritor Andrés Henestrosa una anécdota que ilustra cómo hasta su perro lo desconoció, cuando regresó después de que viajo para entrevistarse con el general Joaquín Amaro, bajo cuyo mando iba quedar adscrito su batallón.

El vino aquí a México y fue a ver a Amaro y el grado de división que tenía se redujo a general brigadier. Y To Moro – que no tenía por qué conocer a Homero, ni la Ilíada ni la Odisea – me contó una cosa que está…El perro de Ulises se muere cuando ve a su dueño volver. Cuando Charis vino a México de huaraches, de camisa, de calzón de manta y volvió uniformado, el perro al verlo murió. Eso ha ocurrido en otras historias, en las Mil y una noches: el perro de Ulises se muere. Eso me lo contó To Moro: Cuando él volvió ya uniformado, con los botones de oro; el perro al verlo empezó a aullar y quedó muerto9.

A partir de ese momento pienso que empezó la ruptura del general Charis con el proyecto histórico zapoteco, que él había heredado o que las circunstancias le habían impuesto. A partir de este momento vería a los hombres de su pueblo, a los indígenas del Istmo, más como fuentes de hombres valientes para ser incorporados al ejercitó federal que como hermanos de una causa común, cuando los objetivos por los que iban a pelear ya no importaba ni os conocían. Toda la tradición de lucha de los zapotecos del Istmo pierde su sentido y siguen a su paisano que es su jefe, porque este manipulaba su identidad de zapoteco, de juchiteco. Aunque ellos en los campos de batalla gritaban: ¡Viva Juchitán!¡Viva padre Vicente! La causa por la que peleaban ya no tiene nada qué ver con Juchitán. Ya es sólo la manipulación del nombre de Juchitán por su jefe; pero ya no peleaban por la defensa de las salinas, las tierras comunales o la autonomía municipal. Los sonorenses en el poder lo utilizaron para sus propios fines a cambio de un salario.

No se puede establecer con exactitud cuándo el general Charis empieza a dejar de ser caudillo de los zapotecos rebeldes y comienza a formarse como cacique; porque el surgimiento y consolidación de este actor social es resultado de la conjugación de los dos procesos históricos enfrentados y no el resultado de un hecho temporal instantáneo. El hombre empieza a olvidar el tiempo de sus antepasados, la concepción histórica y el ritmo temporal de los binnizá para empezar adoptar el ritmo del tiempo y la historia en los términos de los vencedores. Por eso cuando le quitan el mando de tropa en Querétaro, en el mes de junio de 1931, su pensamiento ya no es el del caudillo de un proyecto histórico que le habían encargado sus antecesores defender. Tal vez regresa a Juchitán pensando que tiene el tiempo contado y quería aprovecharlo acaparando poder económico y político para compensar la pérdida de su poder militar en el ejército.

En 1935 es electo presidente municipal de Juchitán cuando ya se había reconciliado con sus enemigos los rojos y se había hecho socia de algunos de ellos en negocios no siempre claros – y se casa con la reina de las fiestas de mayo del lugar. Lo grave, sin embargo, no fue olvidar las diferencias entre quienes representaban la tradición de la resistencia y la lucha –los verdes- y los rojos que representaban la modernización, asociados al poder político en el Estado, inspirado en intereses ajenos a la causa de los indígenas. Lo grave fue su asociación con los hombres experimentados en la explotación de los indígenas, para acaparar productos como el maíz y el ajonjolí; que al, parecer eran los mismos que se habían apropiado de las salinas, tradicionalmente de la comunidad y defendidas juntos con las tierras comunales durante siglos por los zapotecos.

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El teniente retirado Ruperto López –quien participó en la batalla decisiva para vencer la rebelión de los huertistas en Ocotlán, Jalisco, el 9 de febrero de 1924 en el 13/º batallón comandado por el general Charis y después fue subcomandante de la defensa social de la colonia agrícola militar Álvaro Obregón, fundada por el general Charis en 1921 y refundada el 27 de mayo de 1930- cuenta las consecuencias de la asociación del general con sus antiguos enemigos, los rojos, lo cual fue importante para la consolidación de su cacicazgo:

El día que se debía de llevar el dinero a la casa de Charis se nombraron a seis compañeros colonos, iban armados. A la madrugada salieron y llegaron a Juchitán. Estaba el general Charis junto con Federico Rasgado y ocho hombres suyos (…)

Se puso el dinero sobre el escritorio. Entonces dijo el general, dirigiéndose a Rosalino: -Hay problemas en este asunto, Matus. – Y cómo – contestó nuestro compañero. El general dijo: -Obregón no quiere que el grupo de ustedes firme el documento, pues ustedes no están registrados en el Departamento Agrario, Rosalino Matus le dijo: -Esas palabras no suenan bien, porque lo que usted está haciendo es una estafa; si vamos con el Departamento Agrario nos defenderá. Así que dentro de tres días nos esperas, iremos a México para buscar caminos correctos. Iremos nada más la comitiva. Tenemos que avisar a las autoridades de nuestra situación. Les avisaremos que el terreno de Ciénega es un terreno comprado y no un ejido.

Antes de eso el general Charis dijo: -No hay necesidad de que vayan, mejor quédense porque yo tratare el asunto con el general Obregón, además porque tengo comunicación con él.

-Yo iré a Xadani –dijo Matus- a decirles a los compañeros que es lo que nos ha dicho ahora, para que sepan cuál es tu posición. Había un grupo de colonos, pero ninguno quiso avisar a Rosalino Matus cuál era el trato que habían hecho el general Charis y Federico Rasgado; los dos firmaron la sentencia de Rosalino Matus10.

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La actitud valiente de Rosalino Matus en defensa de los intereses de sus compañeros frente al general Charis y su socio Federico Rasgado le costó la vida, según testimonios que dejó el mismo teniente retirado, conocido como el zapoteco Ta Petu Nelio11. El general administraba las tierras de las cuales era copropietario con sus exsoldados, con los ingredientes de paternalismo y autoritarismo característicos de los caciques. En 1934 encontramos una carta de él, dirigida al presidente de la colonia militar Álvaro Obregón –que había quedado en el cargo después del asesinato de Rosalino Matus- sin indicar su nombre, en la cual recomendaba a un colono, en una forma particular para que recibiera un lote en las condiciones excepcionales.

Confirmo nuestra plática verbal sobre los servicios que tiene prestado el Sr. Sánchez, desde mis primeros trabajos para fundar la colonia que Ud. preside, por lo que recomiendo no se le obligue a cumplimiento de deberes como otros que ingresen, esto es en materia económica, solamente podemos ocupar sus servicios, cuando lo permitan sus atenciones, en la limpia de mojoneras o apertura de brechas o caminos, como hemos venido ocupando a los demás12.

Respecto a la poca afortunada situación de los campesinos, de la colonia agrícola militar Álvaro Obregón, en su relación con el general Charis; ir a la revolución y no recibir tierras, comprarlas y no recibir los documentos de propiedad correspondientes, recordaba el amor, también retirado, Justo Pineda:

Santibañez se llamaba Antonio, explotaba como explotó el general Charis después, siguiendo su línea: Era la de no dar escrituras a los campesinos que ocupaban lotes, la mayor parte de Xadani. De hecho eran los dueños de los lotes, pero de derecho no13.

En ese expediente que formó el multicitado Ruperto López Nelio hay un recibo por veinte sacos de ajonjolí, dirigido al nuevo presidente del comité directivo de la colonia, señor Leonides Santiago. L cual quiere decir que se había iniciado en el negocio de compra-venta de ajonjolí; aunque, según su amigo de parrandas Justo Pineda, y antes enemigo político, el general no explotó a los colonos con este negocio: <<No más les exigía que le vendieran al precio que prevalecía toda la cosecha de ajonjolí>>14.  

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Del 1º de septiembre de 1937 al 31 de agosto de 1940 fue diputado federal, pero previamente dejó a sus hombres en la presidencia municipal. Del 1º de septiembre de 1940 al 31 de agosto de 1946 fue senador de la Republica por el Estado de Oaxaca. Vuelve a ser diputado federal del 1º de septiembre de 1952 al 30 de agosto de 195515. ¿Es sufriente esto para considerarlo un cacique de la región sur del Istmo? Claro que no, pero es uno de los indicadores. Los otros son la imposición de autoridades municipales adictas a él en la región; pero sobre todo su control sobre los campesinos de Xadani, en el distrito de Juchitán y la colonia Álvaro Obregón, Santa Rosa en el municipio de Tehuantepec, con todo lo que implica el paternalismo sobre sus queridos pueblos: hace justicia según su criterio, detrás de la autoridad municipal o frente a ella; es el dador de bienes y males. Se le admira, se le teme y se le resiste en silencio.

La mujer del teniente coronel retirado Rafael Saavedra –así pidió que se llamara, porque no era esposa-, quien fue presidente municipal de Juchitán dos veces, siendo enemigo del general, doña Josefina Arenas, contó que el gobernador del Estado, de 1958 a 1964, Alfonzo Pérez Gazga apoyó a su <<hombre>> a que llegara por segunda vez a la presidencia municipal para contener los excesos del general16. Curiosamente los informantes que fueron enemigos del general Charis atribuyen a esa misma persona haberlo ayudado, por solidaridad de paisano, cuando supuestamente desertó y tuvo que regresar a Juchitán en un tren, en el cual ese militar iba a reclutar a zapotecos para un batallón comandado por el entonces coronel y futuro general, juchiteco del bando rojo, Pablo Pineda, entre los años de 1913 y 1915 aproximadamente17.

El 26 de abril de 1964 el general descansó en paz y dejó descansar a otros.

Referencias:

1 Eric R. Wolf, Europa y la gente sin historia, FCE, México, 1987, p. 465.

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2 Véase Víctor de la Cruz, La Rebelión de Chegorio Melendre, H. Ayuntamiento Popular de Juchitán, México, 1983.

3 Véase a Víctor de la Cruz, <<Che Gómez y la Rebelión de Juchitán: 1911>> en Ma. de los Ángeles Romero Frizzi, compiladora, Lecturas Históricas del Estado de Oaxaca, vol. IV, 1877 – 1930, INAH y Gobierno del Estado de Oaxaca, Colección Regiones de México, México, 1990, pp. 247-277.

4 Homenaje al general Helidoro Charis Castro, Prologo del profr. David Ruiz Martínez, Escuela Secundaria Federal de Juchitán, Oax., 1978, p. 7; y véase los testimonios de José Hurtado González y Gabriel Muñoz Esponda, en Antonio García de León, Ejercito de ciegos, Testimonios de Guerra Chiapaneca entre carrancistas y rebeldes, 1914-1920, Ediciones Toledo, México, 1991, pp. 80 y 134.

5 Véase Relatos sobre el general Charis, Traducción y edición de Víctor de la Cruz, Ediciones Toledo y Dir. Gral. de Culturas Populares/CNCA, México, 1989.

6 Testimonio de Juan Martínez Gallegos en Relatos sobre el general Charis op. cit, p. 9.

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7 Victoriano López , <<El charismo>> en Anselmo Arellanes Meixueiro , V. Raúl Martínez Vásquez y F. José Ruiz Cervantes (recopiladores), Oaxaca en el siglo XX, Testimonios de historia oral, ediciones Meridiano 100, Oaxaca, Oax., 1988, p. 21.

8 <<Il banditismo sardo e la rinacista dell’isola>> citado por Eric J. Hobsbawm en Rebeldes primitivos, Editorial Ariel, Barcelona, España, 1982, p. 32.

9 Entrevista de Víctor de la Cruz a Andrés Henestrosa en la ciudad de Oaxaca, septiembre de 1990.

10 Ruperto López Nelio, <<Sobre Gui’xhi’ro y Charis>>; recopilación y traducción de Macario Matus, en Guchachi’ reza (Iguana Rajada), núm. 7, julio de 1981, p. 27. Aquí hay una confusión, porque en 1934 el General Obregón ya había muerto.

11 Ruperto López Nelio, ibídem.

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12 Carta del general Heliodoro Charis Castro, Paso Lagarto, Juchitán, Oax., a 13 de marzo de 1934, en el expediente formado por el teniente Ruperto López Nelio sobre la colonia agrícola Álvaro Obregón y la compra de las tierras de la exhacienda de Ciénega Grande.

13 Justo Pineda, <<Recuerdo de líderes>>, en Guchachi’ Reza (Iguana rajada), marzo 1986, pp. 22.

14 Recibo del General de Brigada Heliodoro Charis Castro, Juchitán, Oaxaca, a 29 de noviembre de 1934, en Archivo de Ruperto López Nelio; y Justo Pineda, <<Recuerdo de líderes>>, recopilación de Víctor de la Cruz en Guchachi’ reza (Iguana rajada), núm., 26, mrzo 1986, pp. 22.  

15 Archivo de la Sría. de la Defensa Nacional, Fondo Cancelados, exp. 1-425.

16 Entrevista a Josefina Arenas, compañera de Rafael Saavedra.

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17 Entrevista a Victoriano López en A. Arellanes Meixueiro,, V. R. Martínez Vásquez y F. J. Ruiz Cervantes, Oaxaca en el siglo XX, Testimonios de historia oral, Ediciones Meridiano 100, Oaxaca, Oax., 1988,, pp. 20-21.

*Tomado de la Revista Guchachi’ reza (Iguana rajada)/Cuarta época/Número 36/noviembre-diciembre 1992/Juchitán Oaxaca.      

  

                   

               

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Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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